Del plasma al tuit

Ya hemos perdido la cuenta de cuándo fue la última vez que Pedro Sánchez aceptó una comparecencia pública abierta a preguntas espontáneas

El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, durante su intervención ante la colectividad española en Canadá EFE
Luis Herrero

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Hay veces que basta con fijarse en el hombre que está al mando para saber que una batalla está perdida. Los soldados del regimiento de caballería de Fort Apache sabían que el coronel Owen Thursday (papel maravillosamente interpretado por Henry Fonda en la película de Ford) les llevaba a una muerte segura en la lucha con Cochise. La política española está repleta de coroneles Owen. Por eso huele a desolación.

Pedro Sánchez lleva la derrota pintada en la cara . El aguerrido jefe de la oposición que forjó su leyenda partiéndose la cara frente a otros más poderosos que él, dentro y fuera de su partido, se ha convertido en una caricatura de aquel gallo de cresta colorada dispuesto a acudir a cualquier pelea. A Rajoy -otro Thursday a quien la derecha recordará con horror- le acorraló hasta el punto de convertirlo en un mero electrodo televisivo.

Eran tiempos en que las nuevas tecnologías amenazaban con cambiar los usos de la política. Los mítines devenían en hologramas, las investiduras en videoconferencias , las campañas en chats y los discursos en plasmas. Frente a esa realidad catódica Sánchez se proponía a sí mismo como un líder de carne y hueso dispuesto a recorrer España al volante de su coche para hablar de tú a tú con los ciudadanos o a llamar indecente al presidente del Gobierno en un debate a cara de perro.

Pero poco tiempo después, miradlo, se ha convertido en un conejo asustado que no sale de su madriguera virtual. Ya hemos perdido la cuenta de cuándo fue la última vez que aceptó una comparecencia pública abierta a preguntas espontáneas. La peor semana de su mandato la lidió desde el burladero de Nueva York , al otro lado del atlántico, mediante sesiones de skype. Y esta otra, con la efervescencia independentista a punto de entrar en ebullición, mediante su cuenta de twiter.

El lunes y el martes fueron días terribles. Los CDR venían de llamar traidor a Torra por haberle ordenado a los Mossos que aplacaran su furia frente a una manifestación pacífica -y autorizada- de la Guardia Civil. Estaban rabiosos. El aniversario del 1-0 se convirtió en un pulso callejero. Cortaron carreteras, inmovilizaron trenes, asaltaron edificios públicos. La bandera española que presidía la delegación del Govern en Gerona acabó hecha un guiñapo en mitad de la acera. Mientras tanto, el presidente de la Generalitat jaleaba a los violentos y el Gobierno central, haciéndose el distraído, silbaba el puente sobre el río Kwai. Los voceros monclovitas repetían una y otra vez que los altercados estaban respetando los límites razonables del orden público. La oposición, atónita, reclamaba la aplicación del 155.

La traca final fue el asedio de miles de manifestantes a la Jefatura Nacional de Policía y, sobre todo, al Parlament. El tigre se había vuelto contra su amo. La tensión se podía cortar con un cuchillo. Y entonces, en medio de la tormenta, emergió la figura titánica del presidente del Gobierno. Mediante un tuit que pasará a la historia como una de las grandes contribuciones al arte de la buena gobernanza, Sánchez dejó claro que nada de lo que estaba pasando merecía la pena ser comentado, y se limitó a anunciar, en medio de cantos a la ilusión y a la regeneración democrática, que activaba el modo electoral de su partido de cara a las elecciones europeas, autonómicas y municipales del mes de mayo. Después de eso, naturalmente, ¿qué español no se sentiría protegido frente al desafío independentista?

La política se ha convertido en un bochornoso circo de dos pistas. En la central, el community manager del funambulista Sánchez trata de hacernos creer que se mantiene firme sobre el alambre. Su único objetivo es que no le veamos tambalearse. En la de al lado, a Torra se le ha ido el pie por desmarcarse de Esquerra demasiado pronto y cimbrea como un cascabel. Se admiten apuestas: ¿quién será el primero en caer? Yo cruzo la mía: dado que las sentencias del procés se conocerán en primavera, pincho de tortilla y caña a que el tortazo será simultáneo. Aunque eso sí: el de Sánchez, probablemente, lo contará en directo la wikipedia.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación