Pasarela en la que fue asesinada la presidenta de la Dipuitación de León, Isabel Carrasco (en el círculo)
Pasarela en la que fue asesinada la presidenta de la Dipuitación de León, Isabel Carrasco (en el círculo)
SUCESOS

Isabel Carrasco fue asesinada «con la sangre fría de un sicario»

Expectación ante el juicio que arranca hoy por el crimen de la presidenta de la Diputación de León

MADRID Actualizado: Guardar
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A las 17.15 horas del 12 de mayo de 2014, la tarde primaveral en el paseo de La Condesa de León, en concreto una de las pasarelas sobre el río Besnerga, se convirtió en el escenario de una tragedia atroz: una mujer, Isabel Carrasco, a punto de cumplir los 60 años, fue «ejecutada» por otra al estilo de los sicarios, de tres disparos a corta distancia, uno de ellos por la espalda a la altura del corazón y dos más en la cabeza. Apretó el gatillo cuatro veces, pero solo tres alcanzaron su objetivo; el primero y el tercero de ellos eran mortales.

El plan criminal, según sostiene la Fiscalía, estaba «perfectamente planificado», hasta el punto de que hubiera sido perfecto de no ser por la actuación de un testigo, policía nacional retirado, que siguió a la asesina hasta su detención cinco minutos después en una céntrica plaza de la ciudad.

Era Montserrat González.

Clave de la investigación

Segundos más tarde era arrestada su hija, Triana Martínez, que había ido a su encuentro tras desprenderse del arma asesina. Cerca de 30 horas después, la supuesta cómplice, Raquel Gago, policía local, llamó a un agente, conocido suyo, para decirle que había aparecido un arma en su coche y que era amiga de la hija de la autora de los disparos...

Para el fiscal jefe provincial de León, Emilio Fernández, no hay duda: fue un asesinato bien planificado y ejecutado, como demuestra la utilización de un revólver en lugar de una pistola, que hubiese dejado casquillos; que el arma tuviera el número de serie borrado; los seguimientos previos a la víctima desde hacía tiempo, o la huida y cambio de ropa de la autora material del crimen para evitar ser reconocida.

Las fuentes de la investigación consultadas por ABC insisten en esa idea: sin el seguimiento del policía nacional retirado hubiese sido muy difícil llegar hasta la asesina de Isabel Carrasco, una mujer de carácter fuerte que despertaba grandes adhesiones pero también tenía muchos enemigos.

Sin duda, el testimonio de Pedro Mielgo, policía en segunda actividad que siguió a la autora de los disparos, es el que mejor detalla el crimen. Paseaba con su mujer por la citada pasarela cuando se cruzaron con Isabel Carrasco -«mira, esa rubia es la de la Junta que salía en televisión», le dijo su esposa-, y solo unos metros después también con una mujer que él identificó como posible escolta, y que les miró. Vestía una parka de color militar, gafas oscuras, gorra negra y un pañuelo grande al cuello. Solo se le veía la boca y la nariz. Pasados unos segundos «oímos como un petardillo, miramos para atrás y vimos que la primera mujer caía hacia adelante. Mi mujer me dijo que se había tropezado. Pero la otra señora se agachó y disparó tres veces a la cabeza. Luego se levantó el foulard, que mordía con la boca y vino hacia nosotros, mirándonos. Pasó de largo y comencé a seguirla, a unos ocho o diez metros de distancia».

En un determinado momento la perdió de vista, pero se la volvió a encontrar viniendo de frente por la Gran Vía de San Marcos: «Entonces la parka y la gorra ya las llevaba en la mano, y se había quitado las gafas y el pañuelo. Tampoco llevaba el bolso tipo bandolera donde metió la pistola. Se la volvió a encontrar de frente y ella la miró y se quedó un poco parada». Llegó a la zona un coche de la Policía Local, al que detuvo para que arrestaran a la sospechosa, que decía ser «la mujer del comisario de Astorga». A los pocos minutos llegó su hija Triana preguntando qué sucedía, y fue igualmente arrestada.

¿Qué había sucedido mientras el policía jubilado perdió de vista a la sospechosa? Pues que madre e hija se habían encontrado en el llamado pasdizo de la Fuensanta, donde Montserrat González entregó el bolso con el arma a su hija Triana. Ésta se dirigió a la calle Lucas de Tuy donde se encontró a su amiga, la policía local Raquel Gago, en cuyo coche, debajo del asiento del copiloto, metió el bolso con el arma. Luego fue al encuentro de su madre y fue arrestada.

¿El papel de la policía local?

Por su parte, Raquel Gago continuó con su actividad normal. Fue a clase de restauración y asegura haberse enterado del crimen bastante después. Que no vio el bolso que le dio Triana hasta el día siguiente por la tarde, y que cuando lo encontró avisó de inmediato a un policía conocido suyo... El problema es que tampoco había considerado importante decir que muy poco antes del crimen, sobre las cuatro de la tarde, había estado tomando café con su amiga y con su madre en el domicilio de la primera de la calle Colón, y que otras amigas de Raquel subieron al coche de ésta la tarde del crimen y no vieron el bolso. Tampoco parece demasiado clara la explicación sobre las llamadas telefónicas que la policía local y Triana se intercambiaron entre el momento del asesinato y las detenciones.

La defensa de Raquel alega que no reaccionó tras conocer la noticia porque entró en «shock», a pesar de que al día siguiente participó en el dispositivo de seguridad montado alrededor de la Diputación de León, donde se instaló la capilla ardiente. Para el fiscal y la acusación particular, en cambio, formaba parte de ese plan perfectamente diseñado para acabar con la vida de Carrasco, para cuyo diseño la hicieron seguimientos, compraron las armas y ajustaron hasta el último de sus movimientos: con lo único que no contaban era con el policía jubilado.

Explicación del crimen

La explicación del crimen es más que conocida: el odio hacia Isabel Carrasco, por hacer la vida imposible a Triana. Meses después del crimen ésta «se acordó, o quiso manifestar entonces», que todo había empezado porque ella se negó a las intenciones sexuales de su jefa en la Diputación de León y en el Partido Popular... Lo malo es que la víctima no puede defenderse, porque fue «ejecutada como lo hacen los sicarios» por la madre de la joven, que en el colmo de la crueldad llegó a comentar que la noche del asesinato era la primera que había podido dormir tranquila en mucho tiempo, y que lo volvería a hacer mil veces.

¿Trastorno mental o simple odio llevado hasta sus últimas consecuencias? Eso lo determinará el juicio que comienza mañana en la Audiencia de León y que ha levantado una enorme expectación.

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