Íñigo Méndez de Vigo, ministro de Educación, Cultura y Deporte
Íñigo Méndez de Vigo, ministro de Educación, Cultura y Deporte - EFE
PROPUESTAS DE ABC PARA LA CAMPAÑA DEL 20-D

España necesita un Ministerio de Cultura separado de Educación

Estar unidos en la misma cartera ha relegado al sector en visibilidad e influencia

Madrid Actualizado: Guardar
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España es un país en el que la cultura tiene un peso específico enorme. El tercer país en monumentos Patrimonio de la Humanidad, con un idioma compartido con 500 millones de personas y pujante especialmente en Estados Unidos, necesita tratar con un cuidado especial al sector cultural. El gobierno español se juega muchas cartas de imagen y desarrollo económico y social en la Cultura, con mayúsculas. Por eso no se entiende que sigamos sin un Ministerio de Cultura exento, después del experimento fallido (por segunda vez por parte del PP) de fusionar Cultura y Educación, incluso Deporte. No en vano el PSOE acaba de anunciar que si gana volverá a instaurar el ministerio. Que un tema tan fundamental acabe siendo recuperado en programas políticos partidarios no es bueno para nadie.

Diversas fuentes políticas del Gobierno admiten el fracaso de la fusión de ministerios y defienden ya la necesidad de revisar esa decisión. Primero porque la Cultura en España debe tener presencia en el Consejo de Ministros. Ello se traduce en la visibilidad de un sector vital y además se ha demostrado que la fusión de los ministerios no ha ahorrado dinero, puesto que las estructuras se mantienen.

Un Ministerio de Cultura evitaría, además, las típicas pugnas por cuadrar los presupuestos de los departamentos fusionados, una vez que se asigna el dinero para la macrocartera que actualmente defiende Íñigo Méndez de Vigo -en justicia mucho más activo culturalmente que Wert-.

La cuestión no es de peso técnico. En realidad hay direcciones generales en grandes ministerios que manejan más presupuesto que todo el Ministerio de Cultura, por lo que darle rango ministerial es una cuestión de reconocimiento de un sector sensible y necesitado de cuidado, después del deterioro registrado durante la crisis.

Las industrias culturales merecen el mejor trato de las administraciones y nunca una visión crítica bajo criterios políticos o ideológicos, ni siquiera en el caso de que algunos de sus miembros más relevantes muestren en público sus preferencias o critiquen algunas medidas concretas.

Políticamente hablando, negociar asuntos de Estado con las Comunidades Autónomas sin ser un ministerio resulta siempre más alambicado y difícil. Muchos culpan también a la falta de rango ministerial el fracaso del gran proyecto estrella de la legislatura que, según se anunció, iba a ser la Ley de Mecenazgo, y que quedó en una serie de medidas fiscales. ¿Qué habría cambiado la ley? La publicidad y el reconocimiento social, el observatorio del patrocinio, un premio al mecenazgo y la decisión de implicar con ese gesto a la sociedad civil en la financiación de la cultura, claramente invocada desde la ley en el espacio público.

Este error ha sido detectado y según confirman fuentes políticas consultadas, en el caso de que el actual ministro continuase tras las elecciones habría otro proyecto de ley sobre la mesa. A esa ley se han opuesto las pocas fundaciones que nacen con gran capital, aunque la necesitan y apoyan todas las demás, nacidas, precisamente para buscar fondos para sus actividades.

Dentro de Cultura, el INAEM y la dirección general de Bellas Artes, Archivos y Bibliotecas manejan la mayor parte del presupuesto, cada una unos 150 millones de euros. Algo menos maneja el ICAA que sobre todo promueve el cine con 36 millones de euros y apoya económicamente los festivales.

Entre los problemas pendientes sigue destacado el del IVA cultural que ha castigado al mundo del espectáculo, fundamentalmente, y que el Gobierno tenía la intención de rebajar del 21 al 10% (de hecho corrigió algo la medida para el mercado del arte y mantuvo los libros al 4%). También las medidas contra la piratería, que se han incrementado pero se ven aún insuficientes frente a un fenómeno que debe abordarse desde varios frentes.

Nueve ideas para mejorar

Bajar el IVA cultural a niveles similares a los que hay en Europa

La rebaja del 21 al 10%, estudiada por el Gobierno y defendida por el sector para que España deje de ser el país con el IVA cultural más alto de la UE. Afecta a los espectáculos (el libro sigue en IVA superreducido del 4%) pero las cifras han demostrado que no se ha recaudado más durante la crisis y el daño al tejido de industrias culturales ha sido grande (5.308 cerraron en 2014).

Una estrategia del Estado consensuada

Buena parte de la Cultura debería estar fuera de la pugna política, como se ha logrado hacer con algunos museos como el Prado gracias a pactos. La única manera de que España extraiga todos los beneficios de imagen y creatividad de este sector es la puesta en marcha de una política de Estado por encima de ideologías. Entender la cultura como algo más que un sector económico, puramente estratégico.

Una verdadera Ley de Mecenazgo

La Ley de Mecenazgo fue el acto fallido de esta legislatura. Se convirtió un proyecto de Ley estrella, cacareado como base de toda política, en medidas fiscales adosadas a otra ley. Falta convicción y ejemplaridad para que la sociedad civil participe en la financiación de la cultura y se premie el mecenazgo como la mejor manera de potenciar los valores que esta revierte a la sociedad.

Avanzar en el nuevo modelo definanciación del cine

Se desmontó el modelo de financiación existente, que necesitaba un cambio, pero se retrasó la creación de uno nuevo. El sector, que ya tuvo roces con el PP en el pasado, se sintió abandonado. Los recortes se combinaron con las declaraciones del ministro de Hacienda sobre la calidad de las películas españolas, que fueron un error de bulto. Hoy el problema está en la buena senda con un nuevo tipo de ayudas y más diálogo, y hay una nueva generación de directores enfocando su trabajo en el mercado internacional, así como películas que han vuelto a merecer la atención del público masivo. Pero la impresión es que falta apoyo político, discurso, creérselo.

El valor del patrimonio subacuático

Fallida política de Estado hasta hace poco, con la victoria sobre Odyssey y la reciente misión arqueológica con barcos del IEO para inspeccionar el yacimiento expoliado, hoy se dibuja un camino lleno de posibilidades. El interés por la historia naval y los proyectos que exige el estudio de sus restos generará innovación cooperación científica y conciencia de nación. Pero esta disciplina necesita un éxito para afianzarse.

El presupuesto de un solo Ministerio

La unión de tres ministerios como Educación, Cultura y Deporte ha diluido los problemas de Cultura en los de Educación. El presupuesto debe escapar de esa lógica de pugna interna frente a otros departamentos para financiar sus proyectos. El ministerial es el rango que merece una actividad tan visible como necesaria, máxime en tiempos de crisis, dada su fuerza social.

Mejorar el Paseo del Arte de Madrid

La zona en la que se concentran los museos más importantes de España, difícilmente comparable con otras capitales del mundo, bien podría potenciarse o incluso ampliarse a Gran Vía y Ópera con los teatros y el Teatro Real. Precisa mejor coordinación de administraciones (local, autonómica y estatal), señalización y promoción turística que se extienda la gran atracción que ejerce para el turismo cultural que visita España.

Ley para el Museo Arqueológico

Al igual que el Prado, la Biblioteca Nacional, el Reina Sofía y el Arqueológico Nacional precisaría una ley que le permita general recursos propios y agilizar la gestión.

Un plan de Lectura renovado

Los índices de lectura y el deprimido mercado editorial merecen otro pacto de Estado. Aplicar inteligencia y tecnología para que la lectura, la información y la cultura vayan de la mano de las nuevas generaciones.

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