Cataluña también se vuelca con sus militares: «Gracias por lo que hacéis»
Frente al desdén y a las trabas de la Generalitat, la mayoría de catalanes elogia al Ejército: «Cualquier ayuda es buena»
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Vive frente a una residencia de ancianos de San Adrián del Besós (Barcelona), de la que en las últimas semanas han salido más coches fúnebres de lo habitual. Los geriátricos son instalaciones críticas en esta crisis, y los mayores que allí viven son la población más vulnerable. Por eso el viernes, cuando Jordi volvía a casa en su motocicleta, allí estaba un día más la Unidad Militar de Emergencias (UME) del Ejército poniendo su grano de arena ayudando a desinfectar aquel centro para mayores. Antes de aparcar la moto, Jordi se detuvo a la altura de uno de los militares que perimetraban la residencia; levantó la visera del casco y pronunció cinco palabras que hubiera suscrito casi todo el vecindario: «Gracias por lo que hacéis». «Gracias», replicó el militar. «No, gracias a vosotros».
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«Esta no es una cuestión de ideologías, todas las ayudas son buenas», valoraba Jordi en una conversación con ABC después de aparcar su moto. Podrían parecer una obviedad las palabras de este autónomo, propietario de una empresa de mantenimiento, que, irremediablemente, se ha visto obligado a bajar la persiana durante estas semanas. Es una evidencia que, sin embargo, en el contexto catalán no lo es tanto. Y es que en esta comunidad hay instituciones, como la Generalitat, a las que parece costarle asimilar que el único enemigo a batir en esta crisis se llama Covid-19 . Por ese motivo y ningún otro el Cuarto Batallón de Intervención en Emergencias (BIEM IV), con sede en Zaragoza, estuvo el viernes, una vez más, en la residencia Matacàs.
Ineficacia de la Generalitat
La coordinación con la Generalitat no está funcionando todo lo bien que debería. Más de una vez la UME se encontró al llegar a una residencia –a la que había sido llamados– que las instalaciones ya habían sido desinfectadas por empresas privadas contratadas por la Generalitat. En algunos casos esos trabajos se habían hecho de forma deficiente, y al menos dos alcaldes catalanes se vieron obligados a recurrir al Ejército para que volviera a desinfectar esas residencias. Eso fue lo que ocurrió al menos en un geriátrico de Sabadell (Barcelona) y en otro de Alcarrás (Lérida).
Es la Generalitat quien centraliza las peticiones de los centros geriátricos catalanes. Y esta, en función de las necesidades que considere oportunas, solicita ayuda del Ejército a través del Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030, que dirige Pablo Iglesias. Sin embargo, tras reclamar ayuda de la UME a través de este canal, a los gobernantes independentistas les cuesta reconoce el papel del Ejército. No solo a la Generalitat, sino también a algunos alcaldes, como al de Montblanc (Tarragona), que se quejó de que se publicitara la reconstrucción de un puente en la localidad por parte del Ejército, pese a que él mismo había sido quien reclamó su ayuda de los militares.
La gran mayoría de catalanes tiene menos reparos, sin embargo, en reconocer el trabajo que hace el Ejército junto a los Bomberos de la Generalitat, Protección Civil y organizaciones como la Cruz Roja o Médicos sin Fronteras, en entre otros. O los Mossos d'Esquadrra, la Guardia Civil y la Policía Nacional, cada uno en su ámbito de competencias. El viernes, e n San Adrián del Besós, quedaba claro que la mayoría de asumía con mucha más naturalidad la ayuda del Ejército que los gobernantes independentistas.
«Ni izquierdas ni derechas»
Lo que se palpaba aquel día ante la residencia Matacàs más que efusividad era naturalidad. La naturalidad de que el Ejército arrime el hombro en una situación del todo anormal. Un par de semanas atrás sí que los militares habían sido acogidos con una gran ovación. «Se les recibió con aplausos. Ni de derechas, ni de izquierdas. Todos ayudando y aplaudiendo» , explicaba a este diario Mar, vecina de la zona. Pero el viernes era la tercera ocasión en que acudían a este centro, y aquel calor inicial era ya más bien «normalidad». Lo explicaba María José, en una conversación con ABC. Una cotidianidad de calles vacías y mascarillas, a la que nadie quiere acostumbrarse.
Después de un par de horas de trabajo, en las que además de desinfectar aconsejaron sobre los protocolos a seguir para evitar contagios, esta unidad de la UME recogía sus bártulos para continuar su recorrido. En San Adrián se habían encontrado con una constante que se había repetido en L'Hospitalet del Llobregat, Santa Coloma, Mataró, Cerdañola (Barcelona) y otras localidades a las que días antes se habían desplazado. «Un gran recibimiento y colaboración, tanto de la gente de la calle como de las mismas residencias», explicaba a ABC uno de los responsables de esta unidad . «Si dijese otra cosa, mentiría», añadía este mando de la UME, una unidad concebida para la intervención en emergencias, creada por el expresidente socialista Zapatero, nada sospechoso de militarismo. Frente a las trabas de la Generalitat, a la mayoría de catalanes, independientemente de su ideología, «todo lo que sea ayudar les parece muy bien», resumían en San Adrián.
Y es que lo que quiere esa inmensa mayoría de catalanes es lo que desean también los vecinos de esta población del área metropolitana barcelonesa. Volver a la cotidianidad. Que los ancianos más golosos, como solían hacer, vuelvan a «escaparse» del geriátrico para comprar dulces en la panadería de Raquel , uno de los pocos locales de la zona, que, con un horario reducido, mantiene estos días sus puertas abiertas. Y que cuando Jordi se suba otra vez en la moto sea para ir a abrir su negocio. Y que cuando lo haga, no se encuentre ante la residencia a ningún militar al que saludar, porque la pesadilla del Covid-19 habría pasado y todo habría vuelto a la normalidad.
