Agur, Alfredo

En tiempos de plomo y lágrimas de sal, en tiempos de apretar los dientes y despedir a los compañeros asesinados, era él, Alfredo, nuestro socialista vasco, el que siempre estuvo con nosotros

Sigue las últimas noticias de la capilla ardiente de Rubalcaba en directo

Alfredo Pérez Rubalcaba y Patxi López, en una imagen de archivo EFE

Patxi López

El miércoles a la tarde, estando en la presentación de un libro sobre los momentos estelares de la historia del socialismo, el móvil nos lanzó el mensaje no deseado: « A Alfredo le ha dado un ictus y está muy grave». Los mensajes digitales no admiten florituras y son la verdad desnuda, directa, irrevocable. «Alfredo ha tenido un ictus…» llamadas, conversaciones, suspiros y, desgraciadamente, tras horas de resistir llegó el desenlace.

Y es cuando te das cuenta de que nadie está preparado para la muerte de un amigo, y menos cuando te atrapa de improviso y a traición.

Hoy se publicarán los datos de su biografía, como si quisiéramos que al recordar sus trozos de vida conocida, Alfredo siguiera entre nosotros a currucado junto al mismo fuego : su carrera de 100 metros bajando de 11 segundos, sus cargos públicos, sus luchas políticas, su ingenio, su sentido de estado, su visión de país, su entrega.

Hoy mucha gente lamentará su pérdida y puedo asegurar que todos los socialistas españoles lloramos su ausencia, pero los socialistas vascos vamos a llorar más y con mayor tristeza.

Cuando venía a visitarnos a Euskadi siempre le decíamos que era un socialista vasco más. Yo sé que esta adopción le resultaba especialmente grata. Le gustaba ser un «socialista vasco» . Nos decía que, para él, era un gran honor.

En tiempos de plomo y lágrimas de sal, en tiempos de apretar los dientes y despedir a los compañeros asesinados, era él, Alfredo, nuestro socialista vasco, el que siempre estuvo con nosotros . Viajaba con traje negro en el maletín como para exorcizar al asesino.

De la tarea de terminar con el terrorismo de ETA hizo sacerdocio. Un sacerdocio tenaz y callado, sin alharacas. Su cara enjuta y sus ojos pequeños escondían una enorme fortaleza contra el terror.

Sólo el 20 de octubre de 2011, cuando ETA anunció su fin, se permitió relajar un poco los músculos de su cara y mostrar su humanidad más profunda. «Por fin, ya está, ya está» , una victoria para la libertad tenazmente perseguida y de la que nuca alardeó.

Era nuestro «Socialista vasco» en las noches negras de funerales. Sólo con verle llegar los socialistas vascos sabíamos que nunca nos íbamos a rendir. Fue nuestro apoyo, nuestro hermano mayor, y también nuestra esperanza en la lucha contra ETA.

Sólo nosotros sabemos de los silencios de piedra, de los abrazos interminables, de hablar profundamente sin palabras, tragándonos el dolor y la rabia y conjurándonos contra el terror.

La muerte, siempre injusta, ha sido traicionera y cruel con él al arrebatarle los años de tranquilidad que tanto merecía.

Hoy la libertad que tanto persiguió se ha apoderado de él y ya camina por praderas interminables.

Quiero decirle adiós con palabras prestadas por un poeta vasco, Xabier Lete:

Nun hago, zer larretan

Urepeleko artzaina,

Mendi hegaletan gora

oroitzapen den gerora

ihesetan joan hintzana.

Dónde estás, en qué pradera,

Pastor de Urepel,

Tú que has ido huyendo

Subiendo por las laderas de los montes

Al recuerdo que es futuro

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación