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Sergio Morate arrestado - efe

Morate llegó a Rumanía horas antes de ser detenido

Su amigo rumano al que conoció en la cárcel asegura que le confesó los asesinatos, pero que no le creyó

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«He matado a Marina». Esta fue la respuesta de Sergio Morate a su amigo Istvan Horvath, el rumano acusado de ayudarle a ocultarse en Timis, cuando le preguntó qué había pasado y por qué quería huir. El que fuera compañero de días eternos en la prisión de Cuenca de Morate, detenido junto a él en un apartamento alquilado en la calle Nicolae Balcescu de Lugoj, ha quedado en libertad pero se le investiga como cómplice. En una entrevista a Efe aseguró que su amigo le confesó los crímenes a él y a su mujer, aunque él no le creyó, no le dio importancia y por eso no acudió a la Policía. Una versión que cuestionan los investigadores y el juez rumano ante el que comparecieron los dos antiguos presos el viernes: el español camino de la prisión en la que esperará su entrega.

«Siempre se hacía el machote delante de la gente. Dice cosas pero luego no las hace. No me lo creía porque él se llevaba bien con Marina. De vez en cuando pues tenían sus broncas, Marina lo calentaba», contó Horvath, de 27 años tras quedar en libertad, evidenciando que conocía a la pareja dado que se siguieron frecuentando cuando los dos salieron de prisión en torno a 2011. En la entrevista a Efe, el rumano detalla la última parte de la fuga del presunto asesino de Marina Okarynska y su amiga Laura del Hoyo sobre esta última afirma que Morate le reconoció a su esposa que la joven «no tenía culpa». Los dos amigos fueron detenidos el jueves a las 18.30 horas cuando los agentes de Acciones Especiales rumanos, embozados y armados, irrumpieron en el apartamento alquilado de Horvath, que tenía a su bebé en brazos.

«Cogí a mi hijo, me asusté. Le metieron un guantazo a Sergio, a mi hermano lo tumbaron en el suelo y a mí me gritaron: «¡Al suelo, al suelo!». Me dijeron que dejara al niño que no pasaría nada». El jefe del operativo, Daniel Milincu, tuvo que improvisar la intervención al encontrarse en el estudio a la mujer y el hermano de Horvath (este también fue detenido), aunque ninguno se movió. Las imágenes distribuidas por la Policía rumana muestran que no se resistieron. Morate estaba «campante», según su colega, tanto que incluso pasearon por la ciudad en fiestas mientras los cadáveres de Laura y Marina se descomponían cubiertos de cal y bajo un sol áspero semienterrados.

El asesino había llegado solo unas horas antes a Rumania, ese mismo día, según han confirmado a ABC fuentes de la investigación, que añadieron que ya entonces lo tenían controlado. Fue su amigo quien fue a buscarlo a Hungría y lo llevó a su país, tras mantenerse ambos en comunicación desde pocas horas después de los asesinatos.

El contacto con Horvath es una prueba más –como la cal que compró o los comentarios que hizo en su entorno de viajar a un país sin extradición– de que había planeado el crimen de Marina, incapaz de asumir que ella lo hubiera abandonado y regresado a su Ucrania natal. No esperaba que la acompañara ni Laura ni nadie. Pero aun así las mató a ambas y actuó con rapidez en su fuga de casi una semana. Estos son los momentos clave de un doble crimen que ha destrozado a los vecinos de Cuenca y destruido a tres familias.

Jueves 6

A las cinco de la tarde Laura del Hoyo, 24 años, sale de casa. «Mamá, voy a tomar algo con Marina». Iba tan guapa como siempre, pero un poco más ilusionada. Al fin iba a estudiar peluquería. Lo había escrito a sus amigos de Facebook esa mañana. Marina Okarynska estaba nerviosa. Tenía que recoger lo que le quedaba en el piso de la urbanización Ars Natura en el que vivió con Sergio. Sabía cómo se las gastaba. Pidió a su amiga que la acompañara. «Ya estoy lista, ven a buscarme cuando quieras». Es el último mensaje que hay en el móvil de Laura.

A las once y media, la madre de Laura está harta de llamarla y que no le responda. Se preocupa. Ella y su otra hija, inseparable de Laura, acuden a comisaría a denunciar. También lo hace la madre de Marina. Cuentan que habían quedado con Sergio. De madrugada, al volver a casa con la preocupación en el cuerpo, ven el coche de Laura aparcado y cerrado. La Policía lo abre. La inquietud se desata. Su madre y su hermana saben que ella no dejaría su bolso con llaves, documentación y móvil dentro y tampoco su medicina para la taquicardía. Son mayores de edad, pueden haberse marchado de forma voluntaria. Las familias insisten en que habrían avisado. Los allegados de Sergio también denuncian que no le localizan. En Palomera, el pueblo natal de los padres y donde tienen casa, aseguran que le ven esa noche en torno a las diez paseando y en el bar, antes de la denuncia.

Sábado 8

La Policía tiene ya sobre la mesa los antecedentes de Sergio Morate: detención ilegal de una joven, amenazas, malos tratos, lesiones, corrupción de menores y delito contra la libertad sexual. Ha estado en prisión y ha cumplido. «Es una buena pieza», comentan los investigadores, aún con cautela. La desaparición de las dos amigas se trata como de alto riesgo y se judicializa. Está de guardia el Juzgado de Instrucción número 2 de Cuenca. A esas horas, Morate ya había enviado un mensaje a su amigo rumano, según éste, aunque esa fecha aún está por aclarar: «La he cagado», le dijo. Horvath cumplió condena por homicidio imprudente en un accidente de tráfico, ha contado.

Martes 11

Las familias y amigos están movilizados en las redes sociales desde el fin de semana. Se organizan batidas y actos de apoyo. Las fotos de las dos jóvenes bellas y sonrientes empiezan a ocupar todo el espacio mientras la Policía toma declaraciones, busca a los presos con los que ha compartido prisión Morate, interviene teléfonos, rastrea las cuentas del sospechoso y registra su vivienda y otras propiedades de la familia. La discreción es absoluta para que no llegue ninguna información al sospechoso. La prioridad es encontrar a las desaparecidas.

Morate, mientras, que ya habría cruzado la frontera por Portbou llama al rumano: «Oye que voy», le dice. A su antiguo compañero de prisión no le sorprende. Son tan amigos que iba a ser el padrino de su hijo, o eso pretexta ahora Horvath tras ser considerado posible cómplice. «Me ha destrozado la vida, estoy casado, trabajo y ahora tengo problemas con la Policía por su culpa», insiste.

Miércoles 12

Los investigadores registran dos fincas en Chillarón y Palomera de la familia Morate, pozos que hay en una de ellas, la vivienda donde pasan el verano... El despliegue policial incluye ya helicóptero, GEO, agentes de Científica y Homicidios, guías caninos y la comisaría de Cuenca. A las 20.30 horas un vecino halla los cadáveres: un pie que sobresale del enterramiento en cal. Estaban parcialmente quemados, junto a unas pozas del río Huécar, a dos kilómetros de Palomera. El asesino ya había llamado a su amigo desde Austria donde aseguró estar perdido. Itsvan va a buscarlo a Hungría y lo lleva a su casa. Habla con su casero y le dice que un amigo español está interesado en alquilar un apartamento por un año.

Jueves 13

A las 18.30 agentes especiales rumanos irrumpen en el estudio de Lugoj y detienen al tipo más buscado. Horas después sus víctimas reciben sepultura en Cuenca, a casi 3.000 kilómetros de su asesino.

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