Jesús Carvajal

José Bono, la mano que mece la urna en Castilla-La Mancha

Aunque Ferraz sigue sin fiarse de él, la sombra del exministro ha dado frutos a Sánchez

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Quedan pocos días para la Navidad de 2014. José Bono abre la puerta de su casa en Madrid a cuatro comensales de postín. Uno de ellos, Pablo Iglesias, lleva una botella de vino bueno. El expresidente de Castilla-La Mancha ha preparado él mismo tortilla de patata con cebolla, merluza al horno y aperitivos variados. El encuentro se alarga hasta bien entrada la madrugada. En la mesa, además del líder de Podemos, Bono sienta a José Luis Rodríguez Zapatero, Íñigo Errejón y Emiliano García-Page. El secretario general del PSOE y jefe de todos menos de los políticos de Podemos no sabe ni palabra de la velada.

Lo conocerá semanas después cuando se lo comunique el anfitrión. La polémica -no es fácil olvidarla- está servida: Zapatero le oculta a su sucesor una cita con (descontado Rajoy) su principal enemigo político, Pablo Iglesias.

Hoy la vieja guardia socialista cree que, a pesar del mal trago primero, Sánchez ha dado por bien empleada la cena de la conspiración en la que Bono solo admitió que se habló de Venezuela. El testimonio del expresidente lo detalla: «Fui yo quien les dije a Pablo y Errejón que usaran contra el PP que quien había vendido más armas a Chávez no era Zapatero, sino Aznar». Y la recomendación fue bien aprovechada por Podemos: todavía se recuerda la polémica de Iglesias con Esperanza Aguirre en La Sexta en la que, reiteradamente, el dirigente populista reclamaba de la expresidenta madrileña que reconociera la relación comercial entre el PP y la dictadura bolivariana. Pero en esa cena no se habló solo de Nicolás Maduro. Algún comensal, en privado, ha reconocido que se conversó mucho de política, de Rajoy, de España... pero, sobre todo, de Castilla-La Mancha.

De hecho, en términos políticos, sostiene un miembro de la cúpula socialista, los réditos para Ferraz han sido inmejorables. Porque de aquella cena y de una comida más reciente en Illescas, un pueblo de Toledo, salió una sólida alianza que ha dado la vuelta como un calcetín a instituciones como el Gobierno autonómico y la Diputación de Toledo, en manos ambas de una coalición de izquierda compuesta por el PSOE y los votos de Podemos, bajo la marca Ganemos. Y en el caso de la Diputación, con la imprescindible ayuda de Ciudadanos y su representante, Antonio López, un viejo socialista que terminó en el partido de Albert Rivera.

En esas dos citas gastronómicas no repitió ni uno solo de los invitados. Salvo uno: José Bono. Pese a los frutos obtenidos para Ferraz, su larga sombra sigue despertando recelos en el entorno de Sánchez. Un miembro de la Ejecutiva confiesa: «No gustan sus viajes a Guinea con Zapatero ni sus maniobras políticas acompañado también del expresidente, por mucho que se hayan traducido en el acuerdo en Castilla-La Mancha». Con Zapatero la relación va más allá de las veladas con Iglesias y Errejón. No hace mucho le acompañó también a Toledo para que el expresidente disfrutara de las campanas de la catedral.

«Afecto personal» a Iglesias

Pero la clave está en la cena prenavideña, que sienta las bases del acuerdo que las urnas pondrían en bandeja el 24 de mayo: la candidatura popular de María Dolores de Cospedal gana los comicios, pero le falta un diputado para la mayoría absoluta. El mejor escenario para poner en marcha la estrategia pactada ante una tortilla y un buen caldo. Los socialistas de Page, pero sobre todo los de su padrino político, José Bono, acuerdan con Podemos, que entra por primera vez en la Cámara con tres actas, un Gobierno que desaloje al PP. Por entonces, el exministro reconoce en público que tiene «afecto personal» y habla «con frecuencia» con Iglesias. Dice que «le conoció en un programa de televisión», aunque antes trató a su abuelo y a su padre en la lucha antifranquista. No es con el único miembro de Podemos con el que tiene trato; el exalcalde socialista durante ocho años de Casas Ibáñez (Albacete), Gregorio López, encabezó la lista de Podemos y mantiene una buena relación con Bono. López estuvo a punto de entrar en las Cortes, pero finalmente el recuento cayó del lado socialista. «Pero al PSOE le daba igual que fuera de un partido o de otro. Era amigo de Bono y de Podemos. Lo mismo daba que el escaño cayera en un partido o en otro. Para los socialistas todo era lo mismo», apunta un diputado regional.

Bono, el padrino de Page

Bono sigue manteniendo el contacto con Iglesias. Ha tutelado el Gobierno de Page situando, cuentan en el PSOE, a buena parte de sus personas de confianza, oscurecidas durante el mandato de José María Barreda: desde el propio presidente de la Diputación de Toledo, Álvaro Gutiérrez, al primer responsable de las Cortes regionales, Jesús Fernández Vaquero, pasando por el consejero de Hacienda, Juan Alfonso Ruiz Molina, que acompañó a Bono en su etapa en el Ministerio de Defensa. A la hora de pactar la investidura del nuevo presidente socialista, Podemos no ha sido tan exigente, reconoce un cargo de Podemos crítico con Iglesias, como en Extremadura, por ejemplo. Sea o no por la amistad personal de Bono con el líder populista, lo cierto es que en Castilla-La Mancha los compañeros de Iglesias no han exigido la eliminación de los privilegios a los expresidentes que disfruta el propio ministro de Zapatero y no así Barreda, que renunció en 2011. La pregunta es por qué.

Las elecciones municipales del 24 de mayo también proporcionaron una baza inesperada para los comensales de la cena de Bono: la Diputación de Toledo. Allí también ganó el PP, con 13 diputados, pero para sumar mayoría absoluta PSOE y Podemos han necesitado el voto de Ciudadanos, con el único escaño cosechado por Antonio López, exdirigente socialista. Precisamente López formó parte durante su etapa en el PSOE del núcleo de confianza de Vaquero, presidente de las Cortes, y amigo de José Bono.

Almuerzo en Illescas

La larga mano del exministro, desvela un cargo socialista, también ha colaborado en la conformación de ese inusitado tripartito. Las fuentes consultadas sitúan en un almuerzo celebrado en Illescas (Toledo) el pasado mes de marzo, al que asisten Bono y representantes de Albert Rivera, el compromiso de un acuerdo que ha traspasado la línea roja de Ciudadanos de apoyar siempre a la lista más votada. Aunque solo era necesaria la abstención del partido emergente para que Arturo García Tizón, del PP, fuera reelegido presidente de la Diputación, la fuerza de Rivera optó por votar a favor de la coalición de izquierdas, segundo y tercer partido en apoyos. Esta institución, contra la que han cargado tanto Podemos como Ciudadanos por su ineficacia y coste económico, maneja en Toledo un presupuesto de casi 130 millones de euros. Ahora, el partido de Rivera recibe como asignación por un solo diputado 15.800 euros al mes.

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