Alberto Garzón, candidato de IU a Moncloa
Alberto Garzón, candidato de IU a Moncloa - efe
PODEMOS QUIERE TOMAR IZQUIERDA UNIDA

El día que Pablo Iglesias, Garzón y Tania Sánchez pactaron el asalto a IU

Su objetivo es integrar las dos formaciones en Madrid y después en el resto de España

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Finales de 2011. En un coche, camino de TVE, viajan Alberto Garzón, emergente líder de Izquierda Unida, y Pablo Iglesias, por entonces asesor en comunicación de esta formación. El hoy secretario general de Podemos da los últimos consejos a Garzón, que ha viajado a Madrid para una entrevista en la televisión pública.

Ese día, cuentan testigos del espacio, ambos «parecen conectar». Todavía faltan más de dos años para que uno y otro se conviertan en líderes de diferentes partidos y, por tanto, políticos antagónicos. «O no -apuntan desde la vieja guardia de IU-, a juzgar por la descomposición de esta coalición, tres años después, en favor de la confluencia con el populismo». En aquella época, el político antisistema ya mantiene una relación con Tania Sánchez, amiga a su vez del político de Logroño.

Alberto, Pablo y Tania, de 29, 36 y 35 años respectivamente, se convierten en inseparables. A los dos primeros les une, además, haber echado los dientes en las Juventudes Comunistas. Comparten cafés, charlas y sobre todo un horizonte: el asalto a las tertulias de televisión como palanca para que la izquierda radical, dentro de un partido instrumental, noquee al PSOE y eche al PP del poder en España.

La participación del grupo en programas como «Al rojo vivo», de La Sexta; «Dando caña» o «El gato al agua», de Intereconomía, o la omnipresencia de Iglesias en su plataforma mediática, «La Tuerka», del Canal 33, sirve de cimiento para un compromiso tácito del que todos participan: acabar con la fragmentación de la izquierda más extrema. «Converger» se convierte en la palabra fetiche. Hasta encuentran padrino: un senior como Julio Anguita se suma a la catarsis. Amigo de Garzón, se le llena la boca elogiando al profesor de Políticas de la Complutense del que dice que «también es mi referente».

Al correr del tiempo, la convergencia muta en una suerte de suicidio de IU en Madrid. Tan solo un banco de pruebas de lo que ocurrirá a nivel nacional: Andalucía, País Vasco y Cataluña son buena muestra de la crisis imparable de la única formación a la izquierda del PSOE con vocación nacional que, contra la opinión de sus viejos dirigentes, se halla en una dinámica de autodisolución.

En los siguientes meses la relación, de la que también participa Ramón Luque, actual secretario electoral de IU -y como Iglesias, asesor en Comunicación de Garzón- se estrecha. Los veteranos dirigentes de esta fuerza, que tocó techo electoral precisamente en época de Anguita en 1996 con 2.639.774 votos y cuya proyección actual no llega a los 900.000, comienzan a sentir la presión del grupo al que con sorna denominan «los niños».

Fundamentalmente se refieren con ese apodo al propio diputado andaluz y a sus colaboradores, la mayor parte procedentes del PCE, pero también a los círculos de Podemos que influyen, y mucho, en el golpe de mano que se prepara contra las esencias de IU. A Iglesias y Garzón les une un objetivo que pretende ser pionero: la integración de sus dos formaciones en las candidaturas municipales Ganemos/Guanyem, en las que intervienen activamente tras el 15-M. Madrid, deciden, será la primera batalla.

Y para eso es necesario tomar el control de la Presidencia Federal menoscabando la autoridad de Cayo Lara, que termina anunciando su próxima retirada, para después descabezar la organización en Madrid. Tras la caída del coordinador regional, Eddy Sánchez, perseguirán la defenestración -abortada el viernes- de Gregorio Gordo y Ángel Pérez, los portavoces en las instituciones madrileñas, acusándoles de connivencia con los dirigentes de IU que cooperaron en el saqueo de Caja Madrid. La consecución en marzo de 2014 de cinco eurodiputados por parte de la lista que encabeza Iglesias da alas a sus amigos en IU.

Escándalos por contratos

Para ello, hace falta que Tania Sánchez y otro integrante del grupo, Mauricio Valiente, se conviertan, gracias a las primarias de diciembre de 2014, en el ticket electoral. Ambos consiguen un apoyo incontestable de las bases -5.101, la aspirante autonómica; 1.875, el municipal- gracias al trabajo a pie de calle, al estilo de Podemos.

Pero IU-Madrid ya está fracturada casi por la mitad: el sector mayoritario, que representa al 51%, controla el liderazgo regional, y la corriente alternativa, con un 49%, está del lado de Garzón y Sánchez. Poco después, a la exconcejal de Rivas le crecen los escándalos por las irregularidades en la concesión de contratos millonarios a su hermano cuando ella era cargo público en ese municipio.

Mientras Iglesias achaca los ataques al machismo de la prensa, Garzón cierra filas con su amiga. Todo lo más, admite a regañadientes que si fuera imputada tendría que dimitir. Pero el golpe a IU ha comenzado en la capital del Reino. Garzón, dicen sus compañeros, tiene ya la vista puesta en el siguiente escalón: exportar el modelo de Madrid al resto de España.

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