Elecciones - Catalanas

Los independentistas temen que repetir las elecciones desinflaría el «souflé antiespañol»

Junts pel Sí usa la imputación de Mas para que la CUP apoye su investidura frente al poder del Estado

Mas y Junqueras celebran los resultados del 27-S
Mas y Junqueras celebran los resultados del 27-S - REUTERS

«Este es el escenario perfecto para los controladores del tiempo», afirma un miembro de la candidatura de Junts pel Sí, en relación al pulso que esta coalición mantiene con la Candidatura de Unidad Popular (CUP). A pesar de la imputación de Artur Mas por la consulta del 9-N, la formación antisistema mantiene su rechazo a investirle presidente, mientras que Oriol Junqueras (ERC) y Raül Romeva cierran filas en torno al líder de Convergència en funciones. Los ganadores de las elecciones del 27-S, que necesitan de los votos de la CUP para hacer presidente a Mas, están dispuestos a aguantar la presión, dejar que pasen los días y, negociación mediante, poner de manifiesto que es el partido liderado por Antonio Baños el que veta el primer Gobierno independentista de la historia de Cataluña.

Voto prestado anti-PP

«Es muy probable que la CUP acabe aceptando la investidura de Mas a cambio de peajes muy altos para Convergència», afirma a ABC este miembro de la candidatura secesionista. De momento, por la mente de Junqueras y Romeva no cabe la posibilidad de que esos peajes incluyan la cabeza del dirigente nacionalista. Pero mantener este frente numantino en defensa de Mas abocaría a Cataluña a unas nuevas elecciones autonómicas –serían las cuartas en cinco años– en las que Convergència y Esquerra se verían obligadas a presentarse por separado y enterrar la lista unitaria.

Se trata del peor escenario posible para las formaciones secesionistas, pues esos comicios tendrían lugar tras las generales previstas para la segunda quincena de diciembre. Todo apunta a un nuevo paisaje parlamentario sin mayorías absolutas y con Ciudadanos como fuerza decisiva. «Perderíamos el voto prestado no independentista que nos apoya como reacción anti-PP», afirma la citada fuente. Dicho de otra manera, el «souflé» separatista bajaría irremediablemente. Los dirigentes de Junts pel Sí confían en que, finalmente, la CUP se dé cuenta de los perjuicios que la falta de consenso puede generar en un proceso sin precedentes y que, según los resultados logrados el pasado domingo, ha tocado techo.

De momento, Artur Mas se agarra a su imputación para presionar a la CUP y poder negociar una salida al bloqueo. Los convergentes se encomiendan a la fórmula que permitió a Ada Colau convertirse en alcaldesa de Barcelona tras las elecciones municipales. En ese caso, la CUP cedió un voto para que la candidata de Barcelona en Comú fuera investida, también con el apoyo de PSC y ERC. De esta forma, la formación de izquierda radical evitó dar carta blanca a la primera edil, al tiempo que se posicionaba con las políticas sociales de Colau.

En el caso de la presidencia catalana, Junts pel Sí solo necesita de seis diputados para lograr la mayoría absoluta –68, en un Parlamento de 135 escaños–, pero la CUP se resiste. Antonio Baños reiteró ayer su apuesta por un candidato de consenso que tenga «proyección internacional», requisitos que no sólo cumplen Oriol Junqueras y Raül Romeva, dijo.

«No es una venganza»

En respuesta a quienes defienden que Mas es un «activo» del proceso soberanista, precisó que «es un catalán importante, pero no el único», y le definió como una figura demasiado connotada por los recortes y la corrupción. Baños cree que hay «mucha gente válida en el país para reducirlo todo a que si no es Mas, fracasa el proceso». No se trata de una venganza, advirtió, tras exigir que en el futuro Gobierno catalán no haya personas relacionadas con los recortes, la corrupción o el caso de Ester Quintana (la mujer que perdió un ojo a causa de una pelota de goma de los Mossos d’Esquadra).

El candidato de la CUP pidió a Convergència que no se enroque pues «sería tristísimo que Mas y CDC volvieran a las viejas prácticas de poner en un callejón sin salida al resto». La vicepresidenta del Ejecutivo catalán, Neus Munté, exigió a la CUP «respeto» por los 1,7 millones de votos logrados el pasado domingo.

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