PERFIL

El estilo Vox llega al Parlament

Garriga era un desconocido hasta que Abascal le ofreció la tribuna del Congreso para defender la moción de censura

Ignacio Garriga durante un mitin en Gerona EFE

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Con la mirada puesta en los comicios catalanes, y el ánimo de facilitarle una visibilidad que no tenía, Santiago Abascal le eligió para defender en octubre la fallida moción de censura de Vox contra Pedro Sánchez. Ignacio Garriga (Sant Cugat del Vallés, 1987) llevaba desde 2019 como diputado, pero los focos nunca le habían alumbrado tan de cerca. El escaparate del Congreso de los Diputados le sirvió de trampolín al candidato elegido por el partido de Abascal para «recuperar» Cataluña.

Garriga es hijo de 'la Cloti', muy famosa en Sant Cugat por su militancia en Alianza Popular hasta el final del aznarismo y que en septiembre murió por Covid. La influencia de su madre le llevó a Nuevas Generaciones , para luego aparcar su carrera de odontólogo y lanzarse de lleno a la política. Afrontó el 14-F con el ánimo de ser el candidato de la derecha constitucionalista que más atizase a la izquierda y al separatismo, en debates y redes, pero también en mítines convencionales. En una campaña que marcó la pandemia, en la que los candidatos apostaron más por lo virtual que por lo presencial, Vox fue la excepción. Incluso cerró la campaña con un mitin convencional, aunque Garriga siempre se distanció del talante un tanto negacionista de ciertos sectores de su formación. Garriga también fue quien más calle pisó. A menudo, lo hizo en «territorio «independentista» y fue recibido a pedradas y gritos de «fascista» por el secesionismo más radical.

El candidato trasladó a la campaña catalana el tono del que Vox hace gala en el Congreso. Acusó al candidato socialista, Salvador Illa, de la «muerte y ruina» de España con su «criminal gestión de la pandemia» al frente del Ministerio de Sanidad. Llamó a combatir la «mafia separatista», y en un debate de TV3 instó a cerrar la televisión pública catalana. También prometió revetir los «estercoleros culturales» en que, según él, la inmigración ilegal ha convertido los barrios catalanes.

Unos modales que, con ironía, le recriminó Alejandro Fernández, recordándole que ni estaban en las «cruzadas» ni ellos eran «caballeros templarios». El candidato del PP, y también el de Ciudadanos, Carlos Carrizosa, buscaron el cuerpo a cuerpo con Garriga para atenuar una fuga de votos de ambas formaciones hacia Vox, que ya se daba por descontado. Garriga, el dentista reconvertido a político, aterriza en el Parlament con afán de enseñar los dientes al secesionismo, que apunta a que volverá a gobernar.

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