Coronavirus en Andalucñía, la visión del economista

Manuel Ángel Martín: «Andalucía tiene recursos para no sufrir más que otras regiones»

El economista y presidente del Consejo de Economía, Financiación y Fiscalidad de la CEA cree que las empresas van a necesitar «respiración financiera asistida»

Manuel Ángel Martín es también profesor titular de Economía Financiera y vicepresidente del Consejo Económico y Social de Andalucía ABC

E. Freire

¿Tras esta crisis habrá que empezar de nuevo o las bases de la economía andaluza pueden resistir?

La crisis puede actuar como una bomba de neutrones: un artefacto de bajo rendimiento explosivo pero de gran rendimiento de radiaciones ionizantes, de tal manera que produce poco daño en estructuras y edificios pero afecta alos seres vivos casi sin posibilidad de protección. Las metáforas son algo engañosas pero tienen mucha capacidad expresiva, y ésta de la llamada bomba N comparte ambas características. Quiero decir que en términos de destrucción de capacidad de producción las pérdidas en general no tienen por qué ser como para «empezar de nuevo». El capital en todas sus formas (social, físico, humano) no desaparece ni se ve gravemente afectado, más allá de los efectos de la pérdida de tiempo y lo que conlleva la ausencia de acumulación y de oportunidades. Incluso la obtención de capital financiero es un problema grave pero no letal. Más grave es la pérdida de confianza y la necesaria reactivación de la demanda, de consumo y de inversión, que en unos sectores será más difícil que en otros porque resulta de perogrullo insistir en que los sectores tienen diferente «sensibilidad» y «resiliencia», o que el tiempo de duración de la crisis es una variable fundamental. Claro que las bases humanas y físicas de la economía andaluza pueden resistir. Deben resistir. Hay sectores muy bien integrados verticalmente como el agroalimentario con gran capacidad exportadora, o buena parte del industrial, o el turismo, o el comercio, o el de nuevas tecnologías, y una miríada de pequeñas empresas ligadas a sectores emergentes que estarán como el arpa del poema de Bécquer «esperando la mano de nieve» que los desbloquee, o al menos que no ponga obstáculos a la salida de la crisis.

Se anuncia una gran recesión, en la que ya estamos. ¿Qué estimación de decrecimiento hay y cuándo podría producirse la recuperación?

Estimaciones hay para elegir. En la hipótesis de una salida en dos meses de este «coma inducido» se habría perdido un 40% de la actividad económica en Andalucía, recuperable totalmente en no menos de dos años pero sí parcialmente en 2021. Son más fiables las previsiones de quienes se juegan algo al hacerlas y están en el mercado, o sea las grandes empresas, entidades financieras y de algunos organismos internacionales «neutrales». Y hay que interpretar lo que hacen, no lo que dicen. Los últimos informes del Banco de España me parecen muy estimables. Las previsiones dependen de eso que llamamos «escenarios». Una vez determinados, estimar sus efectos económicos es un ejercicio de primero de económicas. Pero los escenarios se cambian cada semana.

¿Andalucía sufrirá más por las características de su economía?

El turismo es un punto débil que nos hace algo diferentes, pero a la vez es un sector competitivo con buen «know how», infraestructuras y prestigio. La clave está en cómo reconquistar o redirigir la demanda. Y otra vez aparece el escenario. Andalucía tiene recursos y una estructura débil para crecer pero resistente para no sufrir más que otras regiones.

¿Podemos aprender la lección de que tenemos que fabricar aquí y no recurrir tanto a la factoría china barata?

La lección de la autarquía ya la conocemos y no nos favorece. ¿Quién define lo que es estratégico y cuándo lo es? ¿Lo son las mascarillas, los respiradores, los análisis? Lo son ahora, pero no lo eran hace un año como para exigir producción propia. Uno de lo grandes errores de las economías estrictamente planificadas fue la definición por los políticos de qué había que producir, cuánto y a qué precio. Más allá de algunos bienes de rotunda evidencia estratégica, son los ciudadanos y las empresas los que en democracia tienen que decidir sobre esas cuestiones. Los precios en el mercado son los semáforos del sistema. Si los alquileres o las mascarilla suben de precio en el mercado, la solución de limitarlos es antifuncional cuando no estúpida. Lo suyo es poner en el mercado más inmuebles y más mascarillas, claro que lo de los precios es más fácil.

Si tuviera que planificar la reconstrucción, ¿por dónde empezaría?

Empezaría por hacer un diagnóstico rápido pero realista de la situación. Pronunciarse ahora es hacerlo desde la teoría y la abstracción, un ejercicio especulativo divertido pero inútil. Sin embargo van a ser necesarios sectores con demanda potencial insatisfecha, rápidos de activación y generadores, y con efectos de multiplicación de empleo. Aquí aparecen como siempre: la construcción, el comercio, el turismo. «Primum vivere, deinde philosophare».

Cabe tener la esperanza de que esto será un paréntesis y que la economía volverá a arrancar con fuerza?

Será un paréntesis, seguro; porque se va a generar una voluntad de recuperación colectiva sólo obstaculizada por los pescadores a río revuelto, los de cuanto peor, mejor; que fracasarán. La economía volverá a arrancar.

Se estima que volveremos a tener 1,3 millones de parados en Andalucía a final de año con un 28% de tasa, todavía lejos de la punta máxima alcanzada en la anterior crisis financiera. ¿El empleo destruido será fácil de recuperar?

Habrá que mantener e incrementar el sistema de protección social. Pero del diálogo social debe salir un nuevo «contrato» que garantice la justicia pero también la competitividad. No creo que sea fácil de recuperar, pero debe ser rápido.

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