Inmobiliario

«Cohousing», una vivienda con vistas a la comunidad

Según los expertos, este modelo alternativo se abre paso y tendrá su nicho de mercado

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El «cohousing», modelo alternativo a la vivienda convencional, que combina vida privada -apartamentos- con una amplia zona compartida -autogestionada por la comunidad de vecinos-, se asienta sobre cimientos sólidos y promete ocupar puesto relevante en el mercado inmobiliario. Concebido sobre todo para mayores que declinan la residencia, el «cohousing» puede cubrir también las necesidades de otros colectivos, a los que une un interés común y la voluntad de constituirse en grupo.

Es habitual que formen una cooperativa, como ocurrió con Trabensol, un proyecto que personas mayores han hecho realidad en Torremocha de Jarama. En las promociones colaborativas parte de la superficie se destina a apartamentos para uso privado. Y en la zona común -comedor, aulas, talleres, despachos, área de meditación, gimnasio...- se desarrollan las actividades compartidas y autogestionadas por los propios vecinos.

El modelo «se basa en la conciencia de mutuo apoyo que tiene la gente. Han tenido tiempo para conocerse porque estos proyectos no se hacen de un día para otro, y así saben lo que necesitan», asegura Rogelio Ruiz, de Ecohousing Equipo Bloque Arquitectos, que sacó adelante Trabensol. Así, el proyecto «responderá en su diseño a sus necesidade».

«Convivir, siempre que sea una opción libre, me parece fantástico», afirma por su parte el decano del Colegio Oficial deArquitectos de Madrid, José María Ezquiaga. «Las personas necesitan un poco de intimidad, y también. convivir. La clave es el equilibrio». «la vivienda colaborativa puede ser incluso terapéutica», añade.

Innovación

El «cohousing» obliga a una fluida comunicación entre el arquitecto y los clientes. «Hay que estar muy abiertos -subraya Rogelio Ruiz- No es que los planos los haga la comunidad, pero el proyecto se hace con ella.Ni el arquitecto es el dictador técnico que dice "esto se hace así porque yo sé y ustedes no". Ni la comunidad es la que manda porque pone el dinero». Para José María Ezquiega, «este tipo de iniciativas son bonitas porque permiten reconstruir una relación más directa entre el arquitecto y los clientes. Muchas veces los arquitectos intentamos modelos de vivienda más innovadores, pero los empresarios nos dicen que no perciben esa demanda. Que ellos colocan en el mercado viviendas convencionales porque es lo que se les pide. Y esto da paso a un monólogo, sin acabar de comunicarse. Este tipo de iniciativas, sin embargo, permiten experimentar y marcar pauta. Y los empresarios con buen olfato lo van a ver».

El modelo de propiedad habitual es el de cesión de uso. Es decir, la propiedad no es de la persona, sino de la cooperativa. «Si me voy -explica Ruiz- se me devuelve el dinero. Esos derechos pasan a los herederos y pueden vivir allí si cumplen los estatutos. Si no quieren, la cooperativa se encarga de vender esa participación y el dinero es para ellos, teniendo en cuenta lo que costó, más el IPC». Es decir, el «cohousing» no es una oportunidad para especular. «Aquí no se entiende la vivienda como un bien financiero, sino como un bien de uso».

Pero sí puede haber negocio para promotoras, inmobiliarias y estudios de arquitectos, si se mantiene la tendencia alcista de este tipo de demanda. ¿Cuál puede ser el riesgo? «Que se va a intentar colar una promoción convencional, con todo lo respetable que sea, como un proyecto “cohousing”», advierte Rogelio Ruiz. ¿Posibilidad de negocio? «A mi modo de ver, sí», cree Ezquiaga. «El sector inmobiliario se ve necesitado de nuevos ámbitos de negocio que estén más en sintonía con la innovación en las formas de vida de la gente. Al final, hay negocio cuando se hace un servicio útil. Y si el “cohousing” es querido por la gente va a tener una salida de mercado». «No va a ser un modelo dominante, pero va a tener su nicho de mercado», según el decano del Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid. Los partidarios del «cohousing» ven muchas ventajas. Por ejemplo, se reúnen una veintena de autónomos, y pueden dentro de la zona común habilitar un espacio como lugar de trabajo. O la comunidad comparte uno o dos vehículos y, con ello, los gastos. Cuando los niños se ponen malos, o no tienen cole, se les reúne en una sala y se contrata colectivamente a alguien para que les cuide.

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