El avión A400M, entregado por Airbus Defence&Space al Ejército español
El avión A400M, entregado por Airbus Defence&Space al Ejército español - ABC

La industria española del armamento se aplica en su «misión internacional»

El sector apuesta por la exportación y el gasto en I+D mientras espera la consolidación de un mercado único europeo

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Los hombres conocen el presente, los dioses el futuro y los sabios, lo que se avecina. El presidente de la Asociación Española de Empresas Tecnológicas de Defensa, Aeronáutica y Espacio -Tedae-, Adolfo Menéndez, recurre a una cita de Filóstrato para describir la actitud que debe prevalecer en la industria de Defensa, un sector «motor de la economía», donde se instalarán muchos de los empleos del futuro. «Nosotros procuramos saber lo que se avecina, es decir, tener visión, buscar unos caminos, ensayar si funcionan y asumir riesgos». Por ello, hay que priorizar la inversión en I+D+i, en un escenario despejado de incertidumbres. El sector, que afianza su capacidad exportadora, pide claridad en el cliente -qué necesita, en qué condiciones, cuál es el volumen del producto- y celeridad en las decisiones administrativas.

En 2015, el volumen de actividad en la industria de Defensa alcanzó los 4.900 millones de euros y dio empleo estable y de calidad a 20.801 personas, 5.000 más que el año anterior. La inversión en I+D+i fue del 8%, muy por encima del 1% que registra la industria en general. «Somos el dinamizador del resto de la economía. El euro que se invierte en Defensa tiene una repercusión en el resto de la economía muy significativa», reivindica Menéndez. Tras ligeras oscilaciones -«somos resistentes, incluso a la crisis económica»-, el sector comenzó a repuntar en 2015 respecto al curso anterior y las previsiones dan pie a un moderado optimismo. Eso sí, matizado por algunas incertidumbres, como la derivada del «Brexit». «Tenemos relaciones intensas con la industria británica, que vamos a intertar conservar», avanza.

¿La creciente amenaza del terrorismo global puede impulsar la producción? «Nos ajustamos a la demanda de los mercados, pero no la generamos. Esa es una decisión que depende de nuestros clientes, que son los Estados». Ahora bien, añade el presidente de Tedae, «en esta industria sabemos que somos parte del sistema nacional y europeo de Defensa. Somos conscientes de ello y hacemos esfuerzos para acoplarnos a esas necesidades».

Créditos especiales

Durante los últimos 20 años, los sucesivos gobiernos convirtieron en práctica el pago de los Programas Especiales de Armamento -PEAs- mediante créditos extraordinarios sacados adelante por decreto ley, en vez de hacerlo con partidas incluidas en los Presupuestos de cada año. Una costumbre que, además de dudosa legalidad, provocaba inseguridad en el sector a la hora de los pagos. «A nosotros nos causó algún problema puntual que se dejara de pagar en las últimas etapas del Gobierno Zapatero, durante la crisis». A partir de ahí se reprogramaron los proyectos.

Una vez que el Tribunal Constitucional ha desautorizado este procedimiento, el Ministerio de Defensa deberá incluir en los Presupuestos las correspondientes partidas para pagar los programas que entre 2016 -este ya con retraso- y 2017 suman 1.700 millones de euros. Una decisión bien acogida en el sector. «Estamos satisfechos con que el Gobierno se haya tomado en serio el problema. Nuestra preocupación es que se incumplieran los contratos y nos han dicho que se van a cumplir». Una tranquilidad con la vista puesta en el horizonte. «A nosotros nos interesa para el futuro no solo que se pague lo que vamos entregando, sino que pueda haber nuevos proyectos europeos y nacionales que permitan dar el siguiente salto tecnológico».

¿Es necesario un plan estratégico nacional? A juicio de los expertos, se ha mejorado en la definición de los proyectos cuyo desarrollo se considera básico. «Como industria, eso nos ayuda porque dibuja el marco de la demanda, para no movernos completamente a ciegas».

Y, ¿un mercado único europeo? «Hay iniciativas muy claras para que desde la UE pueda haber aportación de fondos para desarrollos de Defensa que hasta ahora estaban vedados por los tratados. Y nos parece que el futuro pasa por la integración europea y por un diálogo trasatlántico eficiente». También, por «la libertad de comercio. Queremos competir en igualdad de condiciones».

Programas especiales

La veintena de PEAs -vehículos 8X8 del Ejército de Tierra, aviones A400M del Ejército del Aire, entre otros programas- siguen su curso, con algunas incidencias que se inscriben dentro de la normalidad. «Al ser una industria puntera, tiene un riesgo incrementado -explica Menéndez-. Cuando Ícaro volaba y se cayó al fallarle las alas, es porque estaba ensayando algo nuevo. Por tanto, es lógico que a veces tengamos, en algunos desarrollos, problemas que son absolutamente normales en este mercado». Asegura que «la capacidad técnica de los ingenieros españoles está más que contrastada en los mercados exteriores. Si no fuera así, no exportaríamos el 84% de nuestro producto. Somos muy competitivos en el ámbito internacional».

Pero no son pocos quienes sostienen que las empresas españolas deberían crecer para conquistar nuevos mercados... «Es cierto que en una economía globalizada, el tamaño puede ser un factor de competitividad y en ese sentido hacemos un esfuerzo para que nuestras empresas pequeñas o medianas, que son muy buenas tecnológicamente, puedan dar el salto. Pero sin obsesionarse». ¿Se avistan fusiones en el horizonte? «Es una decisión que corresponde a las empresas en función de cómo estén los mercados. Ya se han producido y se producirán».

Más pesimista sobre las perspectivas del sector se muestra Félix Arteaga, investigador principal de Seguridad y Defensa del Real Instituto Elcano. «El impacto de las restricciones afecta al pago de programas pasados, al mantenimiento y a las nuevas adquisiciones, lo que incluye a empresas grandes y pymes. Al no existir programación de la inversión, lo que se invierte es lo que hay, no lo necesario de acuerdo a una programación previa». Así que, en su opinión, «al no poder planificar, los recortes son tan malos como la inseguridad presupuestaria para la industria». A juicio del analista del Instituto Elcano, la inversión en I+D+i «es el talón de Aquiles de la industria española, en general, y de la de Defensa, en particular. Sin demanda no hay inversión de las empresas».

Arteaga cree que esto «se podría corregir con los nuevos proyectos de la UE pero se carece de un modelo de gobernanza de la I+D+i que permita aprovechar esos fondos. El Ministerio de Defensa no tiene experiencia en la gestión de fondos UE y, en el mejor de los casos, le llevará tiempo hacerse con la gestión salvo que se articule un sistema interministerial». En todo caso, advierte, «esos fondos europeos no son de reparto, hay mucha competencia y, además, se corre el riesgo de que se reduzca el esfuerzo nacional a la espera de ellos, que es lo que la Comisión no quiere que ocurra».

«El sistema actual de pagos aplazados obedece a la falta de programación estable -asegura-. No hace falta tanto una ley de presupuestación plurianual como una ley de programación plurianual, para que se sepa qué se quiere comprar y cómo se va a pagar. No sería un lastre si se programara desde los recursos disponibles que nos pueden mantener una inversión sostenida». Para el investigador del Instituto Elcano, «las adquisiciones deben ser un proceso de responsabilidad compartida entre los distintos responsables, de lo contrario seguirá siendo gasto militar del que nadie quiere asumir responsabilidades».

«La situación española es más delicada porque tiene una dimensión intermedia que no puede competir con los grandes y que puede perder si no cambia de modelo tradicional, que considera que la industria de Defensa es más Defensa que industria y que no es un sector estratégico», concluye Félix Arteaga.

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