Miguel Marí, Javier Zarzalejos y Cayetana Álvarez de Toledo en la presentacion del programa FAES
Miguel Marí, Javier Zarzalejos y Cayetana Álvarez de Toledo en la presentacion del programa FAES - ERNESTO AGUDO

FAES pide reformas en mercado laboral, educación y modelo de bienestar contra la desigualdad en España

Según la Fundación, España se mantiene en posiciones intermedias en los índices que miden la desigualdad

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La Fundación FAES apuesta en su último Papeles por poner en marcha una profunda revisión del modelo de Estado de bienestar en España para revertir el deterioro de los niveles de desigualdad en nuestro país tras la crisis. Por ello asegura que resulta necesario llevar a cabo reformas que afecten al sistema educativo, el sistema fiscal, el mercado laboral y el propio sistema de bienestar, factores que inciden en la peor respuesta de España al aumento de la desigualdad. A pesar de ello, recuerda que “España sigue manteniéndose en los niveles intermedios de la UE en los distintos índices que miden la desigualdad”.

Miguel Marín y Elisa Rodríguez, del área de Economía y Política Públicas de la fundación, aseguran en este número de Papeles FAES, ‘Desigualdad, pobreza y oportunidades’, que el mayor repunte de los niveles de desigualdad en España durante la crisis en comparación con el resto de países europeos “no es consecuencia de una insuficiente dimensión del sector público ni de la escasez de gasto social”, sino de “factores estructurales concretos”: un mercado de trabajo dual, un sistema educativo de poca calidad, un sistema fiscal con incapacidad recaudatoria y un sistema de bienestar de bajo rendimiento.

«Verdaderas necesidades»

El nuevo documento, que profundiza en las conclusiones del informe FAES Desigualdad, oportunidades y sociedad de bienestar en España (junio 2015), contribuye además a despejar las confusiones entre desigualdad y pobreza, conceptos diferentes en causas y consecuencias. Explica que la desigualdad es un concepto tremendamente complejo, lo que se refleja en las numerosas formas de medirla, y sería “más adecuado hablar de ‘desigualdades’ o ‘tipos de desigualdad’”. “La habitual asociación con el concepto de pobreza es una confusión alimentada por la izquierda, en un nuevo intento de legitimar sus propuestas de siempre en relación a los ingresos y gastos públicos”, afirman.

Así, advierten de que “existe un riesgo de que interpretaciones sesgadas y exageradas hagan que las políticas públicas distraigan recursos de las verdaderas necesidades”. A este respecto recuerda que “en las pasadas elecciones municipales, Manuela Carmena afirmó que ‘25.563 niños pasan hambre en Madrid’”, aseveración que tuvo como consecuencia “la puesta en marcha por parte del Gobierno de la Comunidad de un programa de comedores escolares en verano, dotado con 4 millones de euros, que preveía dar de comer a 5.500 niños. La realidad fue que fue utilizado por 600 familias”. “La desigualdad no es una buena aproximación estadística a la pobreza absoluta”, señalan.

El texto desmonta la percepción de que España es un país más desigual que los de su entorno, sino que, por el contrario, “se ha mantenido en las posiciones intermedias y bajas en los distintos índices”. En este sentido, “si tomamos como referencia las desigualdades medidas a través de la riqueza, España sería de los países con menores desigualdades de la UE15, hecho en buena medida derivado de la extensión de la propiedad de la vivienda”. Si por el contrario “tomamos como referencia la desigualdad de renta, España ocupa puestos de cabeza entre los países con mayores desigualdades, si bien esta forma de medir no contabiliza adecuadamente las transferencias en especie en forma de Sanidad y Educación, como tampoco los alquileres”.

La lucha contra la desigualdad

Según FAES, “llama la atención que el análisis de los datos tras la crisis económica refleje en España un deterioro de los niveles de desigualdad mayor que el observado en países con los que nos debemos comparar”, un hecho que “podría avalar la tesis de que la desigualdad observada hoy es consecuencia de la crisis y de las medidas que se han tomado”. Sin embargo, refuta, la realidad dista mucho de ser esta y apunta a la dualidad del mercado de trabajo, la poca calidad del sistema educativo, la incapacidad recaudatoria del sistema fiscal y al bajo rendimiento del sistema de bienestar.

“En España, el empleo es el factor más determinante de la distribución de la renta”, así como de la desigualdad”, recuerdan Marín y Rodríguez, y subrayan que “la caída de las tasas de empleo explica 6 de los 8 puntos del incremento experimentado durante la crisis por el Índice de Gini en España”. “La mejor evolución, en términos de desigualdad, de países con mercados de trabajo que no generan las convulsiones del español aconseja intensificar las políticas públicas que mantengan el espíritu de la reforma laboral de 2012 en pro de un mercado de trabajo más flexible y eficiente, y que reduzca su dualidad”, apostillan.

FAES señala también al sistema educativo, “cuya calidad dista de ser homologable a la de países con los que competimos y genera resultados que alimentan la desigualdad”. Que el nivel socioeconómico y cultural de los padres influya de forma decisiva en las posibilidades educativas de sus hijos, y por tanto en su empleabilidad, quiebra la función de ascensor social consignada a la educación, advierte. Y lamenta que “a pesar ello, el debate en España no acaba de centrarse en la calidad y sigue centrado en los niveles de gasto público”.

Como tercer factor de desequilibrio el documento señala “un sistema fiscal no orientado a la eficiencia y cuya capacidad recaudatoria es insuficiente para financiar determinados niveles de gasto de forma sostenible”. FAES, por el contrario, apunta a un modelo basado en “la eficiencia económica, la equidad horizontal y la sencillez en el diseño y aplicación de los impuestos”, en definitiva “un sistema fiscal moderno” que evite que fuertes niveles de progresividad incidan negativamente en los comportamientos económicos estratégicos.

Por último, el texto pone de manifiesto que “el sistema del bienestar español se encuentra entre los menos eficaces de Europa para reducir la desigualdad”. Según esto, “España es uno de los países que menos recorta la desigualdad de ingresos a base de transferencias monetarias desde las administraciones”. Ello es debido a que “las principales transferencias sociales de índole monetaria son las pensiones y los subsidios por desempleo, ambas relacionadas con el tiempo trabajado y los salarios”. “Dado que España ha mantenido tasas de desempleo más altas es fácil comprender la gran divergencia distributiva de nuestro modelo de bienestar”, explica el documento. No obstante, aclara que “para una revisión completa sería necesario una cuantificación de las transferencias en especie, fundamentalmente sanidad y educación, de la que carecemos”.

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