Elecciones y subidas de bolsa

Desde el punto de vista económico, la filípica con la que se despachó el señor Sánchez el pasado viernes era para salir corriendo y no mirar atrás

El mensaje económico de un Gobierno a la andaluza resulta más tranquilizador, REUTERS

JOSÉ RAMÓN ITURRIAGA

No se pudieron resistir. Era un titular demasiado bonito como para dejarlo pasar. El anuncio del adelanto electoral se relacionó directamente con la fuerte subida de la Bolsa española del viernes pasado. Y más allá de que ocurriera así, la relación de causalidad es más que cuestionable. De lo contrario, sería la razón que hay detrás de la subida de las Bolsas en todo el mundo, lo que supondría que la realidad española transciende nuestras fronteras. Sin embargo, lo que en realidad sucede es que, como se ha demostrado en los últimos años, la capacidad de actuación de los gobiernos en la zona euro es bastante limitada.

Ahora bien, con independencia de lo que subyace detrás de estos titulares -que yo achacaría más a ignorancia que a malas intenciones-, creo que cuando el mercado tenga tiempo de analizar con detenimiento lo que puede suponer un cambio de Gobierno puede ser que esos titulares no fueran del todo desencaminados.

Desde el punto de vista económico, la filípica con la que se despachó el señor Sánchez el pasado viernes era para salir corriendo y no mirar atrás. No por lo que han hecho -que ha sido poco-, sino por lo que se les ha quedado en el tintero. Contrarreforma laboral, más impuestos, tasa a los bancos, etc... Todo muy socialdemócrata, sin duda. Con independencia de que se trataba de su primer acto de campaña electoral, no es precisamente lo que quiere escuchar el mercado.

El mensaje económico de un Gobierno a la andaluza resulta más tranquilizador , siendo conscientes que una cosa es predicar y otra dar trigo. Lo que desde luego no recogen los precios es el escenario que esbozábamos la semana pasada: gobiernos de centro derecha a todos los niveles de la Administración que acaben con la parálisis de los últimos cinco años. Ese es, desde luego, el escenario más «market friendly». Ahora toca votar con la cabeza y no con los pies.

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