China dibuja la V a base de industria, inversión estatal y exportaciones, pero el consumo no despega

El gigante asiático es la única economía que ya crece, pero las ventas no suben por la incertidumbre de la pandemia

Pablo M. Díez

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La ansiada V, que simboliza la recuperación económica tras el hundimiento que ha traído el coronavirus, ya se está dibujando en China. Pero algo coja. Tras su drástico trazo descendente por el impacto de la pandemia, que provocó durante el primer trimestre una caída histórica del Producto Interior Bruto del 6,8%, el ascendente no acaba de despuntar. En el segundo trimestre, una vez controlada la epidemia pese a sus rebrotes, el PIB creció un 3,2% mientras el resto de grandes economías mundiales sufrían su mayor desplome en tiempos de paz. Aunque dicha cifra se contempla con envidia en estos tiempos convulsos, un análisis de los datos chinos demuestra que su crecimiento es más frágil de lo que parece.

La recuperación china se está basando en la producción industrial, que subió un 4,8% interanual en junio y julio, la inversión estatal y las exportaciones, que se elevaron un 7,2% durante el último mes impulsadas por las ventas de material de protección sanitaria contra la pandemia. Pero el consumo privado sigue sin despegar porque las ventas al por menor, indicador clave de la confianza de la sociedad, se redujeron en julio un 1,1% con respecto al mismo mes del año pasado.

Aunque es una contracción menor que el -1,8% de junio y el -2,8% de mayo, y por supuesto que el -15,8% del pico de la epidemia en el primer trimestre, sigue sin registrar valores positivos por la tremenda incertidumbre sobre el futuro. En China, a la pandemia se han sumado las peores inundaciones de las últimas décadas por las lluvias torrenciales de este verano en el centro y sur del país y las tensiones políticas con Estados Unidos, que ya pueden definirse como una «Nueva Guerra Fría».

Los datos de consumo, pesimistas

«Como el Gobierno chino implementó confinamientos muy estrictos que permitieron retomar la producción industrial en el segundo trimestre, las cifras son positivas. Pero eso no significa que el crecimiento económico sea del 3% porque los datos de consumo son muy pesimistas. Hay que mirar esa cifra para comprobar la verdadera recuperación. Incluso si es positiva, será solo del 1%», analiza para ABC el profesor Xu Bin, de la Escuela Internacional de Negocios Chino-Europea de Shanghái (CEIBS).

Para el segundo semestre del año no se muestra optimista porque la pandemia sigue azotando al mundo y «si China cierra el ejercicio con un crecimiento de entre el 1 y el 2%, ya será un éxito».

Los chinos, ahorradores por naturaleza, se están apretando aún más el cinturón por los despidos y recortes salariales que ha causado el coronavirus. Las ventas totales al por menor, que en este país incluyen tanto al consumo privado como al público, disminuyeron un 11,4% en la primera mitad del año hasta los 17,2 billones de yuanes (2,1 billones de euros).

A tenor del Buró Nacional de Estadísticas, el consumo per cápita cayó un 5,9% hasta los 9.718 yuanes (1.186 euros) en esos primeros seis meses. «Los chinos de a pie no pueden consumir más porque están entrampados con hipotecas y el panorama sobre su trabajo e ingresos es incierto», valora el economista jefe de Northeast Securities, Fu Peng, en un análisis citado por el periódico «South China Morning Post».

Debido en gran medida al «boom» inmobiliario vivido en China en las últimas décadas, se calcula que el endeudamiento de los hogares chinos llega al 59,7% del PIB, que el año pasado ascendió a 99,08 billones de yuanes (13 billones de euros). Además, el coronavirus empeorará la peligrosa situación de los préstamos impagados, que amenazan al sistema porque ascienden a 3,4 billones de yuanes (414.000 millones de euros), según reconocía este mes la Comisión Reguladora de Banca y Seguros.

Exportaciones

Salvo de material sanitario y de protección contra el coronavirus, las exportaciones también son otro pilar de la economía china que se está viendo muy afectado. En la región sureña de Cantón (Guangdong), corazón de la «fábrica global», están cerrando más factorías que tras la crisis de 2008. Para los «conspiparanoicos» que piensan que el régimen de Pekín ha provocado la pandemia con el fin de dañar a las potencias occidentales, hay que recordar que, según las cifras del Ministerio de Comercio, el sector de la exportación da trabajo a 180 millones de chinos, un tercio de los 530 millones de empleos no agrarios que hay en el país. Aunque el paro se sitúa oficialmente en una tasa del 5,7%, es bastante mayor porque no cuenta a los millones de campesinos que han tenido que volver a sus pueblos tras cerrar la fábricas donde trabajaban o perder sus empleos en las ciudades. En total, en China hay 300 millones de «emigrantes rurales», que son la capa más desfavorecida en este país de enormes desigualdades sociales.

Para el sector exterior de China, que supone un 12% de su PIB y acapara un 13% de las exportaciones globales, el impacto del coronavirus será enorme porque, según la OMC, el valor del comercio internacional se reducirá este año entre un 12 y un 32%. Baste este dato como ejemplo: de los 85 millones de microondas que se fabricaron el año pasado en este país, se exportaron 60 millones. Para no depender tanto de las ventas al extranjero en un ambiente cada vez más hóstil a China, el presidente Xi Jinping lanzó hace dos meses la política de «doble circulación», que persigue fomentar el mercado interno. Pero será difícil hasta que se supere la pandemia.

Otro pilar de crecimiento tradicional sigue siendo la inversión pública y las empresas estatales, que sirven para elevar el PIB aunque su productividad y rentabilidad sea más que dudosa en algunos casos. Hasta 2035, Pekín construirá 200.000 kilómetros de vías de tren. De ellos, 70.000 serán de alta velocidad, el doble de los actuales. «Aunque son inevitables, se están reduciendo los estímulos de inversiones estatales porque disparan la deuda y no son eficaces, ya que la demanda no tira», observa el profesor Xu, quien señala «nuevas áreas de inversión pública como los trenes de alta velocidad, el 5G, los coches eléctricos y la tecnología». A su juicio, la V de la recuperación china está siendo más bien una L porque «tarda en subir».

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