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El ataque a las diputaciones

La búsqueda de enemigos a los que cubrir de toda serie de improperios, sabiendo, además, que su reacción será pequeña, es algo que puede apetecer a un político

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La búsqueda de enemigos a los que cubrir de toda serie de improperios, sabiendo, además, que su reacción será pequeña, porque lo que se compromete con el ataque afecta solo a gentes de poco poder, es algo que puede apetecer a un político. Muestra así su aparente valor con la denuncia, porque la reacción va a ser muy débil. Es lo que sucede con el ataque a las Diputaciones por parte de Ciudadanos, que ha tenido, después, seguidores. Poco pueden hacer los pequeños municipios rurales, que son los que principalmente se benefician de los servicios de las Diputaciones, y no de los de las Comunidades Autónomas, más orientados a las pobladas zonas urbanoindustriales.

Pero, ¿de dónde ha salido esa idea de criticar a las Diputaciones? Y de pronto, al leer «Los campesinos» de Chejov, en busca de raíces del pensamiento crítico ruso que, incluso más que a causa de Marx, es lo que late en la Revolución rusa de 1917.

Con el invento de Koljose y sovjoses muchos de estos campesinos, como ahora sabemos, rectificaron sus antiguas críticas, incluso a pesar de las aparentemente benéficas «Estaciones de Máquinas Tractores». Pero las habían hecho y beneficiado a Lenin.

¿Y qué escribe Chejov? Nada menos que esto: «Los temas de la conversación no fueron muy regocijantes. A unos campesinos atrasados en el pago de los impuestos se les habían embargado las gallinas y depositado los pobres animales en la administración comunal, donde como nadie se había cuidado de darles de comer, se habían muerto de hambre. También habían sido embargados unos carneros, uno de los cuales se había muerto al ser trasladado de un carro a otro». ¿Quién tenía la culpa de todo aquello?

-¡Las Diputaciones! -dijo Osip- ¿Es verdad o no?

-«Es verdad, es verdad, no hay duda».

«Se culpaba a las Diputaciones de todo: de los atrasos, de las malas cosechas… Ya nadie sabía a ciencia cierta lo que eran las Diputaciones. Hasta que los campesinos ricos, dueños de fábricas, de almacenes o de mesones, no fueron elegidos miembros de esas asambleas y dieron en la flor de hablar mal de los susodichos organismos, ningún aldeano los había oído nombrar.

…«Hubo un silencio. Y de nuevo se sacaron a colación las gallinas y los carneros, y se dijo: -la culpa de todo…

«-La culpa de todo –atajó Osip sombrío- la tienen las Diputaciones».

De Osip da la impresión de que el mensaje ha pasado a Rivera y Sánchez.

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