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Fachada del Banco de España - EFE
TRIBUNA

Ajustes en el Santander; corre turno... ¿a quién le tocará ahora? Pío, pío...

No hay escenario para tantos actores y, por tanto, no hay tanto «trabajo» a repartir. Los márgenes se estrechan y se estrechan, lo que deja prácticamente en equilibrio la balanza entre ingresos y gastos

Madrid Actualizado: Guardar
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No tiene remedio. La escasa rentabilidad del negocio financiero en un entorno ya eterno de bajísimos tipos de interés -con dinero prácticamente «gratis»- y con una regulación que crece y crece y que, además, ahoga hasta a los más cumplidores, va a desembocar en una vuelta de tuerca más en el devenir del sector, con recorte de gastos obligatorio (cierre de oficinas y despidos) o fusiones (que, en definitiva, tendrían igual fin: menos sucursales y menos empleados por aquello de las sinergias).

No hay escenario para tantos actores y, por tanto, no hay tanto «trabajo» a repartir. Los márgenes se estrechan y se estrechan, lo que deja prácticamente en equilibrio la balanza entre ingresos y gastos. Así que... ¡a poner remedio toca! Esta semana Banco Santander anunciaba lo inevitable.

Con una red de oficinas próximas a las 3.500 se tornaba complicado mantener tanto coste. Los expertos coinciden: en la actualidad, en España, estar por encima de las 3.000 oficinas bancarias es una temeridad. Más si cabe si se piensa que el futuro pasa por la evolución digital. Algo que tenía más que asumido Ana Botín, la presidenta del Santander. ¿La decisión? Entre 400 y 450 oficinas deberán integrarse en otras más grandes (vamos, que desaparecen claro), sí o sí, un proceso que derivará en unas mil personas menos. No queda otra. Abierto el melón -tras el obligado «superajuste» de Bankia que, desde su rescate y nacionalización en 2012 ha dejado a cierre de 2015, el número de oficinas en 1.196 y la plantilla en 6.436 personas-, el resto del sector sigue, que no empieza, haciendo números. Fijo.

Porque, hoy, según los expertos financieros, para mantener el coste de una oficina, habría que obtener de ella el doble o triple de los ingresos que realmente se obtienen, y con el entorno existente es totalmente imposible aguantarlo en el tiempo. ¿Quién será el siguiente? La ratio de eficiencia marcará el tiempo de cuándo y a quién le tocará. Tradicionalmente, el supervisor ha exigido a las entidades mantener este nivel por debajo del 50% (que significa que para facturar 100 euros la entidad gasta 50 en personal, oficinas, tecnología...). Así pues, cuando la ratio de eficiencia de un banco está por encima del 50%... ya va «regulín», tirando a mal. Le toca o hacer más eficiente el negocio, incrementando la productividad por empleado, vendiendo más productos, o cobrando más comisiones o, lógicamente, recortando gastos. Y eso, ya sabemos lo que significa, solo hay que echar una simple mirada sobre estas líneas.

Los números están ahí. En las memorias de las propias entidades a cierre de 2015. Número de oficinas. Número de empleados. Volúmen de depósitos por oficina, y volúmen de créditos por sucursal. En definitiva, y como resultado de analizar todas estas cifras, destaca su nivel de eficiencia. Bankia, tras sus recortes draconianos, logró mejorar su ratio de eficiencia hasta situarlo en el 43,60%. Sabadell y Popular le siguen a la zaga, en el entorno del 46%. El primero, con 2.224 sucursales y 16.972 personas en plantilla, y, el segundo, con 2.124 oficinas y 15.079 empleados. Mientras que Bankinter tiene una ratio del 48,5%. Por encima de ese 50% que recomienda tomar medidas, BBVA (51,5%, y 32.903 empleados repartidos en 3.811 oficinas), Santander (56,5%, 3.467 oficinas con 24.216 trabajadores), y Caixabank (59,60%, con la friolera de 5.211 sucursales abiertas y 32.242 personas en plantilla). Al final, blanco y en botella, ¿no? Yo no digo nada, cada cual que lea, interprete, y haga sus propios cálculos con los datos entidad por entidad.

El futuro en cualquier caso pasa por la reducción de sucursales, de plantilla -por cierto, no solo en oficinas sino también en servicios centrales-, dar servicios de asesoramiento más especializado al cliente, dejar el negocio hipotecario de lado que no da ni para pipas, transformar la red actual hacia sucursales más grandes, con el negocio centrado en pymes u operaciones corporativas, y... fusionarse. No ya entre las grandes, que lo ven complicado, sino con los llamados «siete enanitos», ¿recuerdan? Todos (salvo BMN, por poco) tienen peores índices que los siete bancos mayores. Los peores ratios para los expertos los tendrían Abanca y Cajamar. Ni siquiera salvan a Kutxabank que pasa por ser la entidad más sólida de las pequeñas, pero que no ha hecho ajustes apenas. Todas, a la espera de ser «rescatadas» -compradas-, porque para hacer recortes, ya saben, se necesita «cash», las prejubilaciones y las bajas incentivadas son caras. Y dinero, lo que se viene llamando »caja», va a ser que no les sobra.

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