Agricultores, camioneros, banqueros... Habla la España que no puede dejar de trabajar

Son múltiples los sectores económicos que han de continuar realizando sus labores porque prestan un servicio esencial a la sociedad en tiempos de coronavirus

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Dos agricultores cultivando sus invernaderos en Almería ABC | Vídeo: ABC

Daniel Caballero

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Agricultores, ganaderos, camioneros, «riders», banqueros, «gasolineros», cajeros, carniceros... son la España que sale a trabajar en tiempos de coronavirus . ABC habla con esa parte de la fuerza laboral que no se puede permitir parar porque su empleo es esencial en estas circunstancias.

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Charo Arredondo, ganadera de Cantabria ABC

«Seguimos produciendo, no os va a faltar comida»

Todo empieza en los pueblos. Y las ciudades son las que se lo comen. Las baldas del supermercado están llenas gracias a toda una cadena que se inicia en los agricultores, ganaderos y pescadores españoles. Sin los productores, la sociedad no sobrevive. Más aún en este estado de alarma que todo lo engulle y en el que se hace más necesario que nunca contar con un abastecimiento suficiente de alimentos. «La gente se ha dado cuenta de lo necesario que es en este momento la alimentación en el día a día. La mayoría de ciudadanos considera cotidiano llegar a una tienda y tener de todo; ahora se percatan de que hay que llenar la despensa y reconocen el esfuerzo del sector», dice Andrés Góngora, agricultor de hortalizas de Almería. Y añade: «Asumimos nuestra responsabilidad como ciudadanos. No me considero un héroe, pero hay momentos en los que los agricultores tenemos que seguir aportando, y ahora todavía más si cabe» .

En esta misma línea se pronuncia también Charo Arredondo, ganadera de vacuno de Cantabria. La leche es su producto y con voz cansada pero el vigor intacto lanza un mensaje a los consumidores: «Por nuestra parte no se va a reducir la cantidad ni la calidad de lo que producimos. Las vacas dan lo que dan, y tenemos garantizados los piensos y veterinarios. Si esto contribuye a tranquilizar a la gente, puedo decir que no tienen que preocuparse porque vamos a seguir produciendo como siempre. No os va a faltar comida ».

Andrés Góngora ABC

Esta ganadera destaca que a ella también le gustaría quedarse en casa pero tiene unas obligaciones. Además de que es consciente de que en los pueblos como en el que ella vive el coronavirus no ha llegado con la misma virulencia que a las ciudades. «No puedes pensar que la leche sale del brick, o que el melocotón sale de una lata. Tenemos una riqueza tan grande que deberíamos valorar más y esperemos que cuando pase todo esto así sea. ¿De qué te vale tener mucho dinero si no tienes buena alimentación?», resume Arredondo.

Sumado a ello, tal como destaca Góngora, ha habido ciertos cambios en la cadena de suministro por el aluvión de demanda de estas últimas semanas. Los supermercados se han visto desbordados, aunque ahora las colas parecen haberse moderado. Así, este agricultor señala a ABC que sus intermediarios y los supermercados han solicitado a los productores mayor cantidad de mercancía ; incluso, que se ha solicitado adelantar pedidos que estaban previstos para dentro de varias semanas.

«Todos tenemos que arrimar el hombro. Nadie se va a quedar en su casa, aunque son momentos en los que tendremos mucho cuidado. Todos estamos comprometidos con cumplir las normas: vamos de casa a la finca y de la finca a casa», explica el agricultor. Asimismo, todo este problema de salud pública por la pandemia del coronavirus ha coincidido con las movilizaciones del campo: «Un país no se puede permitir el lujo de no tener sector agroalimentario. A veces se piensa que en un mercado globalizado las importaciones pueden resolverlo todo, y no es así. Las importaciones pueden ser un elemento que no resuelva el abastecimiento en situaciones de crisis como esta», comenta Góngora. Por lo pronto, el campo español grita alto y claro que España seguirá teniendo comida suficiente mientras esté en su mano.

2

Juan Carlos San Cayo, carnicero de Madrid ABC

«Los mayores piden a domicilio por miedo»

La alimentación no es exclusiva de los supermercados. Aún persisten los comercios tradicionales y especializados como el de Juan Carlos San Cayo, gerente de sus propias carnicerías, que estos días, más que nunca, sabe que presta un servicio esencial: «Nos ha sobrepasado a todos un poco, pero lo llevamos bien. Tenemos que tirar del carro entre todos. Existe el miedo a poder contagiarnos y llevarlo a nuestras casas», cuenta. Para minimizar riesgos, ya trabajan con guantes, mascarillas y separación entre personas de más de un metro.

«El cliente se está comportando, ahora, perfectamente. Los clientes mayores sí que nos llaman para que les llevamos el producto a su casa porque tienen miedo; estamos doblando los pedidos a domicilio», dice. Además, muchos otros usuarios lo que hacen es levantar el teléfono, hacen el pedido y se pasan al establecimiento solo a recoger la compra. «No quieren estar mucho tiempo en la calle» , afirma San Cayo.

Pese a todo, lo vivido estos últimos días nada tiene que ver con la semana del 9 al 15 de marzo . «Se vendió muchísimo. Aquello parecía una Navidad a lo grande. Fue la psicosis de que podría faltar producto», explica. Ahora el clima se ha destensado. Los consumidores llegan con más calma y las ventas han bajado mucho. La cordura se impone entre los usuarios y este carnicero no duda de que el abastecimiento está garantizado; así como la seguridad. En su tienda, por ejemplo, solo dejan entrar un cliente por cada dependiente. Y también pone en valor a aquellos que le permiten a él seguir abierto: «Hay personas como transportistas que hacen una labor muy grande» .

3

Héctor Merino, presidente de Asoriders y «rider» ABC

«Es la situación más dura que he vivido en 22 años»

De nada sirve un supermercado sin nadie que lo surta de alimentos. Esa es la función que cumplen camioneros como Óscar Prieto, que atiende a ABC precisamente en un transporte desde Francia. « Es el primer día en 22 años y medio que lo estoy pasando realmente mal ; es la situación más dura que he vivido. He salido al extranjero, he estado incluso meses fuera de casa y todo esto se lleva con otro tipo de angustia», detalla. Ni para asearse o comer caliente en carretera tenían los primeros días de estado de alarma; ahora, por suerte, sí disponen al menos de baños abiertos. «Somos lo último de lo último. El problema es que no se nos valora hasta que hay una necesidad, como la de comer. Todos los días estás alrededor de 15 horas activo; paras el camión, cenas algo, das un paseo y duermes lo que te queda», explica.

Óscar Prieto ABC

En su caso lleva guantes, mascarilla y gel, pero nada les exime de estar expuestos. Como consolación, dice, que esto se hace por el bien de todos porque aunque no lleve comida un día, sí transporta materias primas para que una empresa no cierre por desabastecimiento. Así las cosas, constata que afrontan un gran riesgo: «No conozco al que me entrega la mercancía, no sé a quién le ha dado la mano, con quién ha estado... Estamos en un peligro constante» . Y añade: «Entre mi asiento y el del copiloto no tengo ni un metro. Yo no puedo hacer ejercicio o andar como la gente en su casa».

Sin embargo, en el sector del transporte hay más gremios. Uno de ellos es el de los «riders» que reparten comida a domicilio a través de Deliveroo, Glovo, Uber Eats... Héctor Merino es presidente de Asoriders y trabaja de ello: «En tres horas he hecho dos pedidos. Hay que tomar conciencia de dónde estamos y la responsabilidad que tenemos». Asimismo, reclama también su reconocimiento por la labor que realizan. «Nosotros tomamos un riesgo por el resto de la gente. Somos un servicio esencial pero nos sentimos vulnerables», señala Merino. Y lo que más le disgusta es el estigma que por redes sociales se intenta imponer a quienes piden por estas plataformas por ser «antiético». Este «rider» responde: «Si paramos, no ganamos. Somos autónomos. Y estamos evitando que la gente salga a la calle» .

4

Francisco Javier Romero, director de oficina en Renta 4 Banco ABC

«El cliente es humano y tiende a salir corriendo»

En estado de alarma se piensa en supermercados, panaderías, carnicerías... como establecimientos que sí o sí tienen que estar abiertos. No tantos piensan en los bancos pero lo cierto es que son un servicio esencial, particularmente para los más mayores que solo utilizan efectivo. «Tenemos que dar servicio a quien lo necesite», comenta Francisco Javier Romero, director de oficina en Renta 4 Banco. Y prosigue: «El comportamiento de los clientes está siendo bueno. Incluso algunos se extrañan de que estés en la oficina. Seguimos y seguiremos haciendo nuestro trabajo de forma profesional y dando servicio como siempre». Un «como siempre» referido a que el usuario podrá realizar cualquier operación; el sistema financiero sigue su curso habitual y, para ello, es fundamental el funcionamiento diario de los bancos, tan lastrados estos días en Bolsa .

Así las cosas, sí que hay temor a una posible reacción que pulula en buena parte de las entidades financieras: los movimientos de capital precipitados. Que los clientes saquen todo su dinero sumidos en el pánico: «Entendemos que tenemos que estar cerca de los clientes, darles atención y hacerles un análisis racional para que comprendan que todos somos humanos. Hay que hacerles ver de forma racional que no deben hacer movimientos de los que luego se puedan arrepentir. Les recomendamos una filosofía de prudencia, paciencia, movimientos de inversión con cuidado... El cliente, que es humano, con miedo tiende a salir corriendo y es un error », señala este banquero, responsable de una oficina que cumple con las recomendaciones habituales de seguridad, además de que no van al establecimiento todos los trabajadores, sino solo uno por día o los que hagan falta para atender a los usuarios.

Bajo este panorama, la presencia de clientes en oficina se ha reducido de manera drástica. No así en el caso de las llamadas telefónicas o las operaciones online. Estas dos últimas se han incrementado estos días, cuenta Romero, quien hace hincapié en su vocación de servicio incluso en estos tiempos difíciles. «Nos necesitan» , dice. Una función no tan vistosa estas semanas como podría ser la del cajero de supermercado o el sanitario que atiende a los enfermos en un hospital pero igualmente necesaria. Jóvenes y ciudadanos de mediana edad manejan con soltura las tarjetas y el entorno virtual; no así nuestros mayores, habituados a tratar cara a cara con el banquero, su banquero de toda la vida.

5

José María Gil Yagüe, responsable de tienda en un supermercado DIA ABC

«Una persona no puede llevarse 30 kg de arroz»

A pie de supermercado, que se diría, lo vivido en la semana del 9 de marzo era algo sin precedentes. La población acudiendo en masa a vaciar los establecimientos y llenar sus despensas. «Fue un descontrol, la gente llevándose comida que no necesitaba», se queja Jesús Hernández, cajero en una empresa de Guadalajara de la que prefiere no dar el nombre. El cambio ha sido muy notable desde la declaración del estado de alarma. «Ahora es verdad que se trabaja con más seguridad. En mi tienda, aparte de facilitarnos mascarillas, guantes, hidrogel... han limitado el aforo para que no haya concentraciones de gente y han reducido los horarios», cuenta este trabajador. La distancia de más de un metro se da por supuesto, y van más allá: «Los encargados nos dicen que racionemos la comida porque una sola persona no puede llevarse 30kg de arroz». No van a permitir de nuevo la psicosis de hace unos días y en ello trabajan para concienciar a los clientes. «Veo bien que sigamos abiertos porque la población tiene que comer», destaca este cajero, pese a tener que estar expuesto al virus durante su jornada laboral. El riesgo cero no existe. «Se habla mucho del personal sanitario, que tiene todo el mérito y realiza una labor alucinante, pero hay otros sectores que también estamos expuestos. No igual que ellos pero también nos arriesgamos porque la gente viene a comprar y hay quien no pone cuidado», clama Hernández.

Jesús Hernández ABC

José María Gil Yagüe también trabaja en un supermercado pero sus tareas son bien distintas. Él es responsable de tienda en un establecimiento DIA y, como tal, tiene responsabilidades de gestión para que todo fluya, incluso en estos tiempos. «El día a día está siendo muy intenso, todo ha cambiado. Somos conscientes de que tenemos un papel fundamental en la sociedad; desde que entramos por la mañana estamos intentando que todo salga bien, atender al cliente, que no le falte de nada...», dice este trabajador. Y va más allá: «El cliente para mí es el rey, desde siempre» .

En este sentido, las dudas sobre el abastecimiento son recurrentes. Clientes que preguntan y otros a los que se les nota por el lenguaje corporal. Cada uno lo expresa a su manera. «Ahora con esto tendré que atender de otra manera, y el cliente se tiene que ir feliz. Si no encuentra un producto concreto, ya le explicaré qué alternativas le puedo dar», detalla Gil Yagüe.

En su caso sí que se sienten reconocidos por la sociedad. La interacción con los usuarios se ha reducido a la mínima expresión pero también recibe señales de gratitud con una sola mirada. Basta una caída de ojos o una sonrisa a través de la mascarilla para dejar ver que sin ellos España se quedaría sin comer. «Si los clientes salen con una sonrisa es que lo habremos hecho bien», cuenta.

Lo cierto es que en estos momentos cada vez hay más pedidos a domicilio. Y el online también se empieza a potenciar. Tanto Hernández como Gil Yagüe explican que ahora los consumidores se han concienciado. Una suerte de buen comportamiento para que todo el mundo pueda comprar. Aquellos carros con decenas de kilos de un producto no volverán a ocurrir si de ellos depende esa situación.

6

Lorena Gómez, expendedora de gasolinera ABC

«Esto era un caos, estábamos a reventar»

En las ciudades, en los pueblos o en medio de la carretera. En cualquier sitio nos podemos encontrar una estación de servicio para repostar. La gasolina también se ha convertido en un bien preciado; tanto, que sufrieron la llegada en masa de la gente en busca de gasolina la semana pasada. «Las ventas han bajado, aunque los dos primeros días (sábado y domingo) fueron un caos: no podía ser que estuviéramos aislados y esto a reventar. A partir del lunes bajaron las ventas, en cuestión de combustible, mientras que la venta de la tienda sí que se sostiene un poco más», explica Lorena Gómez, «gasolinera» o, técnicamente, expendedora en una estación de servicio de barrio.

En su caso también se han tomado medidas de seguridad. Guantes, mascarillas, geles... y una mampara de metacrilato a través de la que atender a los clientes. Operan a través de una ventanilla, como si todo el día fuera horario nocturno . «Vivimos la situación con desconcierto. Estamos viviendo el día a día porque van saliendo cosas diferentes. En mi puesto de trabajo sí que me encuentro segura. Tengo miedo, pero me siento segura al mismo tiempo», cuenta esta trabajadora.

Gómez es consciente de que realiza un «trabajo esencial» que no se puede parar. Todo el mundo que sale, especialmente los transportistas, necesitan combustible. «Me siento privilegiada por ir a trabajar y prestar mi servicio, me siento hasta útil», detalla esta «gasolinera» . Al mismo tiempo, el trato con el cliente es una de las cosas que más le gratifica en estos momentos: «Hay clientes que nos dan las gracias por estar abiertos. Y vemos que la gente, al estar yo en una gasolinera de barrio, nos da ánimos, y eso se agradece en estos momentos».

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