Instalaciones de la empresa Indra
Instalaciones de la empresa Indra - jaime garcía

Telefónica ampliará al menos al 10% su posición en Indra con apoyo de La Caixa

El Gobierno se garantiza un núcleo duro afín a sus intereses, pese a que SEPI venderá la mitad de sus acciones

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Telefónica ampliará su presencia en Indra hasta al menos un 10% de su capital, desde el 6,1% actual, mientras que la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI) -controlada por el Estado y accionista mayoritario de la compañía con un 20,14%- irá deshaciendo posiciones hasta quedarse con un 10%. Según ha podido saber ABC, el momento elegido será cuando la acción de Indra se sitúe en el entorno de los 10 euros, evitando así que SEPI, que compró en agosto de 2013 su participación actual a Bankia a 10,1 euros, tenga minusvalías.

La operadora que preside César Alierta cuenta con el apoyo de otro de los grandes en el Ibex 35, Isidro Fainé, presidente del grupo La Caixa, hoy socio de Telefónica, con un 5% de su capital.

Fuentes del entorno del presidente de la entidad financiera aseguran que no hay intención alguna de entrar directamente en el capital de Indra, si bien ven con buenos ojos la decisión de Alierta y le dan su apoyo desde el consejo de la operadora.

Telefónica reconoció el pasado miércoles 28 de enero ante la CNMV la adquisición de un 6,1% de la sociedad que presidía aún entonces Javier Monzón: un 3,16% en acciones y otro 3,01% en opciones, que serán ejecutadas a lo largo de este año. Una operación que encontraría su explicación para los mercados tan solo un día después, con el nombramiento de Fernando Abril-Martorell en sustitución de Monzón en la presidencia de Indra. Abril-Martorell es un hombre de confianza de Alierta ya que fue consejero delegado de Telefónica entre 2000 y 2003. Un movimiento por cierto que, según los observadores más puntillosos, gozaría también del respaldo de Fainé, valedor de la profesionalidad de Abril-Martorell en los tiempos en los que este se sentaba junto a él en el consejo de Telefónica con Juan Villalonga de presidente.

Además, las mismas fuentes explican a este periódico que la operación para colocar a Abril-Martorell en la presidencia de Indra -cocinada desde la propia Moncloa y facilitada por Telefónica-, va mucho más allá que el simple hecho de cambiar de líder. Detrás, un minucioso plan para garantizar la españolidad del núcleo duro de una compañía con actividades muy sensibles y estratégicas para la seguridad del Estado. La gran operadora española se convertirá así, junto con la familia March (corporación Alba, con un 12,6%), en accionista de referencia de Indra.

Para Telefónica, la compra de este paquete, con visos de seguir subiéndolo, le permite adentrarse en un negocio clave dados los continuos ataques informáticos a bases de datos estratégicos, mientras que al Gobierno le facilitaría poner a buen recaudo una participación mayoritaria de una empresa por la que se han interesado varios fondos de capital riesgo extranjeros. Así, un núcleo español con cerca del 30% blindaría a la tecnológica frente a opas hostiles y evitaría igualmente tener que lanzar una opa por parte de ninguno de los accionistas relevantes para igualmente preservarla.

Mientras, desde SEPI se mantiene la idea de mantener su presencia en el capital -si bien de forma más minoritaria- para «seguir sosteniendo la identidad española de la compañía, referente de la industria tecnológica del país y de la marca España».

Fuentes conocedoras de la situación aseguran que hasta ahora, el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, del que también depende SEPI -sus derechos económicos-, se había negado a vender acciones de Indra porque generaría más de 80 millones de euros de minusvalías sobre los 337 millones pagados en agosto de 2013 por el 20,14% que vendió Bankia.

Indra, ¿defensa o tecnología?

Ahora el futuro de Indra está en la dicotomía de saber si sus nuevos gestores y valedores seguirán sometidos a ciertas directrices desde el Ministerio de Defensa -que tiene los derechos políticos derivados del paquete accionarial de SEPI- y hacer de la compañía un gran grupo de Defensa o, por el contrario, se integrará en la órbita de Telefónica, para mantener y desarrollar su gran proyecto de empresa, líder del sector de las tecnologías de la información.

En definitiva, una empresa orientada al negocio militar u orientada al mundo civil. Y es que si algo salió bien en la antigua Indra, liderada durante 22 años por Javier Monzón, es esa capacidad camaleónica de combinar un desarrollo de negocio dual que permitiera la utilización de las tecnologías originales de la industria de Defensa al servicio de los negocios civiles, en los que Indra se ha convertido en empresa puntera.

Hoy Indra es la primera empresa española en el sector de las tecnologías de la información, con un volumen de ingresos cercano a los 3.000 millones de euros, casi la mitad fuera de España, y unos 40.000 empleados en todo el mundo.

Otro de los retos para el nuevo presidente está en hacer que los títulos de la compañía suban en Bolsa. En los últimos meses, Indra ha llegado a perder el 50% de su valor. Y es que tan solo una semana después de su llegada, y sin hacer aún nada, ni anunciar ningún cambio en la estrategia de negocio, pero trabajando codo con codo, de forma ordenada y amigable, con el presidente saliente -nombrado ahora presdiente de Honor de la compañía-, el mercado ya vislumbra cambios en la gestión con Abril-Martorell. Desde el anuncio del desembarco de Telefónica, las acciones han recuperado 1,5 euros, que supone un repunte de un 19%.

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