Un icono para Mahón

El Club Marítimo de Mahón, del que he tenido el honor de ser presidente los últimos cuatro años, acoge estos días la XIII Copa del Rey de Barcos de Época, la regata más importante de nuestro calendario y una de las más prestigiosas del Mediterráneo en su categoría. La cifra de inscritos (más de 40) y la calidad de la flota demuestran que tenemos un acontecimiento plenamente consolidado que, no obstante, ha debido enfrentarse a lo largo de su existencia a algunos contratiempos importantes.

Una de las primeras consecuencias de la pérdida de los amarres del club fue la anulación de la prueba en 2009.

Ese año se vio hasta qué punto la Copa del Rey de Barcos de Época contribuía a divulgar la imagen de Mahón y a la economía local. Se vio claro que Menorca no podía permitirse el lujo de renunciar a uno de sus encuentros anuales deportivos de referencia y hubo que trabajar duro para que la temporada siguiente las aguas volvieran a su cauce. El mérito de la recuperación de la Copa corresponde al equipo de mi predecesor, Fernando Rita, que supo negociar y encontrar una solución en momentos difíciles. La Junta Directiva que me ha acompañado en mi etapa de presidente trabajó también muy duro para consolidar y mejorar la organización, algo que creo conseguimos.

La Copa del Rey de Barcos de Época, como decía, no sólo es buena para nuestro club. Lo es para Mahón, como se pudo comprobar durante los peores años de la crisis. Los empresarios locales siempre me han transmitido su inquietud por la posibilidad de que la regata no se celebre. De ahí que, todavía bajo mi mandato, decidiéramos sacarla adelante cuando nuestro patrocinador, Panerai, anunció que estaría sólo los años impares. Nuestro compromiso como club no nos permitía renunciar a lo que la Copa del Rey de Barcos de Época reporta a la ciudad. Somos una entidad sin ánimo de lucro y tenemos una función social que cumplir. Confío que en el futuro se pueda recuperar el patrocinio anual.

La organización de regatas como la Copa del Rey, además de la Menorca Maxi, la Menorca Sant Joan o la prueba del circuito internacional de la clase TP52 que acogeremos en septiembre, fue también una manera de gritar al sector náutico que seguíamos vivos. Que, a pesar de las dificultades gravísimas derivadas de la perdida de los amarres, estábamos dispuestos a mantener el alto prestigio del Club Marítimo, una entidad modesta pero de una importancia capital para la sociedad mahonesa. Muchos nos tildaron de locos, pero creo que el tiempo nos ha terminado dando la razón.

En mi opinión, el Club Marítimo de Mahón no debe abandonar esta línea. Debe seguir trabajando para consolidar sus regatas emblemáticas al mismo tiempo que fomenta el deporte náutico de base. La Copa del Rey de Barcos de Época es un icono para Mahón que debemos ir alimentando durante los años.