Mini Transat

Enrique Torres: «A Pablo le sobra el orgullo de torero»

El padre de Pablo Torres es un sevillano de 63 años, de profesión informático y dentro de este campo, especialista en sistemas de control industrial

Coli Terry

Está casado con Mercedes Barragán y el matrimonio tiene tres hijos, Enrique, director de logística y operaciones de una importante compañía ligada al sector naval, Carmen, odontóloga y Pablo, de profesión navegante solitario. Desde que ABC de la Náutica contactó, en 2007 con Pablo en Valencia, siempre hemos tenido una comunicación fluida y eficaz con Enrique, padre de la criatura, que siempre nos ayudó en lo que necesitábamos para ese dato o foto que siempre falta para el artículo que estas redactando, o cualquier otro tipo de ayuda. Por citar una, entre los dos diseñamos el dossier de un importante proyecto para Pablo que desgraciadamente, con el diseño y el astillero apalabrados y a falta de tan solo la firma se vino abajo. Desde entonces quise hacerle una entrevista, porque aparte de la relación natural paterno-filial, desde el principio vi que esta relación era algo más desde el punto de vista del navegante, Enrique y Mercedes aparte de padres eran parte fundamental en los proyectos deportivos de su hijo Pablo.

¿Cómo se te queda el cuerpo cuando un hijo tuyo te dice, «papa estoy haciéndome un barco y me voy a cruzar el charco»?

No me sorprendió conociéndolo y sabiendo como es. Iniciado ya su proyecto «El Bicho I» en la nave/velería que había alquilado a su amigo Walter Besteiro en Valencia, en una de las conversaciones que casi diariamente manteníamos, me dijo «Papá, tu que eres una persona comprensiva, te quiero decir que me he ido a vivir a la nave donde estoy construyendo el Bicho. Tengo que ahorrar gastos». Tal cual. Cuando pudimos, fuimos su madre y yo a Valencia a ver qué era eso de «… me he ido a vivir…». No fue fácil digerir y asimilar la situación.

Aunque ya era la segunda gran travesía de Pablo, fue la que más le costó entender y comprender de su proyecto.

En los inicios, en 2008 y ya en Valencia, hablábamos mucho acerca del proyecto y de las dificultades que iba a encontrar (financiación, patrocinio,…). España estaba entrando en la última crisis. Fue un tema recurrente hasta que comprendí que no iba a detener el proyecto. Lógico teniendo en cuenta como es, el empuje que tiene y sus objetivos. A partir de ahí, apoyo incondicional en la medida que fue posible. Tengo meridianamente claro que si hubiera atendido a esas conversaciones, no habría habido ni «El Bicho I», ni «El Bicho II» y ni por supuesto Mini Transat.

El primero de ellos se fue al traste, ¿qué ocurrió desde tu punto de vista para que esto fuese así?

El «Bicho I» era un barco bien diseñado, robusto y fiable. Opinión no solo mía sino también de los que habían participado en su construcción, pruebas de mar, en las que se pulieron defectos, y que lo habían navegado en varias singladuras y transportes. Dicho esto, ¿qué posibilidades de salir con bien tiene un velero de 6,5 metros de eslora y 3 de manga navegando en el Golfo de León en un temporal de tramontana de fuerza 8? Es fácil imaginar lo que podría ocurrir. La rotura de la cogida del timón de estribor era una de las posibilidades y era lo mínimo que podía pasar. Otro mini que navegaba al norte de Mallorca, desarboló.

¿Quedarse sin gobierno fue determinante?

Eso fue alrededor de las 04:00. Aún y así, aguantaron hasta que comprendieron que era materialmente imposible el remolque a puerto debido al estado de la mar. En los dos días posteriores, Pablo y Julio trataron de rescatarlo pero desgraciadamente no fue posible. Y digo desgraciadamente porque cuando la Marina francesa nos comunicó que «… durante el proceso de rescate del Bicho se habían producido daños irreparables y que los restos habían sido depositado en la base de Toulon …» y vimos las fotos del estado en que había quedado, quebrado y desvalijado, supimos que «El Bicho I» no volvería a navegar jamás. Un palo muy duro de digerir, que encima hubo que pagar con parte de la indemnización de la compañía de seguros, a la que para colmo de males, tuvimos que denunciar y pleitear.

En esta edición, he visto que tomó usted la batuta desde el principio, ¿se lo pidió Pablo o lo hizo de motus propio?

«El Bicho II» es un proyecto totalmente dirigido por Pablo. Desde que decidió comprarlo y hasta su culminación. Es cierto que siempre consultó las dudas y opciones que pudiera tener. Recibió las opiniones y consejos oportunos, pero siempre fue, ha sido y es autónomo en sus decisiones. Simplemente, conseguida su calificación para la Mini Transat de 2017, la prioridad de Pablo era concentrarse de lleno en «El Bicho II», navegarlo, prepararlo y desde luego prepararse el mismo para afrontar la regata. Eso significaba lisa y llanamente olvidarse de todo lo demás que no fuera eso.

¿Qué le ha faltado y que le ha sobrado a Pablo?

No es fácil responder a esta pregunta, tiene muchas facetas y todas muy complejas de responder brevemente, pero como no quiero eludirla, ahí va. ¿Qué le ha faltado? La vela no es popular en España. Aquí no hay tradición como en Francia. Quizás otras circunstancias económicas en España le hubieran posibilitado obtener ayudas con más tiempo. Aparte de que solo los muy conocidos reciben apoyos, que por supuesto estoy convencido merecen. Como botón de muestra y por supuesto, sin intentar establecer ningún paralelismo, Dios me libre, ¿Cómo Didac Costa tuvo que renovar su electrónica con prácticamente la Vendée Globe en marcha? ¿Cuántos buenos ministas se han quedado en tierra por falta de apoyos? ¿Y qué le ha sobrado? Si es que sobra, tesón, pundonor, orgullo torero, honestidad consigo mismo y con su entorno, enorme capacidad de sufrimiento y aguante para levantarse de los reveses que han vivido, fe ciega en sus objetivos, una muy buena dosis de osadía y audacia, capacidad de enfrentarse a los miedos y a lo desconocido. No le ha sido nada fácil mantenerse en la brecha. Si me lo permites, solo los líderes, los auténticos, son capaces de hacerlo. He conocido algunos, muy pocos, pero todos sin excepción han triunfado con esos ingredientes.

¿Y la madre qué dice de todo eso?

El mundo náutico es un medio hostil para ella, en el que se siente insegura e incómoda. No le gusta. Pero siempre ha estado a su lado, apoyándole en todo aquello que ha emprendido, desde que se inició en la vela con 7 años, su paso por la vela ligera, equipo preolímpico, vuelta al mundo en la Nao Victoria y Mini Transat. Usando un símil taurino, su madre lo vive como algunas madres de toreros: no van a la plaza pero siempre están presentes; para lo bueno y para lo malo.

¿En qué grado de relación le ha permitido Pablo que interviniese en el proyecto?

Como antes mencioné, «El Bicho II» es un proyecto íntegramente dirigido por Pablo. Desde su inicio y hasta su culminación aunque era lógico que se apoyara en las dudas y opciones a tener en cuenta. De la trastienda de la que yo me ocupaba, pues eso, yo me ocupaba de filtrar y resolver todo aquello que pudiera interferir o no fuera el objetivo principal. Obviamente, la información y el conocimiento fluían en ambas direcciones. Sabes que para que un equipo funcione, cada integrante tiene que asumir su parcela pero también tiene que hacer partícipe al resto.

¿Y de los patrocinadores qué?. Hágame un análisis de su comportamiento y grado de satisfacción en esa relación

Pues sea cual sea la contribución al proyecto, ayudó a conseguir el objetivo. Y mi agradecimiento es total con todos y cada uno de aquellos que creyeron en el proyecto de Pablo, apostaron por él y se comprometieron. Y no solo con los patrocinadores sino también con esa legión de amigos y familiares que desde los inicios, con «El Bicho I» y resto de la trayectoria, han estado, están y siguen estando con Pablo.

Lo del crowfounding, lo ha llevado usted directamente, con una implicación por tu parte del cien por cien.

Ves que el tiempo pasa, la Mini Transat se acerca, sabes que pese a los esfuerzos de tantos, no están cubiertos temas fundamentales y que no puedes pedir más y tampoco hay ya tiempo para intentar otros caminos. La Mini Transat es muy cara y no es una regata que pueda ser tomada a la ligera. Para culminarla con éxito y cuando digo éxito, era llegar a Martinica y volver con el barco entero, pues tienes que tener asegurado muchas cosas. No se puede ir como algunos ministas que van a la cuarta pregunta, como alguno limpiando fondos para obtener financiación, ni tampoco como alguno que va con todo regalado, barco y resto de necesidades, sin valorar lo que tiene. Ninguna de las dos anteriores situaciones eran opciones para Pablo, así que, que queda… ¿qué harías tú?, que sabes lo duro que es esto de la vela en España. ¿O no es así?

Pero teóricamente su patrocinador principal había cubierto esas cantidades

Ésta pregunta tiene dos vertientes que hay que tener en cuenta y ponderar con detenimiento. Por un lado, está el entorno, objeto y fechas cuando se estableció la relación con el patrocinador principal, como tú lo llamas, y por otro, las reglas de clase que la organización de la Mini Transat impone. Respecto al patrocinador principal, entiendo que te refieres a Puerto Sherry. Y haces bien en calificarlo así porque en ningún caso fue patrocinador exclusivo y excluyente. La relación con Puerto Sherry se inició, allá por 2012, por y para la participación de Pablo, con «El Bicho I» en la Mini Transat edición de 2013. Lisa y exclusivamente. Las clausulas a las que se obligaban ambas partes, se aplicarían en función del grado de cumplimiento de las mismas. Algunas de ellas se perfeccionaron y ambas partes cumplieron con lo pactado. Pero como bien sabes y desafortunadamente, durante la campaña de regatas de clasificación para la Mini Transat se produjo aquella «… fatídica navegación por el Golfo de Rosas»; uso tus mismas palabras. Resultado, «El Bicho I» perdido y por tanto, un acuerdo de colaboración que ya no tenía objeto. Cuando Pablo compró «El Bicho II», Pablo y Puerto Sherry estuvieron de acuerdo en usar parte, no todo, del clausulado que en su momento establecieron para «El Bicho I». Así ha sido desde que «El Bicho II» está en Puerto Sherry. Ambas partes han cumplido con lo que verbalmente acordaron para ésta ocasión.

¿Qué cree que hará Pablo en el futuro con su afición de regatista en solitario?

Creo que el solitario es una filosofía de vida que requiere un estilo de vida muy definido y que nunca se olvida; es como cuando te vacunas, por ejemplo, del sarampión que es para toda la vida. Lo que no quita que también desee participar en otras fórmulas de navegación. A día de hoy, sé que tiene en mente algunos proyectos y perspectivas que serían prematuros de enumerar. Al menos, por mi parte.

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