MotoGP

Brad Binder, todo por las motos

El sudafricano se marchó a vivir a Europa con su madre dejando a su padre y a su hermano en casa para buscarse una oportunidad en MotoGP

Brad Binder AFP

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Las gotas del sudor se mezclaban con las que amenazaban sus ojos cuando trataba de explicar qué le pasaba por la cabeza cuando cruzó la meta en primer lugar. «Estaba en shock», comentó. En el Gran Premio de República Checa , Brad Binder , que mañana cumple 25 años, logró una victoria reivindicativa: la de los pilotos de «clase media» que están aprovechando mejor que nadie la ausencia de Marc Márquez ante la pasividad de los que estaban llamados a sucederle en el trono.

Y la del novato Binder, tercera carrera en «Primera división», fue una victoria de categoría. Desde la séptima plaza de la parrilla hasta engullir a Morbidelli, que llegó a ir con una ventaja de casi dos segundos, y que palideció a nueve vueltas del final al ver la moto naranja del 33. Un 33 que se asemeja a las BB de su nombre, y que ha dejado ya varios capítulos en la historia del motociclismo. En 2016 en el Gran Premio de España, una sanción lo obligó a salir último de la parrilla. Recuerda ahora entre risas que las luces del semáforo quedaban muy lejos. Pero protagonizaría la mayor remontada de este deporte, al superar a 34 rivales para que la bandera a cuadros ondeara para él.

Es uno de los ejemplos que definen a este piloto no demasiado dado a las expresiones pero que ayer no podía dejar de sonreír. La perseverancia y el sacrificio es parte del contrato tácito que tiene firmado con sus padres, que lo dejaron todo por la carrera de su hijo. Montones «indecentes» de dinero y periodos de vivir separados, el padre, Trevor, y el hermano Darryn -también piloto- en Carletonville, la madre, Sharon, y Brad en España desde los 12 años. Sin gran tradición de motos en Sudáfrica -Jon Ekerold fue campeón de 350cc en 1980, Kork Ballington, de 350cc y 250cc en 1978 y 1979- Europa era la puerta de entrada a las grandes ligas.

La valentía, por tanto, era parte del trato. Y el ir paso a paso. Aunque empezó compitiendo en karts, a los 10 decidió que quería ir sobre dos ruedas. Probó primero en Inglaterra hasta que le llegó la oportunidad de la Rookies Cup, donde compitió tres años. En 2011, la puerta se abre: 125cc. Un año más tarde, y en la rebautizada Moto3, sus primeros puntos; en 2014, primer podio; en 2015, contrato con el equipo Red Bull KTM Ajo . Billete para soñar en grande.

Al sacrificio y la perseverancia unió el compromiso con una escudería con la que creció hasta ser el piloto que ayer deslumbró a todos sus rivales, tuvieran el palmarés que tuvieran. Incluso a ese gran ídolo que ayer terminó quinto: Valentino Rossi. Era su forma de devolver todo lo que sus padres y Niki Ajo habían apostado por él. Primer triunfo en la categoría reina para él, en su tercera carrera, y para KTM, el mayor logro de su historia , apuntalado en divisiones inferiores, confirmado con el podio de Pol Espargaró en 2018 -ayer se cayó tras tocarse con Zarco-, celebrado por todo lo alto ayer. Aunque por primera vez, por el Covid-19 -Dorna confirmó un caso positivo entre su personal, asintomático-, Trevor y Sharon no estuvieran allí con Brad, que acabó confesando: «Nunca he llegado a una carrera pensando en ganarla».

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