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Natación

Ledecky contra Ledecky

La nadadora estadounidense no encuentra más rival en la piscina que sus propios récords, y con 19 años ya es la historia de este deporte

Katie Ledecky celebra una victoria.
Katie Ledecky celebra una victoria. - Afp

Fiestas de Halloween con pizzas y refrescos con sus compañeros de clase, bailes de disfraces y de promoción. Es la rutina de cualquier chica estadounidense antes de comenzar su etapa universitaria. También es la de Katie Ledecky, aunque en su tarta de cumpleaños además de sumar velas también sume medallas de oro. Este portento de 19 años aplazó su entrada en Stanford para dedicarse, con su entrenador, Bruce Gemmel, a preparar a conciencia los Juegos de Río 2016, a pulir esa supremacía absoluta con la que se pasea por las piscinas del mundo desde que hizo su aparición estelar en Londres 2012 con 15 años. En otoño, con una beca deportiva, disfrutará de su primer año universitario, como cualquier otra chica estadounidense de su edad.

Para ella saltar al agua y ganar forman parte de la misma frase. Aunque detrás de los éxitos estén los esfuerzos de toda la familia, y sobre todo sus padres -David y Mary Gen-, para acompañarla a cada entrenamiento desde que empezara de niña hasta que se sacó el carné de conducir y su hermano le dejara el coche de vez en cuando. Esta estadounidense nacida en Washington acude a sus segundos Juegos Olímpicos con un historial que asusta. De Londres 2012, con apenas 15 años, se llevó un oro en los 800 metros libres. Y en este ciclo olímpico: cuatro oros en el Mundial de Barcelona 2013 y otros cinco en Kazán 2015.

En esta última competición internacional, se lanzó desde el poyete en cinco pruebas. Con recompensa dorada en todas ellas al final del último viraje. Se convirtió así en la primera nadadora -también nadador- en conseguir el éxito en pruebas tan diferentes como los 200, 400, 800 y 1500 metros libres. El quinto lo logró con el relevos. No hubo carrera sin triunfo como tampoco da brazada sin récord del mundo. En Kazán logró tres de los once que llevan su nombre.

Y si sorprenden sus registros sobre el papel, todavía lo hace más sobre el agua. Sus brazos imponen un ritmo dictatorial desde la salida. Sus rivales, al máximo, observan con impotencia cómo van perdiendo su estela en cada viraje. Ella, sin embargo, ni siquiera parece notar la ausencia de competitividad en las calles de alrededor y es capaz, como en Kazán, de sacar más de una piscina de ventaja sobre sus perseguidoras. O de establecer una mejor marca con cuatro segundos de diferencia. Si en 2013 nadó los 800 metros en 8:13, este pasado enero lo hizo en 8:06. Si nadaba 1500 metros en 15:36, ahora toca la pared en 15:25. Es Ledecky compitiendo contra Ledecky. Una bestialidad escondida en una sonrisa enorme y unas ganas locas de pasarlo bien fuera de la piscina. Como invitando a su rival Lotte Friis a visitar su ciudad. Tan normal fuera del agua, como extraordinaria dentro de ella.

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