David Valero y la fe de una remontada de bronce

Cuando ha sufrido un enganchón en la salida que le ha relegado a las últimas plazas, nadie podía imaginar que David Valero Serrano fuese capaz de realizar esa obra de arte, esa descomunal remontada hasta la medalla de bronce . Y es probable que solo el propio biker granadino haya mantenido la fe en sus posibilidades, que supiera que su tesón, su garra y el estar ante su gran oportunidad eran suficiente combustible para aplastar a los rivales que tenía por delante en el circuito de Izu. La suya ha sido la aparición estelar de la jornada, ese tapado que irrumpe en el momento de la verdad y que pese a tener a rivales como Nino Schruter –tres medallas olímpicas al cuello–, no mira atrás porque sabe que el momento de su vida está delante, unos centenares de metros más allá.

Gritaba su auxiliar en la última vuelta que lo hiciera por su hijo y Valero, movido por esa fe del que cree en lo que hace, ha alcanzado una tercera plaza que revalidaba la que logró hace cinco años en Río su entrenador Carlos Coloma . Mientras, sus gestos y sus lágrimas delataban que la proeza de remontar una treintena de plazas le había sobrepasado incluso a él. Hasta fue capaz de reducir en medio minuto la ventaja que le llevaba el ganador Tom , estrella del bike y de la carretera...

David Valero es un biker tardío pero persistente, de los que siempre están al acecho y de los que siempre buscan mejorar. En Río se quedó con mal sabor de boca, uno noveno que no le dio ni para diploma olímpico. En 2018 saboreó el que era hasta hoy su tope internacional, ese bronce en el Europeo de Glasgow. Pero faltaba ese gran resultado que le colocara en la élite mundial. Ha tenido que viajar hasta las faldas del monte Izu y esperar a tener 32 años, pero ha merecido la pena. Aquel chaval que comenzó su afición con la BH California que le regalaron sus padres con diez años y que tenía que trabajar en un taller de bicis para ganarse la vida ya forma parte de la historia del deporte olímpico español.

En los días previos, Valero aseguraba que el circuito le gustaba. «Es explosivo y de potencia, y exige ir todo el rato a tope, lo que beneficia mi forma de pedalear», había dicho Valero. Solo había una pega que le hacía dudar ante su buen momento de forma. «Mi mayor defecto es que no salgo muy bien», había dicho, y por desgracia se ha cumplido. El duelo entre Mathieu Van der Poel y Tom era el gran reclamo para la prueba y un peligro para el resto de competidores, porque como era de esperar, han salido en estampida en busca de esas primeras plazas y de romper la carrera. Un hándicap para el granadino, que encima se ha encontrado con un enganchón que le ha enviado al sótano de la carrera. Mientras Valero circulaba en la 'zona oscura', delante se ha producido el primer golpe de efecto con la caída de Van del Poel que vueltas después le llevaría a abandonar con un golpe en la cadera.

Esa pelea de gallos, sin embargo, ha sido beneficiosa para Valero. Mientras él tomaba un ritmo de crucero y crecía paso a paso, delante muchos de los valientes que han buscado ese grupo de cabeza han comenzado a ahogarse. Era el momento de 'recoger cadáveres', y el granadino de Baza se ha aplicado a ello con nota. De repente, en la segunda mitad de la prueba, Valero aparecía en los marcadores: 12º, 9º, 8º... Quedaban dos vueltas y todo podía pasar, porque estaba crecido, desatado al ver menguada su desventaja. En la última vuelta era sexto, y con el grupo que peleaba por el bronce a tiro. Les ha alcanzado y se ha puesto a tirar como si le llevara la vida en ello. En realidad, era así. La oportunidad de su carrera deportiva, hoy o nunca. Así que en los 500 metros finales ha peleado con el alma para llegar a meta tercero. Por su hijo, como le gritaban desde el box. De nuevo el mountain bike español está de fiesta en unos Juegos. Y el medallero español en Tokio suma su segunda presea.