Vaselina para Rosell

Salvador Sostres

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Sandro Rosell ha dicho en una entrevista concedida a Mundo Deportivo que se asustó un poco cuando al ingresar en prisión le fueron entregados cuatro preservativos y una bolsita de vaselina, insinuando que se daba por supuesto que iba a ser violado. El mito de que en las cárceles españolas te violan es falso. Y de hecho, la condena por violación es la que más problemas puede crearte en tu relación con los demás reclusos.

Estar en prisión nuca es agradable, sobre todo por la sensación de falta de libertad, pero siendo esto cierto, e incluso dramáticamente cierto, también los es que los reos como el expresidente azulgrana penan rodeados de personas de parecida condición, y así Rosell coincidió, entre otros, con el hijo del presidente Pujol.

Efectivamente, cuando entras en la cárcel, se te hace entrega de un pequeño botiquín para los más elementales cuidados, que incluye paracetamol, tiritas, líquido desinfectante y también la mencionada vaselina para que puedas aplicártela en caso de golpes u otros incidentes menores, aunque cada cual puede darle el uso que estime oportuno, y si resulta altamente improbable que cualquier preso –y todavía menos uno como Sandro– sea violado, también es poco habitual que desees una experiencia de esta naturaleza y no haya quien esté dispuesto a proporcionártela.

Pero que en un ambiente masculino y de privación de libertad aumente la estadística de relaciones homosexuales forma parte de lo lógico, no puede ser motivo para insinuar que las violaciones están de moda en las cárceles españolas, y que las autoridades lo fomentan con el cinismo de repartir vaselina entre las presuntas víctimas para endulzar la medicina. Eso está fuera de lugar y contribuye a estigmatizar este tipo de condición, de práctica o de afición sexual.

Esto de la afición nunca se menciona, y es injusto, y discriminatorio, porque como el propio Sandro sabe, por sus varios años de experiencia, se pueden sentir los colores del Barça muy adentro sin ser de Barcelona. Rosell estuvo dos años encarcelado por un error, que no prevaricación, de Carmen Lamela. Un error lamentable, sin duda, pero no por ello intencionado. Y tal error fuera subsanado cuando al fin Rosell contrató a un buen abogado, José María Fuster Fabra, que con la ayuda del catedrático Gonzalo Quintero, logró su inmediata puesta en libertad basándose en el principio de la doble incriminación, que establece que cuando se juzga en España por un delito cometido en el extranjero, el hecho tiene que ser delictivo en España y también en el país donde se ha cometido.

Pero que el hombre no tuviera que haber pasado dos años en prisión preventiva no significa que las cárceles españolas sean el paraíso del abuso sodomita ni que la justicia española esté atestada de jueces prevaricadores que persiguen a barcelonistas e independentistas. Ni siquiera significa que Rosell no merezca pasar en la cárcel dos o más años, ni que no vaya a pasarlos cuando al fin resuelvan los diferentes casos en los que continúa implicado, porque Fuster Fabra es un fantástico abogado, pero a veces ni la música puede sustituir a las lágrimas y aunque aún no se ha hecho público, ya les digo yo que no va a ser el letrado que firme la querella por prevaricación contra la jueza Lamela. No deja de ser llamativo: o no dejará de serlo, por decirlo de un modo menos inexacto. Que Rosell diga que fue encarcelado por independentista no puede tomarse sino a broma, cuando nunca ha destacado por la defensa de ninguna causa que no fuera la suya propia, y la de sus negocios. Persiguió, además, por todas las vías imaginables –«dile a tu amigo que no voy a parar hasta meterlo en la cárcel», me gritó la noche que coincidimos en un restaurante– a Joan Laporta, el presidente más independentista de la historia reciente del club. Y ni la Justicia hostigó a Laporta por sus ideas ni es presentable que Rosell reclame una militancia cuyo precio, ni físico ni moral, jamás ha pagado.

En cualquier caso, el tribunal que decretó su liberación estuvo presidido por doña Concha Espejel, considerada del sector conservador de la magistratura. Mayor enjundia podría llegar a tener su aseveración de que «si no hubiera sido presidente del Barça, no habría ido a la cárcel», porque aún no es descartable que, más por algunas de las cosas que hizo mientras lo fue que propiamente por serlo, tenga que volver a ingresar en prisión, y que la próxima vez no sea de modo preventivo.

Hay que decir también que, los «cuatro preservativos» que según cuenta en la misma entrevista, le fueron entregados en su pack de bienvenida a Soto del Real, tampoco eran para que se los ofreciera en el flirteo a su hipotético violador, sino para que los usara en los «bis a bis», aunque como Rosell ha demostrado en estas últimas declaraciones, y en toda su trayectoria, no hay enfermedad infecciosa que pueda competir con el veneno de su resentimiento y de su inquina.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación