Operación SouleUn índice corrector a dedo

El escándalo que ha afectado a la Federación y que ha provocado, entre otras medidas, el encarcelamiento de su presidente, Ángel María Villar, parece ser el inicio de una bola de nieve que conforme va avanzando crece sin medida. El estamento arbitral puede verse salpicado también, aunque por cuestiones completamente diferentes. Varios excolegiados han saltado últimamente a la palestra para denunciar los métodos utilizados por Victoriano Sánchez Arminio, presidente del Comité Técnico de Árbitros desde 1993. El mayor misterio es el que afecta a los ascensos y descensos, que según varios trencillas consultados los decide «a dedo» Sánchez Arminio. Y en muchas ocasiones, las decisiones se tomaban dependiendo de la lealtad y el sentido del voto del colegiado en las elecciones de la Federación.

En un principio, el Comité elabora una clasificación teniendo en cuenta el parte que presentan todos los delegados arbitrales informadores, que ven el partido en directo. Basándose en una serie de baremos puntúan al árbitro pero la clasificación nunca se hace pública. Y ahí es donde entra el índice corrector de Sánchez Arminio. El presidente «modifica esa clasificación con el visto bueno de Villar», asegura un colegiado que prefiere mantener el anonimato para «no sufrir represalias».

El informe arbitral es muy similar al que utiliza la UEFA y comprende diferentes apartados que recogen los datos del partido en cuestión y cómo se ha desarrollado éste. Dentro del informe hay cabida para juzgar y valorar la personalidad del árbitro, su actuación técnica, la interpretación del reglamento y su condición física.

El informador puntúa todos estos aspectos en una escala que va del 1 al 10 y cuyo equivalente sería de extremadamente malo a óptimo. El índice corrector trata de equiparar todos los partidos teniendo en cuenta la dificultad del mismo. Aquí es donde surgen los recelos porque se cree que es una valoración subjetiva.

Un delegado informador que fue árbitro de Primera división explica sus tareas principales. «La primera es informar, dar unas notas al árbitro destacando los posibles errores que pueda tener y les indicas cómo deben de proceder. Es decir, una formación educativa. La segunda es la más complicada, que es poner una nota. Esa puntuación, junto con las pruebas físicas y técnicas, les va a servir para poder subir, bajar o mantenerse en la categoría en que estén».

Alfonso Pino Zamorano reconoce abiertamente el «dedo índice corrector de Sánchez Arminio» y las presiones de Villar para mantenerse en el poder. El ex árbitro lo explica en El Español: «Lo que no puede ser es que un árbitro suba a Primera con una puntuación y con la misma puntuación otro baje a segunda B. Los informes de árbitros deberían ser públicos».

Daudén Ibáñez también reconoce que se le pasó factura por negarse a firmar una carta contra López Nieto, que había criticado a Villar. «Es cierto que estaba en el grupo Top Class de UEFA y por negarme a firmar la carta en cuestión me quitaron la internacionalidad de forma fulminante», explica en su perfil de las redes sociales este exárbitro del Colegio aragonés, que fue internacional entre 1998 y 2005.

Ascensos y descensos

La subjetividad de Sánchez Arminio y el «poder» de Villar son dos los factores que reconocen todos los árbitros consultados por este diario y que se consideran definitivos para que un árbitro ascienda o descienda de categoría. Lo que también dejan todos claro es que nunca les han dicho que piten «a favor o en contra de alguien».

Alcanzar la internacionalidad es el objetivo. «En mi época, para poder ser internacional Sánchez Arminio debía proponerlo a la UEFA. Y Villar tiene que estar de acuerdo», explican dejando claro que el presidente del CTA es el que decide por encima de cualquier informe.