La Liga

Los cinco talones de Aquiles del Barcelona

Los azulgranas se han repuesto después de tres derrotas consecutivas, pero su fútbol acusa debilidades que el Granada debe explotar

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La grandeza del fútbol es que David puede vencer a Goliat en noventa minutos, nunca en 38 jornadas. El Granada puede pasar a la historia si vence al Barcelona y decide la Liga. Aunque para ello, el Real Madrid de Zidane también deberá triunfar en La Coruña. Estas son las debilidades del conjunto de Luis Enrique.

Preocupante bajón del rendimiento físico

El Barça ha sufrido una decadencia física evidente desde el mes de marzo. La continuidad de las victorias y el miedo escénico de los rivales, incapaces de pensar que se pudiera puntuar ante el líder con una táctica físicamente agresiva, mantuvieron la tendencia positiva, consolidada comparativamente con los fiascos del Real Madrid en el Villamarín, en La Rosaleda y en el derbi del Bernabéu.

El Villarreal ya avisó de la crisis cuando empató a dos goles frente al Barcelona en El Madrigal luego de ir perdiendo 0-2. Y siete días después, el Madrid hizo público el problema azulgrana al vencer por 1-2 en el Camp Nou.

Se descubrió entonces la verdad del estado físico azulgrana, agravado por la situación psicológica de la derrota ante los blancos. La Real Sociedad, el Valencia y el Atlético en la eliminatoria de la Champions agudizaron el terremoto en la casa barcelonista. Messi no estaba fino. Neymar no marcaba ni al arco iris. Iniesta estaba mal físicamente. Rakitic pagaba el exceso de partidos con un cansancio evidente. Y Dani Alves no podía con los extremos de verdad (todavía anda buscando a Cristiano y a Bale).

Fuera de la Copa de Europa, la Liga se puso muy dura para el líder. Había agotado el colchón de puntos. Ya no podía fallar, pues Atlético y Real Madrid le soplaban el cogote a rebufo. Los jugadores de Luis Enrique encontraron la reacción con el despliegue de mucho oficio en el campo y con arbitrajes a la carta, como el sufrido por el Sporting.

La falta de reflejos y de tiento de Luis Enrique

Las crisis son las que examinan a los entrenadores, porque es ahí donde demuestran su sabiduría para saber reaccionar y su valentía para tomar o no medidas drásticas. Es fácil dirigir técnicamente, que no personalmente, a Messi, Luis Suárez y Neymar cuando están en forma y los resultados llegan. Lo complicado es saber coger el timón cuando el barco se hunde por falta de fondo físico. Y Luis Enrique no supo qué hacer en los momentos malos. El golpe del clásico provocó otras dos derrotas ligueras y el K.O. en la Champions sin que tomara ninguna decisión importante. Jugaban los mismos, hacían lo mismo en el campo y perdían los mismos y de la misma manera.

El técnico no reaccionó ante la crisis física, aunque la observaba desde marzo, y su falta de mano izquierda para dar confianza a los suplentes supuso que no había relevos para solucionar el dilema. Solo contaba con Sergi Roberto y Munir. El asturiano no tiene cintura para demostrar su fe en otros hombres que no sean los titularísimos. Tampoco intentó un cambio táctico, ni fue osado para sentar a alguna vaca sagrada. Fueron los líderes de la plantilla, como sucedió en noviembre de 2014, los que dieron el paso adelante.

Desconcentración y despistes defensivos

El Barcelona dejó de realizar la presión arriba desde el mes de marzo, deteriorado físicamente, y esa carencia la paga la retaguardia, que ha dado evidentes muestras de debilidad. El Real Madrid sacó los colores a la zaga azulgrana. Y los despistes, provocados también por el acoso enemigo, han costado goles decisivos ante el Valencia, la Real Sociedad y el Atlético de Madrid en la Copa de Europa.

El primer punto débil es el veterano Dani Alves, que ya no tiene la velocidad de antaño para defender con eficacia. El segundo es Mascherano, el jefecito, cuyo esfuerzo sobrehumano para tapar los errores de Dani y de Alba por ambos flancos ha supuesto que el argentino acuse ese desgaste en su rendimiento, que no impide elogiar su ejemplar su sacrificio. El internacional Jordi Alba no ha realizado una gran temporada. Se ha mostrado irregular y no ha penetrado en ataque con la eficiencia de años precedentes.

No hay banquillo

El entrenador se queja de no haber recibido el fichaje de un delantero que fuera el relevo del tridente. Cierto. Pero también es verdad que Luis Enrique ha destrozado el poco fondo de armario que tenía. Si el Barcelona acusa un problema nítido de ausencia de banquillo, el técnico ha hundido en la miseria, psicológica y ejecutivamente, a Aleix Vidal, a Bartra y al turco Arda, fichado como gran sustituto genial del centro del campo, que se ha quedado para recibir los minutos de la basura. Vidal, adquirido como gran relevo de Alves, no tiene ya ni basura. Hace casi cinco meses que no juega. Y Bartra, internacional con Del Bosque, ha soportado tantos menosprecios que intentará marcharse del Barcelona. Luis Enrique nunca les dio ni un poquito de moral.

El descenso de nivel de Neymar

No hay mejor crítica que la constructiva realizada desde dentro de tu equipo. Mascherano, un referente del Barcelona, ha sido sincero con Neymar: «Tienes que dejar de ser egoísta y jugar para el equipo». El brasileño, joven, con ganas de vivir, perdió la forma física en Navidad, perdió también el norte con sus fiestas nocturnas más o menos caseras y el resultado de esa desconcentración es que ya no es decisorio en el Barcelona. No se escapa por la banda. No se va de nadie. Le dan mil patadas y se ofusca. Le provocan porque los enemigos saben que salta. Y no marca goles. Algunos dicen que se pondrá de nuevo en forma para los Juegos de su país. El balance es que su temporada ha sido la peor.

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