Ricardo Rodríguez Guarín, posa para ABC con su pasaporte español
Ricardo Rodríguez Guarín, posa para ABC con su pasaporte español - miguel muñiz
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Ricardo Guarín, el chico al que no dejan ser futbolista

La sanción de la FIFA al Barça por el caso La Masía provoca que la FEF no le tramite la ficha a este hispano-venezolano de 17 años del Porriño Industrial de División de Honor Juvenil

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En verano de 2010, Ricardo Rodríguez Guarín (Porlamar, 2 de abril 1997) llegó al municipio pontevedrés de Porriño para pasar el verano en la casa de sus abuelos, nativos de dicha localidad como también lo es su progenitor. Era un viaje de asueto como otro cualquiera de un adolescente de 13 años, pero aquellas vacaciones nunca llegaron a facturar su billete de vuelta. Los padres de nuestro protagonista decidieron que su hijo no regresara a Venezuela y comenzara una nueva vida en nuestro país bajo la tutela legal de sus abuelos. A los pocos meses, gracias a su ascendencia, Ricar obtuvo sin problemas el DNI y el pasaporte español.

Ya con esa doble nacionalidad, comenzó a jugar en el equipo lugareño, el Porriño Industrial.

Los dos primeros años lo hizo en el equipo cadete y desde la pasada campaña forma parte del División de Honor Juvenil. En estos tres años ejerció de futbolista sin impedimento alguno, pero esta temporada la Federación Española de Fútbol y la Federación Gallega le han denegado la ficha. Por lo visto, Ricar incumple el artículo 19 sobre el estatuto y transferencia de jugadores de la FIFA. Hablamos de aquella famosa norma por la que el máximo organismo del fútbol ha sancionado al Barça y a la propia FEF y que dice que los clubes de categoría nacional no pueden contar en sus plantillas con futbolistas extranjeros menores de edad, con la excepción de tres supuestos: uno, que los padres del jugador cambien su domicilio al país donde el nuevo club tiene su sede por razones no relacionadas con el fútbol; dos, que la transferencia se efectúe dentro de la Unión Europea y el jugador tenga entre 16 y 18 años; y tres, que la distancia máxima entre el domicilio del jugador y el del club sea de cien kilómetros.

«No entendemos que tiene que ver lo que sucedió en La Masía con nuestro jugador. Ricardo vino a España hace cuatro años por motivos totalmente ajenos al fútbol. Una vez aquí, como todo chaval de su edad, quiso jugar al fútbol y decidió hacerlo con nosotros. Pero ni él gana dinero por ello, ni nosotros fuimos a ficharle a Venezuela» asegura a ABC Humberto Lede, coordinador del Porriño Industrial. «Se trata de un caso claro de discriminación. Es un "cabeza de turco" de la sanción de la FIFA al Barça y a la FEF», sentencia. El club gallego y Ricar, fastidiados por una resolución que no entienden, pusieron el caso en manos de «M Legal», el bufete que defiende los intereses del joven: «Todo este asunto no tiene sentido desde el primer minuto porque nuestro cliente tiene pasaporte y DNI español y, por lo tanto, no debería ser tratado como extranjero ni su ficha tramitada en base a ese famoso artículo 19», asevera José Juan Trigas, el abogado de Ricardo.

Malestar e incredulidad

Tras pedir explicaciones en numerosas ocasiones a la Federación Española de Fútbol sin respuesta alguna, por fin el pasado 24 de octubre, según pudo saber ABC, ésta remitió una resolución al Porriño Industrial donde se declaraba incompetente y remitía al club pontevedrés a resolver este asunto con la Federación Gallega. La defensa de Ricar recibió con asombro este escrito: «La FEF ha tenido que pagar 400.00 euros de multa a la FIFA por el caso de La Masía y no quieren arriesgarse a otra sanción que incluso pondría en peligro la participación de los equipos españoles en competiciones europeas. Por eso le pasan la "patata caliente" a la Federación Gallega y ésta hace oídos sordos a nuestra quejas. Ambos estamentos se lavan las manos y al final el perjudicado es Ricar que no puede jugar al fútbol» añade su abogado, perplejo por la indefensión de su cliente. «En el caso de que a jugadores españoles no nacidos en España se le quiera poner alguna limitación se tendría que especificar y no es el caso. Así que por si las moscas, y para cubrirse la espaldas, tiran por lo fácil y no le tramitan la ficha al hasta que cumpla los 18 años», concluye José Juan.

Ricar, la víctima de todo este lío burocrático, no pierde la esperanza de jugar pronto pero su sentimiento es de impotencia absoluta: «No viene a cuento que no dejen jugar a futbolistas extranjeros con pasaporte español. Es absurdo e injusto. Ni me lucro del Porriño Industrial ni ellos se van a enriquecer conmigo. Está claro que soy un daño colateral de la ilegalidad que cometió el Barça» relata el protagonista a este periódico. Ni Ricar, ni su club piensan tirar la toalla pero el caso de este joven hispano-venezolano tiene complicada salida hasta que, sencillamente, el próximo mes de abril traspase el puente que le conduzca hacia la mayoría de edad.

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