Meersman repite en Lugo

El día era cambiante. Arrastraba un clima juguetón. Recibió a los ciclistas en Viveiro con lluvia, la misma que les acompañó durante gran parte del recorrido, para al rato abrasarlos con un sol imponente. Primero piso mojado. Después, asfalto ardiente. De los diecisiete grados que invitaban a la pedalada alegre, a los veintiocho que lastraban cada movimiento de los corredores.

En semejante estampa de alterne, una constante se mantuvo firme durante casi toda la carrera. Fue el liderato de la etapa del portugués Machado, escapado en el kilómetro cinco junto al francés Morice; cabeza de carrera en solitario cuando Morice, mediado el recorrido, no pudo más.

El pelotón, sabedor de que el dibujo de la etapa implicaba un final a decidir en el sprint, dejó que el veterano Machado se envalentonase para después, con menos de diez kilómetros por disputar, arrebatarle cualquier esperanza de victoria.

Los hombres del Sky, formados en una homogénea mancha negra, engulleron sin piedad al luso, que miraba con desconcierto a sus costados buscando una explicación a semejante mazazo.

Afrontó el pelotón en pleno el último tramo, con los equipos preparando el terreno para la intentona correspondiente de sus «sprinters». Allí emergió Meersman, gatillazo de Simon Clarke mediante, para arrancar en la recta de entrada a meta y hacerse con su segunda victoria en esta Vuelta a España. La otra, la que logró en la segunda etapa, decidida también en el sprint.

Al tiempo que el corredor del Etixx-Quick Step celebraba el triunfo, el grueso de corredores se veía envuelto en una aparatosa caída múltiple que derivó en un importante tapón. Fruto del entuerto, la dirección de carrera, como es habitual en estos casos, otorgó el mismo tiempo de llegada a los ciclistas afectados por el accidente. Fue así como Atapuma consiguió mantener, por primera vez en lo que va de Vuelta, el maillot rojo.