Política y caza

«Se trata de una actividad legal que contribuye a la gestión ambiental y respecto de la que ningún técnico en la materia ha negado jamás su absoluta necesidad»

Manifestación en Madrid en defensa de la caza ABC

Antonio Conde Bajén

Lo primero que debe decirse es que en la caza no existe ideología política . Se trata de una actividad legal que contribuye a la gestión ambiental y respecto de la que ningún técnico en la materia ha negado jamás su absoluta necesidad. No obstante, ello no quiere decir que a la caza no le influya la política. Muy por el contrario, últimamente más que nunca, la actividad cinegética se ha visto envuelta en discusiones de naturaleza política que en nada la benefician. Es por ello que se hace preciso un análisis de esta afección.

Por desgracia, en el actual clima de bucanerismo político, los diferentes partidos se han sumergido en la búsqueda del nicho electoral que les sea más propicio. Fueron los partidos de ultraizquierda, con principal refrendo urbanita, los que empezaron esta labor absolutamente populista, de completo engaño al electorado sobre la realidad ambiental y cinegética.

Posteriormente, han sido los partidos de derechas los que han buscado un caladero afín, no encontrándolo en mejor sitio que en la España rural señalada y atacada por las falacias y mentiras ambientales de los populistas. Más que defensa de la caza, lo ha sido en exploración de nuevos caladeros porque, mientras la caza no ha sido útil electoralmente en positivo, nadie se ha preocupado de ella . Muy por el contrario, la caza ha sido moneda de cambio menor en los pactos izquierda/derecha. O mejor dicho, extrema izquierda/resto del ámbito político. En este sentido, hasta hace muy pocos años eran contados los políticos que se atrevían a manifestar en público su afición cinegética. Curiosamente, eran principalmente los cazadores de extrema izquierda los que lo hacían sin tapujos.

Maquillaje político

La extrema izquierda, en su búsqueda del voto fácil, lleva muchos años maquillando su aparato político, hasta el punto de que ha venido utilizando asociaciones satélite, bajo la denominación de ecologistas, animalistas o veganos (del estilo del actual director general de Bienestar Animal), como encargadas de palpar la oportunidad de abordar este recaudo populista de votos.

Tras ese análisis, volvemos a la primera afirmación: la caza no tiene ideología, aunque soporte los ataques derivados de partidos que han asumido su beligerancia contra ella como un simple tributo al rédito político. Con esto quiero decir que no considero que la ideología de izquierdas sea anticaza; solo lo son determinados partidos que usan y abusan de falsedades como banderín de enganche para su electorado, necesitados de un enemigo antes que de una ideología propia.

Si bien es cierto que la política anticaza procede hoy día de la ultraizquierda (hoy en el Gobierno), ello solo es el reflejo de la continua y exitosa búsqueda de un conflicto entre mundo rural versus mundo urbanita , como escusa de sometimiento de los más (los urbanitas) frente a los menos (los rurales), adornándolo con maquillaje de modernidad y pseudosensibilidad en base a una pretendida superioridad moral que reside en el subconsciente de toda ideología totalitaria. Insisto; no es derecha o izquierda, sino accidental búsqueda de votos y de una pretendida moral que justifique la aplicación de sus criterios económicos históricos: la desaparición de la propiedad privada y de la pequeña empresa. El mundo rural, y con él la caza, no es sino el primer paso de su experimento totalitario.

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