Cádiz CF

Quemarse a lo bonzo

El entrenador del Cádiz CF no pasa por sus mejores momentos en el banquillo gaditano

Alfonso Carbonell

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Cervera en el Heliodoro Rodríguez López

No tiene que ser fácil estar en el pellejo de Álvaro Cervera y puede que por eso mismo comience a importarle menos sacar los pies del tiesto como ya los sacó abaratando el posible traspaso de Brian Oliván, un jugador al que el Dépor ya le había echado el guante poco antes de escuchar como su entrenador venía a decir que con él iba a jugar menos que Jordi Alba con Luis Enrique.

Esas declaraciones le costó al club quedarse sin un ingreso importante por un jugador que calienta grada semana tras semana. Los aficionados incondicionales, siempre tan cegados, aplauden y alaban sin condición todo lo que haga su ídolo porque suponen, ingenuos ellos, que es lo mejor para el club que ellos defienden, pero deberían pensar con más frialdad. Y aquella operación era muy interesante para un Cádiz CF que se quedó con las manos vacías por un jugador por el que, para más inri, se pagó al Granada medio quilo.

Pero repito que no tiene que ser fácil ser Cervera cuando día tras día ve como su presidente no para de hacer la guerra con Pina y Cordero, dos hombres con los que se entendía a la perfección más allá de las típicas discusiones por un jugador u otro. De hecho, fue con ellos con los que firmó una renovación que, para muchos como un servidor, nunca tuvo que darse por el bien de ambas partes. Por un lado, Cervera dejaba de par en par las puertas abiertas del Cádiz CF mientras podía firmar con otro equipo un contrato ventajoso al estar en la cresta de la ola. Y por otro, el Cádiz CF abría la puerta a otro entrenador con el que empezar un ciclo nuevo para salir de la dinámica encallada en la que acabó la temporada pasada y en la que aún sigue.

A Cervera se le ve triste. Tampoco es que nunca haya sido un dechado de alegría, pero al técnico se le comienza a poner la misma cara de lástima que tenía Javi Gracia poco antes de ser justamente despedido por Antonio Muñoz en aquella temporada en Segunda que acabó con el descenso al pozo.

Muchos ignorantes criticarán -aún en el tiempo- aquella destitución, pero quienes estaban entonces al cabo de la calle pensaban que era justa y necesaria. Cierto es que al final Espárrago no salvó la categoría. Tan cierto como que el excelente entrenador navarro hizo lo posible por ser cesado mientras dejaba al ínclito Juan Solla con la misma cara de pena con la que se fue él.

Cervera no se corta un pelo y, a diferencia de Gracia, que se quejaba ‘off the record’ de lo que le habían traído, cada vez que puede deja caer que no está conforme con la plantilla que tiene. Cervera sabe con qué intención lo hace y debe ser consciente de que eso en el vestuario no debe gustar un pelo. La impresión es que se está quemando a lo bonzo como en su día lo hizo un Javi Gracia que, sobra decirlo, era y es un pedazo de entrenador. Como Cervera.

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