Cádiz

La pieza que le faltaba a Cervera

David Barral se adapta a la perfección a lo que el técnico amarillo pide de un hombre de ataque

JJ López

David Barral lucha un balón en el pasado partido de Córdoba.

El delantero deseado ha llegado. David Barral es la pieza que le faltaba a Álvaro Cervera para completar su puzzle. El atacante isleño le da al técnico amarillo todo lo que él exige de un hombre de ataque: honestidad, velocidad y compromiso al servicio de los colores. Por eso, Cervera lo va a echar mucho de menos en los dos o tres partidos de liga en los que no va a poder contar con él por la lesión de tobillo que ha sufrido.

Más allá del trabajo incondicional, lo que hace que David Barral vaya a ser un delantero ideal para el sistema de juego del Cádiz CF es su capacidad para jugar de primeras , algo de lo que carecía Alfredo Ortuño.

El murciano, cada vez que recibía una pelota, la conducía unos metros antes de soltarla. Es cierto que muchas de esas conducciones acabaron en el goles de bandera, pero no lo es menos que otras impidieron que el Cádiz CF culminara con mayor efectividad algunas contras. Tenía menos visión colectiva del juego el de Yecla que la que tiene el de San Fernando.

Barral, por su parte, es más de jugar de primeras. Como mucho, a dos toques. Control y apertura a banda. En los dos goles de Córdoba, el isleño conectó a las mil maravillas con Salvi. En el primero, él mismo acabó rematando la jugada. En el segundo, tocó de primeras de cabeza, abriendo un espacio que el sanluqueño aprovechó para marcharse en velocidad y acabar asistiendo a Álvaro García.

Así, el ex del Granada y el Sporting es una bendición para los extremos. Su velocidad a la hora de dar la pelota facilita que los contragolpes acaben con mayor rapidez. Además, su potencia le permite ganar balones divididos cerca del área. Lo último que hay que destacar de su amplio repertorio es su gran capacidad de trabajo.

Volviendo a comparar su rendimiento con el de Ortuño, no es que el de Yecla no trabajase, que lo hacía, y bien. Pero se le notó, y mucho, cuando no tuvo a Rubén Cruz a su lado ayudándole. Barral no necesita a nadie a su lado. Lleva toda su carrera buscándose la vida solo en ataque. No se entiende su juego sin la presión al rival, sin intensidad siendo el primer defensor del equipo.

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