Rafael Torres y Manuel Muñoz, dos referentes para el mundo del toro

La Unión Nacional de Picadores y Banderilleros organizó este lunes un acto para homenajear a ambos toreros

Rafael Torres y Manuel Muñoz, junto a distintos profesionales de la UNPBE Javier Comas

Jesús Bayort

Afrontar toda una vida delante de un toro debe ser digno de elogio, y más si se hace con honestidad y honradez. Eso debieron pensar los profesionales que conforman la Unión Nacional de Picadores y Banderilleros cuando decidieron rendir homenaje a dos de sus miembros más conspicuos: Rafael Torres y Manuel Muñoz .

El acto, denominado «Orgullo-Elogio de una profesión», llenó el salón de carteles de la Real Maestranza de Sevilla, donde estuvieron presentes toreros, aficionados y familiares, con un común denominador: el aprecio y la admiración a ambos toreros. Los organizadores tuvieron buen gusto a la hora de elegir periodista para presentar el acto: Álvaro Acevedo , que, sin lugar a duda, es mejor cronista que moderador.

Rafael Torres, a quien le atribuyen el mérito de ser el torero con más paseillos en la Maestranza (148), hizo un recorrido por su trayectoria profesional, desde su debut como novillero hasta su retirada un 12 de octubre del año 2002 a las órdenes de Dávila Miura .

Torres se emocionó al recordar a Paquirri y la trágica tarde en Pozoblanco: «Después de aquello estuve mucho tiempo sin torear y sin saber si volvería a hacerlo». Pasados aquellos meses de confusión volvió a encontrar la llama del toreo: entró a formar parte de la cuadrilla de Curro Romero . Sobran las palabras.

Conociendo a Rafael Torres, y su particular gracia para recordar sus vivencias, el acto se quedó corto en cuanto a anécdotas taurinas. Menos mal que un asistente, precisamente el hermano del moderador, le preguntó por una historia que le había escuchado en alguna ocasión.

«Al poco de colocarme con Paquirri fuimos al campo a torear un toro a puerta cerrada. Tras múltiples intentos por enchiquerarlo, tuvimos que desistir. En un renuncio del toro, Paco vio que lo podíamos torear en mitad de un cercado, con la mala suerte que el único que tenía un capote a mano era yo: en primer lugar le di dos chaquetazos, pero en cuanto vi que se desplazaba le enjareté varios lances y una media que para mí se quedan . Al terminar yo creía que Paco me despedía ese mismo día...», aseguraba Torres entre risas.

En un época en que la vulgaridad, el destoreo y los mantazos son santo y seña de la mayoría de los espectáculos taurinos, un personaje como «Rafaelito Torres» debería ser el referente de los chavales que quieran ser toreros, y de algunos que ya sobrepasaron la pubertad, para que pudieran fijarse en cómo se debe torear de salón. Es uno de los últimos reductos de la Escuela Sevillana y si este maestro no encuentra un buen discípulo, al toreo le quedará poco tiempo. Lo demás es pegar pases.

Al igual que hiciera Rafael Torres, el picador Manuel Muñoz hizo un recorrido por su trayectoria profesional y enumeró los diferentes matadores con los que actuó, destacando por su exigencia al trianero Emilio Muñoz : «Él nos pedía siempre 'tomate'», bromeaba. Y es que cuando el toro se mueve y levanta la penca del rabo, todas las miradas van en una misma dirección: la del picador.

Beltrán Pérez , candidato del PP a la Alcaldía de Sevilla, acudió al acto acompañado de varios compañeros de su partido. Es justo reconocer que Pérez siempre ha apoyado a la tauromaquia y que esta aparición nada tiene que ver con los múltiples guiños electorales que muchos dirigentes están haciéndole por estas fechas al mundo taurino.

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