Toros en Jerez

Juan Ortega sí que escuchó el 'ole' de Jerez de la Frontera

El trianero ensombreció a los protagonistas de la tarde, El Juli y Roca Rey, a base de torería y clasicismo

Juan Ortega salió a hombros tras cortar sendas orejas a sus dos oponentes Paco Martín

Jesús Bayort

Está doblando el primer toro (bis) de la tarde. De fondo suena una leve ovación para El Juli . Siendo riguroso con la verdad, había sido una correcta labor. De las que no pasarán a la historia, pero tampoco recibirán las críticas del respetable. Un toro menos en el contador. Mientras lo estoy anotando en la reseña me interrumpe un vecino de localidad y me dice algo que me desconcierta. Una sentencia tan simple como certera. De esas que te descolocan. Aquel veterano aficionado me miró a los ojos y posó sobre mi conciencia algo que me carcomió durante toda la corrida: «Estará todo lo bien que tú quieras, pero los ‘oles’ los vas a escuchar ahora (venía Juan Ortega) ».

Aquel señor rápidamente adquirió un aura de sabiduría . Fue mi particular ‘ Nostradamus de Jerez ’ desde que el trianero endosó el primer lance. Con una verónica bastó para que los aficionados, que los había, se desgañitaran. Toda la corrida con la melodía de las palmas y el «bieeeen» , excepto cuando aparecía este joven maestro del viejo arrabal. Los 'oles' que le dedicaban los jerezanos eran tan puros como su toreo. Tan delicado, clásico y elegante…

El recibo a la verónica estuvo cargado de compás. La figura metida y la cintura girando como las manecillas de un reloj . El animal venía sin rematar, pero pudo con el caballo y con el bueno de Manuel Jesús ‘Espartaco’ , que se libró de un susto mayor por el buen hacer de un acertado monosabio. La lidia resultó excesivamente larga, pero todo se olvidó cuando Ortega comenzó a acariciarlo con la muleta . Sí, acariciarlo, porque éste no es de citar como si estuviera en una guerra ni trallearlo como el que se esconde tras una trinchera. Su único parapeto son los muslos y el corazón . Esas dobladas por bajo sabían a un exquisito amontillado . Esperando para conjuntarse en el embroque, garboso en el trazo y maestro en su lidia . El inicio amortizó la entrada. Después empezó a darle ‘comida’ desde adelante. Trayéndolo sometido y meciéndolo sobre su faja . Los talones aplomados, sin exageraciones ni alharacas. Zapatillas que acarician el albero, que no van dando brochazos sobre la tierra . En definitiva, valor para torear. Como se torea en Sevilla . El viento le molestaba sin el ayudado y le meneaba su flequillo. Desde el gallinero de la prensa adquiría matices belmontistas . Pero su máxima expresión llegó en el segundo acto con la mano diestra. Arrebatado, roto . Ni los enganchones importaban. La suerte suprema la ejecuta con la misma pureza : sin traerse la muleta, yéndose detrás de ella.

Con el quinto dejó un ramillete de exquisitas verónicas . En cada lance se me venía un torero del barrio de los alfareros a la mente. En la primera podía ser Belmonte , en la segunda Curro Puya , después su hermano Rafael… y así hasta que las gargantas no podían más. Lo mismo que le pasó al animal, que se desinfló hasta ser devuelto. Aunque había sido partícipe del mejor toreo de capa de la tarde . Arjona podría haber sacado un anuario completo de aquellos instantes. El sustituto tuvo otra condición, pero no le trastocó sus planes. Lo lidió en el recibo, pero sin dar esas camballadas que se estilaron durante la tarde. Intentó un quite por chicuelinas que no resultó conseguido, aunque sí hubo acompañamiento, garbo y una soberbia media ofreciéndole todo el frente . Cabe destacar un sensacional par de banderillas de Andrés Revuelta , que se dejó venir al animal con ímpetu y lo esperó con la figura encogida para después elevarse y crecerse en la ejecución. La plaza se puso en pie . Con la muleta estuvo torero y voluntarioso, aunque tuvo en suerte al peor animal del largo y tedioso encierro . Un inicio de ayudados por alto muy barroco fue lo más destacado de una faena que nuevamente fue premiada con otra oreja.

El Juli estuvo sobrado toda la tarde. Tanto que no terminó de concretar nada resaltable . Lidió sus toros con la facilidad del maestro consagrado que se encuentra ante una retienta . Dándole muchas ventajas a su lote, aprovechando con el capote las inercias y colocándose con la muleta en la pala del pitón para que el animal fluyera sin agobios. Le pidió tiempo y pocos capotazos a José María Soler en la lidia del primero (bis), pero él lo exprimió en un inicio de doblones sin enmendar la posición. Un contrasentido. Lo apretó tanto en las dos primeras series que cuando echó la franela a la zurda el pozo se había secado . El cuarto tuvo mayor calidad, pero escasa transmisión. El Juli estuvo reposado con él, por momentos mezclaba la verticalidad con aires más retorcidos recordando a Silverio. Le cortó una oreja.

Roca Rey volvía por tierras gaditanas tras su triunfo algecireño del pasado fin de semana. Tuvo en primer turno el toro de mayor alegría y emoción de la corrida , al que no entendió a la verónica —lo espera en exceso y a su encuentro le cambia el viaje— y que tensionó demasiado con la muleta. El compás muy abierto y el trazo tan largo que le resultaba imposible al animal . El toro se asfixió y la faena mermó. Directamente nunca tomó vuelo . Lo esencial escaseó y lo accesorio faltó en esta ocasión . Con el sexto, un animal que acusó las luces de los focos y pecó de raza. Aquí apareció lo accesorio: unas bernadinas sin ayudado que calentó al personal. Lo más reseñable.

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