¡Sacrílegos! ¡El albero de la Maestranza para que lo pise Joaquín!

¿Acaso no es más profanación el cartel de hoy en la Real Maestranza con Diego Ventura viendo la corrida por televisión? ¿Quién propone para sanción a la autoridad que aprobó un toro medio ciego en la tarde de Morante?

El brindis íntimo de Antonio Ferrera a Joaquín, ayer en la Maestranza Juan Flores

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Cuenta Chaves Nogales en su famosa obra 'Juan Belmonte, matador de toros' que a sus partidarios, en una de sus tardes de triunfo, al pasar por delante de la Iglesia de Santa Ana se les ocurrió entrar en el templo y coger las andas de la Virgen para pasear al Pasmo por las calles de Triana. «El sacristán, asustado por la actitud apremiante de aquellos locos, avisó al cura de la parroquia, que se presentó furioso ante aquella amenaza de sacrilegio y arremetió contra los que tal desmán se proponían, hasta que consiguió imponerse a fuerza de gritos y amenazas«.

«-¡Sacrílegos! -gritaba el cura, congestionado-. Haré llamar a la Guardia Civil para que defienda el templo de vuestra barbarie. ¡Las andas de la Virgen para pasear a un torero! ¡Horror de horrores! ¡Sacrilegio!»

Al retirarse, más tranquilo, murmullaba:

-¡Si siquiera hubiese sido para llevar a Joselito!»

Ayer Antonio Ferrera quiso sacar al ruedo al jugador bético, sí, bético, Joaquín para brindarle la muerte de Pobrecito a modo de homenaje a un icono del balompié que defiende nuestra Fiesta como pocos. Y aquello que no debería de pasar de anécdota, se ha convertido en una cruzada por defender el templo de la Maestranza… ¡de un brindis!

¿Alguien puede pensar que el rito y la liturgia de la Fiesta pueden ser profanados por ello? Y me pregunto: ¿no es más profanación el cartel de hoy en la Real Maestranza de Caballería con Diego Ventura viendo la corrida de rejones por televisión? ¿O que los dos triunfadores de la corrida de la oportunidad es probable que estén algunos meses sin vestirse de torero habiendo dos sustituciones en el abono? Por no hablar del trapío de algunos toros... ¡Pelillos a la mar con todo! El sacrilegio es un brindis.

Cuando el maestro Joselito se retiró del toreo en el San Miguel del 98, después de una mala tarde con seis toros llevó al tercio a su apoderado para brindarle un toro, sin que nadie se rasgara las vestiduras por ello. Un brindis íntimo, que también tienen derecho a que no todo lo coja la alcachofa. Tampoco recuerdo ningún barullo cuando el recordado Fandiño sacó del burladero a su apoderado para brindarle el toro de la alternativa en el mismísimo Bilbao. O algunos brindis a empresarios. De paisano. Gusten más o menos, son, sencillamente, gestos y detalles del momento.

Lo importante es la dimensión que dio ayer el maestro Ferrera en Sevilla. Porque los mismos que critican tan sacrílego gesto se olvidan de la docena de verónicas que le dio a ¡un victorino! O los muletazos a cámara lenta, lentísima, al quinto de la tarde. Vamos que si los da uno de Alicante van a por las andas de la Virgen y lo llevan hasta el castillo de Santa Bárbara. En Sevilla, también en el templo de Sevilla, se sacó a un maestro por la Puerta del Príncipe sin las tres orejas.

En fin, que en lugar de hablar de faenas y toros, se busca el clic facilón y nos enfrascamos en debates vehementes en un brindis a un defensor de la Fiesta. Por cierto, cuando Joaquín, vestido de futbolista, torea, ¿ven muchas páginas deportivas hablando del sacrilegio de coger un capote con la equipación bética? ¡Si hasta los aficionados lo contamos como si fuera el acabóse! ¿O vieron que se escandalizaran el árbitro, Ancelotti y el Bernabéu cuando Nacho regaló ayer unas verónicas para celebrar el título de campeones de Liga con el terno madridista? ¿Eso está bien, está mal o está regular? Que decida el sanedrín del Twitter o Sevilla, una plaza a la que no reconoce ni el padre que la concibió.

Qué vamos a esperar si ni se enteraron de la mayor obra de arte de la feria, la mayor y la menos valorada. Sí, la de Morante, que por cierto luce capote de vueltas verdes y no se habla tanto como del azul ferrerista.

Que sí, que ese capote tampoco me agrada, pero dudo que al lector le importe si a mí me gusta verde, azul o colorado. O que yo crea que Ferrera no debió insistir a Joaquín para que saltase las tablas. Pero ahí queda, en mera anécdota.

Ahora parece que lo van a proponer para sanción. Me pregunto: ¿y quién propone para sanción a los veterinarios y la autoridad que dejaron pasar el día de Jandilla un toro reparado de la vista? Un toro, que por ese defecto de visión, podría haber matado a un hombre. ¿O quién critica con tanta vehemencia las pedazos de novilladas que se tragan los chavales mientras las figuras matan a veces animales indecentes? ¿Y esos callejones abarrotados de todo menos de profesionales del toro? Pero no, aquí lo que importa es un brindis. ¡Venga ya!

De ayer prefiero recordar las glorias de Ferrera, que por cierto ha derramado más sangre que cualquiera del escalafón o de los que nos sentamos delante de un ordenador para poner un tuit 'guay'. O el currículum en sus 25 años de alternativa. O el gestazo de San Fermín. Todas las opiniones y sentires son respetables, pero precisamente respeto merece un torero. El que no se le ha tenido.

Sigamos separándonos de la sociedad, sigamos siendo inmovilistas y clasistas -¿o acaso no es también clasista mirar más los pañuelos de la sombra que los del sol?-, que pronto el rito y la liturgia lo vamos a presenciar medio autobús en los tendidos. Aunque quizá el cura de la parroquia murmure:

-¡Sacrílegos! ¡El albero de la Maestranza para que lo pise Joaquín! ¡Qué barbaridad! Si siquiera hubiese sido para que lo pisara Jesús Navas...

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