Antonio Ferrera triunfa y aprovecha el entradón que logró Morante en La México

El extremeño hace de todo y corta dos orejas en una tarde en la que el sevillano no pudo seguir su gloria senda por culpa del ganado

Antonio Ferrera pica al segundo toro de su lote Efe

Guillermo Leal

Antonio Ferrera lo fue todo en la Plaza México. Además de lo que hace, y muy bien, que es torear, ayer banderilleó y ¡hasta picó! Fue con un gran toro de Bernaldo de Quirós, al que le tenía cortado el rabo, aunque el juez únicamente lo premió con dos orejas. El extremeño, que salió a hombros con el público entregado, fue el triunfador en una corrida Guadalupana en la que Morante de la Puebla logró un entradón en el coso más grande del mundo.

Ferrera convenció al público con esa tauromaquia que de la ortodoxia va a la heterodoxia, logrando convertir la plaza en un manicomio de emociones. Todo se fue acomodando. Le cambiaron un toro porque él advirtió que estaba reparado de la vista, entonces salió el reserva, que fue un gran toro , con nobleza, calidad y sobre todo bravura.

Todas esas cualidades le permitieron a Ferrera lucir con el capote. De pronto sorprendió a propios y extraños cuando decidió –sin pedir permiso al juez por lo que hoy tendrá que comparecer ante las autoridades- subirse a picar al toro. Bajó como un torbellino para volver a lancear, y luego tomó las banderillas para ejecutar tres soberbios pares, muy al estilo de sus años de inicio, espectacular y variado. Fue un tercio que brindó a El Soro , que lo observaba desde un tendido de la Monumental de Insurgentes, que también le tributó una ovación, más por sus excelentes relaciones públicas que por lo que hizo en el ruedo de La México.

Luego, el pacense con la muleta consiguió una faena plena, emotiva, de muletazos profundos que deleitaron a la plaza entera. El tono estaba arriba, muy alto, y así lo dejó cuando mató caminando. Estoconazo que fue efectivo.

Polémica

La polémica entre la concesión del rabo o no se inició. En el callejón sus acompañantes y cuadrilla furiosos no dejaban que arrastraran al toro, en los tendidos el público se dividía entre los que querían y los que no.

Al final hubo dos orejas para Antonio y vuelta al ruedo para el toro. La felicidad en el rostro del español era evidente, estaba disfrutando haber toreado con el alma y, claro, haciendo gala de sus dotes de histrión que tan bien acopla en su tauromaquia.

En su primero había hecho un esfuerzo que no fue bien valorado, con un toro incierto.

José Antonio 'Morante de la Puebla' no pudo poner la cereza al pastel del mejor año de su carrera. Ninguno de sus dos astados se lo permitió, insípidos, apenas le dejaron mostrar detalles de esa clase privilegiada.

Disgustado se fue de la plaza, a la que seguramente volverá pronto, pues aunque algunos le silbaron a la salida se dieron cuenta del 'nuevo Morante', dispuesto, entregado y con actitud.

Los mexicanos no se quedaron atrás. Cada uno hizo su esfuerzo y pudieron cortar una oreja. Diego Silveti lo hizo primero, con esa apasionada entrega que es característica en su tauromaquia. Lances y muletazos estatuarios, emocionantes; y otros lentos y profundos construyeron una faena que le valió cortar la oreja, pues la rubricó con una buena estocada. En su segundo ya no pudo refrendar porque el astado resultó soso.

El nuevo matador de toros Diego San Román , quien ayer tomó la alternativa, dejó ver sus dos facetas, la de torero templado con su primero que fue otro astado de mucha clase y nobleza, y la de un valiente a carta cabal con su segundo al que le robó muletazos de gran mérito que resultaron emocionantes. Fue a este al que le cortó la oreja, cerrando así la temporada, el año y arrancando su vida taurina como matador.

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