TEATRO DE LA MAESTRANZA

Llega al Teatro de la Maestranza una doble sátira sobre el poder de los dictadores

Dos óperas del siglo XX en un único programa: El estreno en España de «El dictador» y «El emperador de la Atlántida»

Nicola Beller Carbone y José Luis Sola en los ensayos de «El emperador de la Atlántida» GUILLERMO MENDO

Jesús Morillo

Una gran sierra mecánica domina el escenario del Teatro de la Maestranza . Una gran sierra, circular tres veces el tamaño de un hombre, en el centro de una escena en la que aparecen depositados detritos sangrientos que podrían pasar por carne picada.

Es la escenografía que diseñó el desaparecido Gustavo Tambascio para «El emperador de la Atlántida» , la ópera que compuso Viktor Ullmann en el campo de concentración de Terezín antes de ser trasladado a Auschwitz y gaseado, y que Pedro Halffter , director musical de esta producción, adaptó para gran orquesta sinfónica. «La idea era tratar de mostrar cómo lo hubiera hecho Ullman si no hubiese estado en un campo de conentración».

Esta adaptación que realizó Halffter para gran orquesta se estrenó hace dos temporadas en el Teatro Real , que coproduce este «Emperador de la Atlántida» junto al Palau de Les Arts de Valencia y el propio Maestranza, donde se representa el 30 de noviembre y el 2 y 4 de diciembre en un programa doble con otra ópera: «El dictador» , de Ernst Krenek , con la que forma un díptico sobre la figura del gran tirano.

«Está muy claro que la de Krenek es una parodia de Mussolini y el “emperador” lo es de Hitler », explica la soprano Nicola Beller Carbone durante una pausa de una prueba de vestuario en los ensayos, pero que sigue siendo actual porque podemos relacionarlos con personajes como «Arafat, Putin, Franco, Ceaucescu, Stalin , todos los dictadores latinoamericanos…».

Esa doble referencia a la actualidad y al pasado está contenida en esta propuesta del Teatro de la Maestranza, que vuelve a apostar por la ópera del siglo XX y por títulos que sirvan al espectador para, mientras disfruta de un gran espectáculo, poder reflexionar sobre el presente.

«Con estas obras queremos conmemorar el ochenta aniversario de la “Noche de los cristales rotos” , cuya imagen más fuerte es la quema de libros por los nazis. Si se queman libros, al final siempre termina habiendo muertos. Es un alegato por la libertad de expresión y el teatro debe dar impulso a la sociedad para reflexionar sobre lo que estamos viviendo», señala Pedro Halffter desde el patio de butacas del teatro, mientras los figurantes ensayan una escena en la que un grupo de prisioneros del campo tratan de escapar y suena el «Adagio en memoria de Anna Frank», compuesto por el propio director.

Repetir la historia

«Un pueblo que no conoce su historia corre el riesgo de repetirla». La frase es el nexo de unión entre ambos títulos, señala el director de escena de «El dictador» , el sevillano Rafael Rodríguez Villalobos , quien descubrió la ópera siendo un niño cuando vio “Turandot” a finales de los 90 en el Maestranza y que ahora debuta, tras pasar por el Real y el Massimo de Parlermo , en el teatro de su ciudad.

«Con este díptico vamos a ver nuestra actualidad política y lo que pasó hace ochenta años, así como los riesgos de repetir algo como la quema de libros», explica.

A partir de esta efeméride, el Maestranza reúne «El dictador», sátira vodevilesca sobre Mussolini y el poder de seducción de los tiranos; y “El emperador de la Atlántida”, que, con lenguaje del cabaret, aborda la figura de Hitler en una obra cargada de simbolismo.

¿Cómo combinan ambas producciones? «Gustavo Tambascio estaba buscando la idea de un cabaret barroco y absurdo y nosotros buscamos la idea de un vodevil barroco y absurdo, apelando a dos géneros que son complementarios y que comparten esa doble lectura», explica el director de escena.

«Con estas obras queremos conmemorar el ochenta aniversario de la “Noche de los cristales rotos”», señala Pedro Halffter

Con esta producción del Maestranza, «El dictador» se estrena por fin en España, con una puesta en escena que rehúye la anécdota y la situación en un contexto histórico para destacar lo que «hay de universal en la obra», explica Rodríguez Villalobos.

Para ello, en esta producción su director ha incorporado referencias a numerosos conflictos bélicos del siglo XX «muy mezclados», entre los que se cuentan un séquito del dictador compuesto por «replicantes», «a medio camino entre asistentes y paramilitares» o elementos escenográficos que hacen referencia a una película como «Doctor Strangelove», de Stanley Kubrick.

Halffter y Rodríguez Villalobos conversan durante los ensayos GUILLERMO MENDO

Sobre el trabajo con los cantantes, el director de escena afirma que está interesado, más que en una «puesta en escena conceptual», en «una dirección actoral . Tenemos lla suerte de tener en el reparto unos actores extraordinarios y hemos trabajado cada mirada, cada gesto, cada silencio, cada respuesta de la orquesta. Va a ser una puesta en escena muy teatral ».

A partir de estos elementos, Rodríguez Villalobos ha planteado una dirección escénica que combina la ligereza del vodevil, con cargas de profundidad sobre el ascenso del fascismo .

«El público puede divertirse mucho viendo a estos personajes y cómo evolucionan, con una puesta en escena muy teatral, llena de gags, pero donde debajo de esa apariencia de culebrón insustancial hay una gran reflexión política sobre hacia dónde iba Europa en aquellos años, cómo el fascismo planea y cómo tener ideales es muy fácil, pero se consecuente es muy complicado».

«Con este díptico vamos a ver nuestra actualidad política y lo que pasó hace casi un siglo», explica Rafael Rodríguez Villalobos

En total, una hora y cuarenta y cinco minutos, entre ambas óperas, sin descanso, para un reparto que actúa en ambas y que componen cantantes que saben lo que es actuar en el Maestranza: Martin Gantner , Nicola Beller Carbone, Vicente Ombuena y Natalia Labourdette .

Esta última, que debutó en el Maestranza la pasada temporada con «Falstaff» , afronta también por primera vez estos personajes de ópera del siglo XX. «Me plantea muchos retos, dos personajes, dos óperas que se suceden sin descanso y que para mí son un lenguaje desconocido, aunque me gusta este repertorio».

Más experiencia en este repertorio tiene Nicola Beller Carbone, que ha interpreado «Salomé» o «El Rey Candaules» —hace dos temporadas en el teatro sevillano—, aunque señala las dificultades de estos títulos. «Al ser dos óperas cortas hay que condensar mucho y los personajes que interpreto son completamente distintos, incluso vocalmente, explica.

El resultado, insiste Pedro Halffter, es «un gran espectáculo y uno de los más complejos y ambiciosos de los últimos años en el Maestranza, quizás, desde la tetralogía. Además, es una nueva producción visualmente impactante y con una música maravillosa , con melodías con las que van a salir silbando los espectadores».

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