«Anhelo», el estreno mundial de un bailarín retornado a su tierra

El bailarín y coreógrafo jiennense Mario Bermúdez estrena en el Festival de Itálica su nueva obra

La compañía Marcat Dance Juan Flores

Marta Carrasco

Mario Bermúdez es uno de los bailarines surgidos del Centro Andaluz de Danza y que ya vuela solo desde hace casi diez años. Y ahora, como los sueños a veces se cumplen, el bailarín y coreógrafo realiza el 9 y 10 de julio el estreno mundial de la obra «Anhelo» con su compañía Marcat Dance, en el Itálica Festival Internacional de Danza.

«Anhelo» es una pieza con seis bailarines, tres de los cuales ya han trabajado con el andaluz porque son del elenco de la Compañía Nacional de Gales , para la que Bermúdez creó el pasado año una coreografía. «Quería bailarines que supieran cómo trabajaba y cuál era mi lenguaje», dice.

«Anhelo» es un círculo, « un viaje que yo inicié hace años y al que he llegado y en ese punto debo permanecer. Pero la nostalgia forma parte también el anhelo por lo que quieres que ocurra en el futuro. Y también quiero dejar libertad a la imaginación, porque es un viaje muy personal y muy emocional. El movimiento será muy vivo».

Mario Bermúdez confiesa que hace nueve años, cuando concluyó sus estudios en el Centro Andaluz de Danza, no podía pensar en este estreno en el festival de Itálica, «ayer mismo hablando con Olga García, la diseñadora de luces, lo comentaba, que no me lo creo. Tengo una compañía, que presente obra en el Festival de Itálica, con bailarines, compositores a mi lado…, es irreal. Es decir, otro anhelo», asegura.

Desde su Vilches natal, en Jaén, Mario Bermúdez tomó contacto con la danza en un primer momento, a través del hip-hop. «No puede decirse que fueran mis primeros estudios, porque simplemente iba tres veces en semana. Sabía lo que era el hip-hop el jazz, pero nada más» . Cuando llegó a Sevilla, hizo audiciones para entrar en el Centro Andaluz de Danza, «y entonces, cuando me aceptaron, comencé a saber de verdad lo que era la Danza, esos estiramientos, esa forma de trabajar y dolerte el cuerpo, y la cantidad de profesores que tuve. Aquello era Danza y me enganché. Sevilla medió vida en el mundo contemporáneo, esta ciudad me presentó la danza contemporánea y tengo aquí muchos amigos».

Al terminar tenía un sueño y lo cumplió, se marchó a Nueva York en el 2010. «Era la primera vez que salía de viaje fuera de España, todos me animaron, así que me lancé y eso que tenía un problema serio con el idioma, que ya no tengo (se ríe), y además fue tremendo el choque cultural».

En Nueva York trabajó en las compañías de Jennifer Miller y la de Andrea Miller. «La experiencia fue buenísima y me salió bien. Además, allí conocí a mi mujer, Catherine Coury que también es bailarina».

Pero el mundo no se terminaba en la Gran Manzana y desde 2012 a 2016 estuvo en la prestigiosa compañía israelí, Batsheva Dance Company , trabajando a las órdenes de Ohad Naharin , su director. «Estuve cuatro años, los dos primeros en la compañía joven y los otros dos en la principal. Ha sido una experiencia enriquecedora, a nivel artístico y de calidad de vida, viajando, viendo teatros, conviviendo con gente extraordinaria. Yo ya iba más experimentado de Nueva York, y trabajar con Ohad es fantástico. Era uno de mis anhelos y lo conseguí. Es algo que llevaré siempre conmigo».

Pero la experiencia se terminó porque el coreógrafo y bailarín quería crear. «No quería tirar los años que había estado en Israel de tanta sabiduría y tan buenos, y ya estaba entrando la sensación de pesadez…, y dije quiero terminar bien y además quiero crear».

Y se volvió, pero no a Nueva York, sino a su pueblo de Vilches en Jaén. «Fue tremendo el cambio, no sólo dejé la, compañía sino que volví a España, tuve a mi hija y ahí estamos en Vilches. La adaptación ha sido lenta, pero con la niña hemos tenido un nivel cómodo para criarla, que es algo lento, y con una compañía nueva es lo mismo, ir lentito».

Cuentan con ayuda del Ayuntamiento de Vilches, «tener un espacio para crear, nos da la vida»,y quieren hacer algunas actividades de Danza en la localidad, un stage o un festival.

Y como las cosas vienen juntas, al regresar nada menos que la Compañía Nacional de Danza le encargó una coreografía, «eso fue increíble. La primera coreografía que hago para una compañía, en 2018 y resulta que me llama José Carlos Martínez. No me lo podía creer, mi primera pieza para la CND, estaba asombrado y abrumado. Fue fantástico tener bailarines a mi disposición para poder crear». La pieza se llamó «Odila».

Con todas las influencias de estos últimos años, la fisicalidad de Naharin y las vivencias norteamericanas, Mario Bermúdez quiere seguir creando en la búsqueda de su propio lenguaje .

Y en cuanto a proyectos próximos, además de sus propios compromisos para actuar con su compañía, tiene en agosto un curso en China y posteriormente montará una obra para la Compañía Hung Dance de Taiwán.

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