«Metamorfosis»: érase una vez una diva llamada Concha Velasco

El Festival de Mérida presenta un elenco de lujo bajo la dirección de David Serrano

Concha Velasco, en una escena de «Metamorfosis» en el teatro romano de Mérida EFE
Julio Bravo

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Hace algo más de tres lustros la dramaturga y directora estadounidense Mary Zimmerman estrenó en el Circle in the Square Theatre, en pleno corazón de Broadway, una obra titulada « Metamorphoses », basada en el emblemático libro escrito por Ovidio en los primeros años de nuestra Era. De la mano de David Serrano y de un reparto que el propio director califica de «dream team» –recordando al mítico equipo de baloncesto que representó a EEUU en los Juegos Olímpicos de Barcelona 92–, esta pieza, en la que suben a escena varias de las más destacadas figuras de la mitología grecorromana, se ha convertido en el cénit de la presente edición del Festival de Teatro Clásico de Mérida. La expectación y el éxito en taquilla ha sido tan grande que los responsables del certamen, que habían programado diez funciones en lugar de las cinco que corresponden habitualmente a cada montaje, han tenido que añadir una representación extra. Ello supone que verán esta «Metamorfosis» unas treinta y tres mil personas, aproximadamente. Eso, lógicamente, son palabras mayores.

De este éxito tiene gran parte de responsabilidad una actriz, indiscutible cabeza de cartel: Concha Velasco, la gran diva actual de nuestro teatro. Y es que no hay actualmente en el mundo del espectáculo una figura con el carisma, la jerarquía y la aureola de la intérprete vallisoletana, que se ha convertido en habitual en Mérida en los últimos años. «Esta va a ser la última vez que pise este escenario», dijo Concha Velasco tras el estreno de la función, aunque pocos la creyeran. «Voy a cumplir ochenta años», se justificó;y es cierto que a la actriz se le nota cansada, que se mueve por el escenario –siempre mimadísima por sus compañeros– con mucha cautela y con movimientos despaciosos. Pero el escenario, y más para una actriz como ella, es un imán demasiado potente, y los anuncios de retirada suelen ser tan frágiles como el cristal.

El equipo de actores que acompañó a Concha Velasco en esta noche de estreno emeritense era, ya se ha dicho, de lujo: Pepe Viyuela, Edu Soto, Adrián Lastra, Belén Cuesta, Secun de la Rosa, María Hervás, Ángela Cremonte y Pepe Ocio. Toda una garantía para el director, David Serrano, pero también un quebradero de cabeza para los productores a la hora de cuadrar las agendas de todos y programar los ensayos;reunir al elenco completo ha sido una labor ímproba.

David Serrano ha conseguido con esta «Metamorfosis» –él mismo firma la adaptación del original de Mary Zimmermann– un espectáculo muy entretenido;está planteado como la narración de una serie de historias que recoge varios de los mitos más notables de la tradición grecolatina: el rey Midas, Alcione y Ceix, Erisictón, Orfeo y Eurídice, Eco y Narciso, Pomona y Vertumno, Mirra, Eros y Psique, Faetón, y Baucis y Filemón. Juntas, en el inteligente texto de la autora estadounidense y la brillante adaptación de Serrano, completan un espectáculo por momentos tremendamente hilarante y en otros profundamente emocionante, aunque se beneficiaría si se aligerara o se suprimiera alguna de las historias (especialmente, teniendo en cuenta que las piedras de Mérida no son el asiento ideal para ningún espectador). En cualquier caso, Serrano mueve con gran soltura a los actores, en un espectáculo de coreografía inteligente y equilibrada (lo que, teniendo en cuenta las dimensiones del escenario del teatro romano, no es una cuestión pequeña). Sabe además jugar con la risa y la emoción, aunque ponga el acento más en la primera, sobre todo teniendo en cuenta a sus actores, que saben llevar a su terreno a los innumerables personajes que les toca encarnar. Puestos a destacar (aunque el tono general es altísimo), además de la mencionada jerarquía de Concha Velasco, habría que empezar por Pepe Viyuela, siempre admirable, y con una riquísima paleta de colores que pone a disposición de sus personajes;la innata comicidad de Belén Cuesta, sobre todo en su Pomona;y la capacidad camaleónica de Ángela Cremonte.

Pero sería injusto no destacar al equipo artístico, de igual nivel que el interpretativo:la escenografía, tan aparentemente simple como sugerente, de Monica Boromello;el vestuario exuberante de Yaiza Pinillos;la pictórica iluminación del maestro Juan Gómez Cornejo;y la música, al tiempo evocadora como inspiradora, de Luis Miguel Cobos. Suya es también gran parte del éxito de esta función, que seguramente se recordará durante muchos años en Mérida.

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