Crítica de Zarzuela

«La tabernera del puerto»: vences pero no convences

Mario Gas respeta el texto, casi cuidando las acotaciones y apenas reinventando el espacio de Cantabreda donde todo transcurre con fluidez y estilo, bajo la tenue proyección del mar

Un momento de «La tabernera del puerto» ABC

Alberto González Lapuente

Viendo « La tabernera del puerto », anunciada en el Teatro de la Zarzuela, es fácil deducir que Mario Gas siente por ella un respeto considerable. Lo demuestra la fidelidad con la que ha reconstruido el original de Romero, Fernández-Shaw y Sorózábal, respetando el texto, casi cuidando las acotaciones y apenas reinventando el espacio de Cantabreda donde todo transcurre con fluidez y estilo, bajo la tenue proyección del mar. Por eso llama la atención la escena de la galerna donde hay teatro ingenioso y algunos gestos particulares en manos de actores de peso y cantantes con recursos.

Pep Molina, Vicky Peña, Ruth González y Sabina Puértolas tuvieron un papel destacado en la segunda y última representación, canceladas las demás a causa de las huelgas en el Inaem. Ódena, Gandía y Amoretti completaron el plantel de principales bajo la útil dirección musical de Josep Caballé-Domenech. Y ante todos la protección equilibrada y coherente del escenario de Frigerio y el vestuario de Squarciapino, capaces de consolidar el atento e inteligible trabajo de Gas.

Recuérdese que su padre participó en el estreno de la obra o que él mismo, mientras dirigió el Español, incorporó la obra de Sorozábal a la programación. La referencia es hoy imposible porque no hay zarzuela en ese teatro ni en otros. Los del Canal la han silenciado en complicidad con la Comunidad de Madrid que no se entera de que hay obligaciones históricas y patrimoniales, y el Ayuntamiento mira para otro lado perpetuando la ignorancia.

En este entorno es fácil que el grande coma al chico. Al comenzar representación un trabajador leyó un manifiesto en favor de la (Z)zarzuela. Se aplaudió por todos y se protestó por un espectador que indignado gritó que el texto era una trampa en defensa de intereses de privilegiados. Si lo fueron hoy ya no lo son. Entrar en el Teatro de la Zarzuela significa compartir un ambiente de derrota tras una batalla que jamás hubo oportunidad de pelear. La absorción , según la RAE subsimir a otro incorporándolo, será una cuestión de derecho. Es más dudoso que sea de razón.

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