TEATRO

«Las amazonas» cabalgan en Mérida

Magüi Mira versiona y dirige este montaje, protagonizado por Silvia Abascal, sobre las mujeres guerreras

Silvia Abascal y Magüi Mira, ayer en Mérida Jero Morales / Festival de Mérida
Carmen R. Santos

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Se pregunta Magüi Mira , responsable del texto y de la dirección del montaje de «Las amazonas» -desde mañana hasta el próximo domingo en el Festival de Teatro Clásico de Mérida - si estas mujeres guerreras son leyenda o realidad. Y responde que eso no tiene importancia. Lo decisivo, recalca, es que «están en el imaginario colectivo , y seguirán ahí por mucho tiempo. Su mito atrae a mujeres y hombres, y quizá más especialmente a estos últimos. Parece que a los hombres les gustan las luchadoras, como si de alguna forma quisieran con ello lavar su conciencia, o su mala conciencia , respecto a cómo se comportan a veces con las mujeres».

Sea como fuere, las amazonas han fascinado a numerosos creadores en distintos ámbitos -literatura, ópera, películas, cómic...-. Homero ya mostró esa seducción y luego, entre otros, el poeta, novelista y dramaturgo alemán Heinrich Wilhelm von Kleist (1777-1811) les dio voz en su pieza «Pentesilea» , precisamente la que Magüi Mira toma como base para la suya: «He tratado de que mis “Amazonas” resulten muy poliédricas, y que conjuguen elementos de la tragedia y la comedia , incluyendo momentos de humor que mueven a la risa. He hecho una versión muy libre de la obra de Von Kleist. Me interesaba mucho su punto de vista en plena explosión del romanticismo germano. Las amazonas, hartas de ser botín de guerra, se van a las montañas, se cortan un pecho para disparar mejor con el arco, someten a los hombres y les utilizan solo para la procreación . Pero Von Kleist rompe el orden establecido con el amor pasional entre Pentesilea, la reina de las amazonas, y Aquiles. La obra de Von Kleist permitía abordar poéticamente el sentimiento amoroso en sus comienzos y su degeneración al volverse posesivo y, por lo tanto, podrido, y desembocar no pocas veces en “la maté porque era mía” , como ahora vemos con insoportable asiduidad en la repugnante lacra de la violencia de género».

Amor posesivo

Y puntualiza Magüi Mira: «Es claro que la violencia de género la perpetran mayoritariamente los hombres, pero una enloquecida Pentesilea comete la misma barbaridad con Aquiles, con lo que es obvio que un mero cambio de roles no es ni mucho menos el remedio . Esto solo conduce a más y más destrucción. Pentesilea se pierde en la sinrazón de un amor obsesivo. Hay que modificar la manera de relacionarnos, seguir avanzando, hombres y mujeres, para que todos vivamos en libertad. La clave es respeto mutuo , lo que de momento parece una utopía, pero por la que debemos batallar sin descanso. Igual que por la igualdad en el terreno privado, laboral, que dejen de acosarnos, que tengamos los mismos salarios, que las leyes sean justas...».

Es la primera vez que Silvia Abascal pisa el escenario emeritense «tan mágico», confiesa

En esta visión coincide Silvia Abascal , que encarna a Pentesilea -su pareja en la vida real, el actor Xabi Murua , interpreta a Aquiles-, apuntando: «La obra plantea sobre todo una reflexión sobre el combate de la posesión, en los hombres y en las mujeres, y cómo en esa batalla de dominar al otro todos salimos perdiendo. El buen amor no es posesión, que únicamente arrastra al sufrimiento. No hay que poseer al otro, sino estar junto al otro ».

Personaje jugoso

A diferencia de Magüi Mira, que es ya veterana como actriz y como directora en las tablas emeritenses, Silvia Abascal las pisa por primera vez: «Cuando me llamó Magüi para proponerme el montaje, estaba embarazada, pero hice cálculos y vi que podría afrontar el reto. Me apetecía mucho ir a Mérida, y más con un personaje con tanto jugo como el de Pentesilea. Había estado en Mérida como espectadora, pero ahora se cumple el sueño de estar en un escenario tan especial, tan mágico». ¿Realiza la actriz madrileña algún ritual antes de subir al escenario, y quizá más en este caso tan señalado? «No tengo ninguno. La verdad es que no soy supersticiosa. Pero sí me molesta que me auguren mucha suerte. Cuando trabajé con Chicho Ibáñez Serrador en “Un, dos, tres”, ya me explicó lo que en el mundo teatral significaba desear “mucha mierda” y desde entonces esto es lo que prefiero que me digan ».

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