Bienal de Flamenco de Sevilla 2018

«Tauromagia», desde Sanlúcar a Jerez

La bailaora Mercedes Ruiz crea una coreografía para la obra mítica del guitarrista creada hace treinta años

Espectáculo Tauromagia de la compañía Mercedes Ruiz, en el Teztro Central Juan Flores

Marta Carrasco

«Tauromagia» ha cumplido treinta años. Una de las obras fundamentales del gran guitarrista Manolo Sanlúcar ha sido la fuente de inspiración para que la bailaora jerezana, Mercedes Ruiz , realizara este montaje que cuenta con las complicidades del Teatro de la Ville de Cusset en Francia y el teatro Villamarta.

El teatro Central lleno a rebosar con un espectador de excepción, la presencia del guitarrista y autor de la música, Manolo Sanlúcar, un artista que nos ha dejado no pocas noches de hermosos recuerdos en los veinte años de la Bienal de Flamenco de Sevilla .

«Tauromagia» es una obra compleja desde el punto de vista musical, por eso aquí hay que destacar especialmente el trabajo realizado en la adaptación, dirección musical e interpretación del guitarrista Santiago Lara. No es fácil tomar la obra de un genio de la guitarra como Sanlúcar e interpretarla para que, en este caso, sea bailada. La complejidad de la partitura y sobre todo, el recuerdo del maestro, ha debido de pesar y mucho en Lara, quien superó el examen con creces, al igual que el cantaor David Lagos . Buen tándem de ambos para pasar con nota este reto, acompañados del resto del elenco musical. Faltaron los coros, pero aún así, «Tauromagia» volvió a sonar en su esplendor, tal y como es esta maravillosa partitura del sanluqueño.

Mercedes Ruiz es una bailaora de enjundia, con un espectacular braceo y unos pies firmes, rápidos y seguros. Firma la coreografía y dirección artística de la obra, en la que intervienen como bailaora solista Ana Agraz y conforman el cuerpo de baile Beatriz Santiago, Aurora Caraballo y Vanesa Reyes . Dividida en doce movimientos, la coreografía se compone principalmente de piezas solistas, con Mercedes Ruiz en lo flamenco y Ana Agraz en la danza más estilizada, además de los bailes de conjunto.

A destacar de esta coreografía las intervenciones de Mercedes Ruiz y de Ana Agraz , a pesar de repetir recursos ambas como el baile con la mantilla, lo que deja de singularizar el detalle. Ruiz recorrió la granaína, bulería por soleá, minera..., con seguridad. Su baile es recio, fuerte y en este caso, suavizado en los momentos precisos. Le puso ganas e interpretación, y ahí se vió clara la mano de Francisco López que ha creado la dramaturgia y dirigido el montaje escénicamente.

Ana Agraz cultiva una danza más estilizada que se puso de manifiesto con hermosos movimientos en el prólogo de la obra. La coreografía de conjunto fue en ocasiones demasiado rápida , con apurados movimientos en el espacio del escenario, y con demasiados elementos (abanicos, sombrero, mantón...), que a veces embarullaban innecesariamente el baile. En ocasiones, menos es más. Se agradeció el toque de palillos, tan poco habitual, sobre todo en las manos de Mercedes Ruiz.

Sin duda la obra crecerá y se irá perfilando para que quede tan nítido el baile como la música, con esa limpieza y brillantez que requiere una obra histórica de la guitarra flamenca, que esta vez ha viajado desde Sanlúcar a Jerez para ser bailada y que concluyó con la voz del propio guitarrista y autor, en un emocionante poema.

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