El sonido de la pandemia
La Orquesta Nacional de España inaugura las nueva temporada asumiendo las limitaciones impuestas por la Covid-19
Superado el verano y tras varias actuaciones en los festivales de Granada y Santander, la Orquesta Nacional de España inaugura las nueva temporada asumiendo las limitaciones impuestas por la Covid-19. De momento prevalece inalterable el argumento «Ludwig van...» que recorre transversalmente la programación con motivo de los 250 años de Beethoven . Su música ha estado muy presente en el primer programa interpretado este pasado fin de semana y dirigido por David Afkham, actual director titular y artístico de la ONE.
Afkham y la ONE han convertido la música de Beethoven en un territorio confortable. A partir de usos instrumentales contaminados por el historicismo, concluyeron el programa con la sinfonía 1 dibujada con un color pulido, expresividad profunda y muy clara direccionalidad. Junto a la cerrada interpretación del cuarto movimiento, destacó el tercero por su apoyada acentuación, el segundo por la amable continuidad de regusto mozartiano y, sobre todos, el primero por su congruencia. La exactitud en los ataques, la proporcionalidad en los planos y el crecimiento del discurso consolidado por el ritmo yámbico colocó la obra en una posición importante. Fue una buena interpretación, clara y decida, aunque no la mejor de un concierto celebrado a la luz de la inquietante escenografía diseñada por el virus.
Habrá que acostumbrarse a entrar en el auditorio por puertas y escaleras separadas según la localidad, a no sentarse en los sillones que se han bloqueado con cinta de embalar, a pasear poco por el edificio… Todo ello es particularmente intrigante en el interior de la sala, donde la ONE ha reducido el aforo sentando a los espectadores separados por una butaca vacía mientras los miembros de la orquesta se separan limitados por pantallas de metacrilato y actúan con las puertas laterales del escenario abiertas.
La consecuencia inmediata es estrictamente sonora. Todo suena más reverberante, panorámico si se trata de la «fantasía coral para piano, coro y orquesta» de Beethoven en la que, además, los cantantes se dispersaron de manera exagerada dejando hasta siete butacas entre ellos mientras ocupaban los asientos del coro, las tribunas laterales del fondo de la sala y también en las situadas a ambos lados del escenario. Inevitablemente hubo algún mínimo desajuste con los solistas del propio coro (Gloria Londoño, Francesca Calero, Ana María Ramos, Pablo Alonso, Luis Izquierdo y Michael Jorge) pero se ofreció una notable interpretación: meticulosa y catedralicia. La intervención de los solistas de madera de la ONE demostró la calidad individual de muchos de sus miembros. Pero, sobre todo, destacó la capacidad de Afkham para aunar lo aparentemente imposible, incluyendo el piano de Javier Perianes, potente en el solo de introducción y un gran colaborador en el camerístico diálogo con las voces.
Beethoven fue el protagonista del concierto, pero el triunfo definitivo fue para Manuel de Falla y sus «Noches en los jardines de España». Se escuchó en la adaptación orquestal de Eduardo Torres para la Orquesta Bética de Cámara, hecha diez años después del estreno de la obra, en 1926. Afkham y la ONE ofrecieron una interpretación flexible, evocadora y sutil. Parece inevitable rememorar la prodigiosa grabación de Argenta junto al pianista Gonzalo Soriano. Coincide con un momento especialmente interesante en la trayectoria profesional de Afkham quien ha pasado de ofrecer versiones limpias y estrictamente objetivas a lecturas llenas de recta intensidad. Y porque en esta ocasión volvió a participar Javier Perianes, cuyo actual dominio del teclado, de su fuerza y sonoridad, se equilibra con la capacidad para recogerse en intervenciones coloreadas e intimistas. El sábado, Perianes, la ONE y Afkham formaron un todo logrando que el concierto se convirtiera en un muy esperanzador arranque de temporada.
