Manolo Sanlúcar, con su inseparable guitarra, en su casa durante la entrevista
Manolo Sanlúcar, con su inseparable guitarra, en su casa durante la entrevista - Paco Martín

Manolo Sanlúcar: «He vivido esclavizado por la guitarra, pero soy masoquista»

El maestro gaditano, recibe a ABC en su casa gaditana poco antes de su regreso a los escenarios y de presentar su obra más ambiciosa, un audiovisual en el que lleva trabajando diez años y que, asegura, cambiará la historia del flamenco

Sanlúcar de Barrameda (Cádiz) Actualizado: Guardar
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No todo iban a ser malas noticias en el flamenco en los últimos tiempos. Con la vuelta de Manolo Sanlúcar, la cultura jonda recupera a un referente, a un mago de la sonanta, a uno de sus más brillantes compositores y, sin duda, a su más tenaz investigador. Un audiovisual de más de seis horas –en el que artistas como Farruquito, Carmen Linares o Manolo Franco le ayudan a explicar el origen y la esencia de la música y la cultura flamenca– ha sido el culpable de su desaparición en los últimos años. Ultimado este trabajo, empiezan a anunciarse las fechas de sus esperados conciertos.

Su casa, blanca, lleva el nombre de uno de sus grandes temas, Caballo Negro.

Se ubica en uno de esos lugares mágicos de España, un cerro sobre la desembocadura del Guadalquivir. Dentro, con las persianas bajadas como es costumbre de supervivencia en el agosto andaluz, los cuadros lo llenan todo junto a fotografías de recuerdos y homenajes. Bajo el patio entoldado el autor de «Tauromagia» o «Locura de brisa y trino» se sienta con ganas de mostrar sus novedades.

—Nos sorprendió tanto su retirada de los escenarios como su regreso.

—A mí también me ha sorprendido un poco (ríe). Yo soy un hombre que atiendo las inquietudes inmediatas. Generalmente, no me planteo proyectos a largo plazo, sino que afronto aquello que me apasiona o que entiendo que para mi cultura es necesario. La vuelta ha sido un poco antes de lo que esperaba, pero cuando supieron que esta obra estaba casi terminada empezaron a llamar.

—¿De qué trata ese nuevo trabajo?

—He tenido que escribir sobre la historia de Andalucía para que se comprendieran las razones por las que nosotros nos expresamos de esta manera. Y, por otro lado, tenía que investigar sobre la ciencia musical en la que se basa la guitarra. Eso significaba emprender un viaje sin destino porque lo único que sabía a ciencia cierta era lo poco que se había escrito sobre el flamenco. Sobre el flamenco tradicionalmente han escrito los poetas, y siempre hablando desde el sentimiento, pero cuando se habla de música y no se habla de la ciencia musical es como el que tiene un tío en Graná. Yo sabía de dónde viene el flamenco, el sistema musical en el que se basa, pero tenía que certificar la relación que ese mismo sistema tiene con otras culturas. Ha sido una experiencia tremenda porque he tenido la suerte de poder descubrir cosas que no esperaba.

—¿Como qué?

—Lo principal es un nuevo sistema musical que llega hasta las primeras influencias del flamenco. La historia cuenta cómo la gente que ordenó ese sistema vino aquí y nos lo trajeron. Luego es el pueblo el que lo asume y lo manifiesta como una música viva. De hecho, algún musicólogo habla de que ya en Tartesos los fandangos se cantaban. Además, cada vez son más los historiadores y arqueólogos que dicen que no es que los griegos estuvieran aquí, sino que los tartesos estuvieron en Grecia.

—Y, después de diez años, ¿cómo se presenta?

—Se llamaba «La Guitarra Flamenca», pero como ese nombre ya se había usado he tenido que ponerle «La Guitarra Flamenca. Manolo Sanlúcar». En este momento, lo que tenemos hecho es un audiovisual por capítulos de media hora, aunque muy probablemente haya una versión para cine y para televisión. Además, he dedicado tiempo a redactar unos escritos sobre estas teorías musicales en las que me muevo ahora. Ha sido un trabajo de diez años, de una entrega absoluta, en el que no me he dado un momento de respiro. Si he soltado la guitarra para centrarme en esta obra es porque es de una importancia histórica. Le aseguro que el flamenco para el mundo será otra cosa a partir de este trabajo. Porque aquí no sirve ya la cosa de la teta primigenia, ni de «pa eso hay que nacer», ni «eso se lleva en la sangre». Aquí ya se dan explicaciones científicas a las cosas.

—Es una especie de traducción...

—Claro, cuando un músico alemán quiere saber cómo es una seguiriya y pregunta dónde se hace el flamenco más auténtico es muy posible que lo manden a Jerez y cuando llegue allí y pregunte, el guitarrista le dirá que para eso hay que nacer. Y el hombre se quedará asombrado de que haya que nacer para ser flamenco y no para ser Beethoven.

—Eso debe generar mucha frustración entre los músicos no flamencos.

—Claro. Yo sé, porque he convivido con ellos, que sienten esa frustración y esta obra explica de principio a fin cómo son los géneros del flamenco. Pero lo importante es que los ejemplos musicales están expuestos por cantaores, guitarristas y bailaores de primerísima fila como Farruquito, Javier Barón, Carmen Linares, Poveda, Juan Carlos Romero, Miguel Ángel Cortés, Manolo Franco, José Antonio Rodríguez y así hasta cuarenta, todos de unos niveles maravillosos y dándolo todo. Cada tema está desgranado y tiene su partitura.

—¿Tiene la sensación de estar terminando un manual ambicioso o una biblia del flamenco?

—(Carcajada) Hombre, entre lo que me da a elegir, tengo más sensación de haber hecho una biblia. No solo por el trabajo que me ha costado, sino porque he puesto toda mi espiritualidad en ello.

—Siempre ha dicho que su carrera cambió cuando estudió música.

—Llegué incluso a estudiar dirección de orquesta, aunque no en su totalidad. Yo me estaba relacionando con directores y su lenguaje era distinto al mío. Y yo no quería hablarles como un apache: aquí nube roja. Quería hablar su lenguaje. Y gracias a eso tengo varias obras sinfónicas, dos de ellas aún sin grabar. Estos conocimientos me han hecho conocer mucha música, me han hecho recuperar un sistema musical de la antigüedad que se abandonó porque nadie sabía verlo y, aunque me da vergüenza reconocerlo y pido perdón, yo sí pude. Es un sistema que va a dar mucha vida, al menos, al flamenco porque va a aportar nuevas sensaciones musicales y está tan naturalizado en esta música que es una oportunidad maravillosa. Todos estos hallazgos los he hecho con la sensación de que alguien me estaba ayudando desde fuera.

—Esto me recuerda a su libro «El alma compartida», en el que dice sentir algo parecido con su padre.

—Era un hombre absolutamente excepcional y un andaluz que no he encontrado otro como él. Ese compromiso, esa conciencia de identidad, de ser el resultado de un pueblo que tiene su propia manera de expresarse y de sentir. Cómo no serían las permanentes lecciones de mi padre que ya siendo profesional creía que todos los artistas éramos familia. Me decía: «¿No has visto la gente del campo ocho horas con la azada pegando hachazos? Y luego, ¿cuánto se llevan para su casa? Pues fíjate la responsabilidad que tienes». Yo he vivido esclavizado, pero en ese sentido soy masoquista. ¿Cómo vas a vivir de la guitarra en un mundo de diversiones?

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