Johnny Cash, en misa y repicando

Se publica por primera vez en castellano «El Hombre de Blanco», la única novela del músico

Johnny Cash ABC

David Morán

No fue a lomos de un caballo rumbo a Damasco, sino que la revelación de Johnny Cash (1932-2003) , el resplandor que le cegó y le apeó de su metafórica montura, le llegó en forma de, agárrense, avestruz malhumorada. «Estaba pensando en Pablo abatido camino de Damasco por una luz cegadora cuando fui abatido por las dos grandes patas de un avestruz», escribe el Hombre de Negro en el texto introductorio que acompaña a su primera y única novela, un texto poético, místico e histórico en el que Cash relata nada menos que la vida de Saulo de Tarso y su abrupta conversión en san Pablo. Un libro que, con el elocuente título de «El Hombre de Blanco», permanecía inédito en castellano y que Reservoir Books ha recuperado ahora coincidiendo con el 15 aniversario de la muerte del autor de «I Walk The Line».

«Como Pablo al ser abatido por la Luz, caí de espaldas, pero, a diferencia de Pablo, yo me rompí dos costillas más al dar contra una roca. El avestruz echó a correr y me dejó allí tirado», recordaba Cash en 1986, año en el que finalmente se publicó la primera edición de la novela . Su encontronazo con el avestruz fue, en cierto modo, un catalizador, una suerte de acelerante creativo que le permitiría empatizar un poco más con aquel fariseo radical transformado de pronto en un apóstol, pero la obsesión de Cash venía de lejos.

De hecho, el autor de «Ring Of Fire» reconoce que la figura de san Pablo le empezó a quitar el sueño desde que a mediados de los setenta siguió junto a su esposa June unos cursos por correspondencia sobre la Biblia. «No podía quitarme de la cabeza el último curso que había terminado: “Vida y epístolas de san Pablo”. Empecé a leer libros sobre Pablo, varias novelas, algunas realmente buenas, sobre todo las escritas por Sholem Asch y John Pollock. Luego abordé los comentarios sobre Pablo a cargo de Lange, Farrar, Barnes, Fleetwood y otros. Al ver que había tantas opiniones en tanto campos, empecé a tomar notas y a escribir mis propias reflexiones sobre Pablo», escribe Cash. Un par de años más tarde, el empeño ya era tal que Cash pasaba noches en vela «pensando en Pablo y en su sorprendente transformación , en cómo dio la vuelta a su celo por perseguir y masacrar y, de un momento para otro, decidió abogar por Cristo con el mismo celo».

Varado en el camino de Damasco

Así, justo cuando empezó a sopesar la idea de convertirse en novelista religioso – «el mentiroso de Dios» , como él mismo escribe– para intentar verbalizar lo que Pablo estaba viendo y oyendo en el instante en que quedó «cegado en el camino de Damasco», Cash tuvo su propia revelación y tropezó con ese avestruz que, asegura, intentó matarle. Una dolorosa epifanía tras la que llegarían los analgésicos, los somníferos, las anfetas y, cómo no, aquel tipo «de humor inestable» que dejó a Pablo «indefinidamente varado en el camino de Damasco». La obsesión seguía ahí, pero la visión y la inspiración, en cambio, se habían esfumado. «Una y otra vez escribía docenas de páginas mientras estaba dopado, pero luego, cuando las leía con la mente despejada, acababa prendiéndoles fuego», recuerda Cash.

Las hojas del calendario avanzaron hasta 1983 y de la vida de san Pablo según Johnny Cash poco o nada se sabía. Tampoco ayudó demasiado que su afición por engullir anfetas le enviase una vez más al hospital con el estómago agujereado y, operación mediante, le dejase a las puertas de la muerte y con una terrorífica adicción a la morfina.

Un nuevo traspiés que, sin embargo, acabó siendo una bendición para un Cash que encontró la manera de terminar «El Hombre de Blanco» mientras se sometía a un proceso de rehabilitación y desintoxicación en el Betty Ford Center de California. «Durante casi dos años trabajé en el manuscrito siempre que disponía de tiempo», relata Cash, quien achaca a una «experiencia onírico-visionaria» relacionada con su padre, fallecido en 1985, la revelación necesaria para pergeñar el capítulo sobre lo ocurrido en el camino de Damasco. «Nunca he tenido el privilegio de vivir una experiencia como la de Pablo camino de Damasco, pero en la noche de Navidad de 1985 tuve ese sueño o visión y vi una luz que no era de esta tierra, y mucho más hermosa que una caja entera de fuegos artificiales», relata Cash. Pocos meses después, su«Hombre de Blanco» entraba en la imprenta y salía de ahí convertida en una extraña novela en la que la «Palabra eterna» colisiona con la amplia «y a veces extraña» imaginación de Cash.

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