Izal, la explosión indie que alunizó en Madrid

La banda indie conquista a más de 30.000 personas en un fin de semana de doble concierto en el Palacio de los Deportes

Izal, durante su concierto en el Wezink Center EDUARDO DE SAN BERNARDO
Helena Cortés

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«Menudo atasco. Cuando está todo tan lleno de coches algo pasa», decía un taxista que se acercó el viernes al madrileño Palacio de los Deportes, el Wizink Center para los más puristas. Y razón no le faltaba. Izal, una de las grandes bandas de la música indie, que lleva casi diez años de peregrinaje en festivales, colgó el cartel de completo en los dos conciertos que ofreció el fin de semana en Madrid. Ni la lluvia ni el frío pararon a las 34.000 almas (17.000 cada día) dispuestas a vibrar con Mikel y su banda en el marco de la gira «Autoterapia» . Para calentar, varios coros tarareaban en la cola la mujer de verde. Los más rezagados buscaban una última entrada.

Con una puntualidad más extraterrestre que festivalera, aparecieron en las pantallas del Wizink los alter ego animados de los cinco integrantes de Izal, vestidos de astronautas, proponiendo un viaje espacial por su discografía. Apenas unos minutos después, Mike Izal, Alejandro Jordá, Emanuel Pérez «Gato», Iván Mella (el cumpleañero) y Alberto Pérez alunizaban en el escenario, aún con su mono espacial, para cantar y contar «La increíble historia del hombre que podía volar pero no sabía cómo». «Nos preguntan si esto, juntar 34.000 tíos en el Wizink , nos da vértigo. Vértigo nos daba ir con Alejandro en el coche, esto es un puto gustazo y un puto placer», afirmó Izal, más de ukelele que de discursos.

Tras la presentación, Izal se encargó de la música y dejó que los vídeos protagonizados por Julián López, Miren Ibarguren y Kira Miró se convirtieran en el hilo conductor de la misión. Pronto llegó Copacabana, una fiesta en comparación con la intimidad de «Pequeña gran revolución» o la partes recitada de «La piedra invisible». Como en todo buen guateque, hubo espacio para clásicos como «Agujeros de gusano» -un antes y un después en la llegada de la banda a la primera línea de la música nacional-, versiones como la de «Arte Moderno», y novedades como «Variables» y «El temblor».

En un alarde tecnológico, como si fuera el episodio interactivo de «Black Mirror», el público pudo elegir una de las canciones, y fue «Palos de ciego». Los espectadores se dejaron contagiar por el «Pánico práctico» y gritaron «Qué bien» mientras veían las fotos de críos de los músicos proyectadas en la pantalla. El montaje de la cuidada historia que contaba el concierto fue uno de los atractivos del viaje.

Antes de pasar a los «Temas amables», Izal quiso dedicar unas palabras a los «haters», odiadores profesionales con una costumbre que, según Mikel, «se cura con esfuerzo». Llegaron antes de la traca final, pasadas las dos horas de concierto, «Magia y efectos especiales», «El pozo» y la «Pausa». «Nunca dejéis que ganen los malos», recordó Izal.

La fiesta se desató con «La mujer de verde» y «El baile». Totalmente entregado, Mikel Izal decidió tirarse a la piscina y lanzarse sobre el público. Miles de globos de colores que cayeron del techo completaron una explosión de color y música indie.

Con el beneplácito de Raphael para terminar la misión intergaláctica, que se pudo ver en las pantallas del Wiznk, poco importó que se colara al final Bill Murray. Más de 15.000 personas querían seguir bailando hasta que todo acabe. Menos mal que ni es la última fiesta, ni ellos volverán a ser nadie.

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