Sr. Chinarro: «Yo idolatro canciones, no a sus autores»

Tras 25 años de trayectoria se publica su primer recopilatorio, una colección que recupera varios de los hits históricos de la escena independiente

El sevillano actúa en el festival Inverfest ABC
Nacho Serrano

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Le avalan 16 discos que le han reservado un lugar de honor en los libros de historia del pop español. Tras 25 años de trayectoria se publica su primer recopilatorio, una colección que recupera varios de los hits históricos de la escena independiente.

—¿Ha habido alguna etapa de su carrera en la que se haya sentido más y mejor comprendido?

—Claro, unas canciones se hacen más populares que otras, pero hay que hacerlas todas para llegar con alguna, del mismo modo que hay que desperdiciar un poco de cerveza para tirar bien una caña. Esta metáfora siempre me ha gustado.

—¿Su autoexigencia ha cambiado de intensidad, o de forma, con los años?

—Soy muy crítico conmigo mismo, pero soy consciente de mis limitaciones. Llega un momento en que uno ha de plantarse y decir: esto es lo que hay.

—¿Alguna vez detecta influencia suya en artistas más jóvenes? ¿Quiénes han sido sus ídolos?

—Sí, la detecto, pero no le doy importancia. No tengo ídolos porque cualquier músico es capaz de acertar al menos una vez, de hacer una buena canción entre lotes de decenas. Yo idolatro a esas canciones inagotables, mucho más interesantes que las personas. «Some girls are biggers than others» (The Smiths), «Counting the days» (The Sound), «Push» (The Cure)... Me da exactamente igual que Morrissey sea un poco capullo, que Adrian Borland se tirara al tren, o que Robert Smith no entienda que debería haber dejado de disfrazarse en 1990.

—Creo que no es especialmente nostálgico con el formato físico.

—No me gustan los objetos: cogen polvo. Soy muy fan de la nada. De la nube y de las nubes. Tengo demasiadas guitarras y me sobran un sinte y al menos 20 pedales. ¿Te interesa alguno?

—Julio de la Rosa dice que «no hay nada donde se eche menos imaginación que en un concierto».

—Cuando tocas muchas veces una canción se gasta un poco y se puede interpretar con el piloto automático puesto sin que nadie se dé cuenta. Sin embargo, por eso mismo, porque no se da cuenta, la gente disfruta, y te hacen partícipe de nuevo de lo que la canción significó cuando la escribiste. En los conciertos es el público el que pone la imaginación, el verdadero protagonista: con su actitud hacen que los conciertos sean buenos o menos buenos.

—¿Estamos viviendo uno de los momentos de mayor ruptura generacional en cuanto a música?

—Las generaciones están para romper: de esa ilusión viven. Ya tendrán tiempo de comprender que no han inventado nada. Me interesa cómo hacen canciones con una tableta, cómo usan el autotune, la desvergüenza tan absoluta: son muy punks (otra vez).

—En los 90 un indie tenía que renegar del flamenco por principios, y ahora la cosa parece haberse invertido de un modo un tanto extraño. ¿Como ha visto ese proceso?

—Sigo renegando. Lo veo como lo que contaba antes de las generaciones. Al final todos nos convertimos en nuestros padres.

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