isabel b. permuy

Mika: «La idea de que internet mata la música es una locura»

Con su quinto disco, «No place in heaven», presenta sus letras más sinceras y maduras

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Mika (Beirut, 1983) se mueve sin parar. Aprovecha que le están haciendo unas fotografías en el escenario para cantar junto a sus músicos varios estribillos de sus canciones. Saluda a todo el mundo, salta, baila. Y, cuando se mete en el camerino, se tira en el sofá y, derrotado, pide un té. Lleva desde primera hora de la mañana atendiendo a los medios de comunicación, pero su sonrisa delata que, pese al cansancio, adora su trabajo.

Con su nuevo disco, «No place in heaven», presenta sus canciones más sinceras y maduras. «El título del álbum no es triste. Mi lugar está aquí, no quiero vivir mi vida pensando en qué habrá después. Quiero aprovechar todas las oportunidades que se me pongan por delante» explica.

Y, aunque asegura que el título no tiene matices religiosos, sí añade que su generación «es la de personas que disfrutan de los aspectos buenos de la religión, pero critican la cara más intolerante de la fe».

Este es ya el quinto disco de un artista que fue de los primeros en conseguir un contrato con una discográfica gracias a internet. Por eso, es uno de los grandes defensores del futuro del mercado en la web. «La idea de que internet está matando a la música es una locura», dice tajante. «No deberíamos pensar ya en el “y si”, sino en el cómo vamos a hacerlo. El modelo se está redefiniendo poco a poco, pero el actual no es un buen sistema de consumo», lamenta.

No es la primera vez que se revuelve contra el sistema establecido, rescatando del olvido a los mercados pequeños, los más castigados por el mercado online. «Si eres una estrella como Lady Gaga, es fácil contabilizar las ventas. Pero en el jazz, en la música clásica, el gospel o el flamenco es imposible. Son la base de la pirámide y, si no respetas sus derechos, la estás minando», se queja. El futuro pasa por internet. Para Mika, las cosas están claras: «Decir que el streaming es una opción es como decir que la gente volverá a usar el discman».

Sin máscaras

A pesar de que muchos ven a Mika como el adalid del buen rollo y la juventud, él no se percibe como tal. «Sé que hay gente que me etiqueta así, pero eso significa que no escuchan mis canciones. El nuevo disco es muy directo, tiene letras muy profundas y oscuras que nada tienen que ver con la alegría», defiende. Pero tampoco se preocupa demasiado por las opiniones ajenas. «Hay dos cosas en las que no quiero perder el tiempo pensando: la primera, en la gente a la que no le gusto. La segunda, en aparentar ser joven. Ha pasado una década desde que empecé en esto y no hay nada peor que un viejo haciéndose pasar por joven», reflexiona.

A lo largo de estos diez años, el cantante se ha asentado en el mundo de la música y reconoce que sus fracasos le han enseñado más que sus victorias. «Cuando te caes, necesitas valor para levantarte. Y, cuanto más tiempo pasa, cuanto más mayor eres, más valor necesitas para seguir», confiesa.

Uno de sus grandes hitos fue salir del armario. Procedente de una familia mitad inglesa mitad libanesa, no fue fácil para él confesar su homosexualidad, aunque él le resta valor. «Hay que ser sincero, no esconderse detrás de una máscara. Yo tenía mucha gente en mi vida que no se escondía y quería ser como ellos. Así de simple», resume.

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