Spandau Ballet, la noche del jueves, 18 de junio, en Madrid
Spandau Ballet, la noche del jueves, 18 de junio, en Madrid - Maya Balanya

Spandau Ballet, Madrid se entrega a unos héroes por un día

El grupo británico hizo un recorrido nostálgico en el Barclaycard Center de Madrid. Hoy, viernes, actúa en Bilbao y el sábado en Barcelona, en el Festival de Pedralbes

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¿Y si acabáramos grabando en las Bahamas? Lo consiguieron. Spandau Ballet graba en 1983 su tercer disco «True» para Chrysalis en Nassau, llegando a vender más de veinte millones de discos.

Pero Spandau Ballet nace antes, cuando Steve Strange monta los miércoles noche un cabaré en un local de Convent Garden al que llamará «The Blitz». Aquella idea supuso un revulsivo en una ciudad que estaba mutando de ser una ciudad de creadores a una ciudad de sirvientes. Se crea en pocas jornadas todo un movimiento centrado en la imagen, la pose y la extravagancia visual.

Allí comienzan a actuar bajo el nombre de Spandau Ballet estos amigos todos del colegio, de clase obrera, que buscan crearse una identidad única.

Su referente principal es David Bowie, aunque también Marvin Gaye, Kraftwerk o incluso Frank Sinatra.

En el concierto de anoche en el Barclaycard lo más sorprendente fue la recreación de un clima retrospectivo en torno al single de 1979, «To Cut A Long Story Short», ese instante de la historia del pop en el que Spandau Ballet crearon de la nada lo que ellos mismos han denominado «white european dance music». Aquella «cultura blitz» hoy olvidada que explotó en un movimiento a partir de 1981, con bandas como Visage, Ultravox, Depeche Mode, Duran Duran o Soft Cell, convirtiendo aquel año en uno de los más fértiles que se recuerdan desde los años sesenta.

Spandau Ballet han venido a tocar lo más granado de su repertorio a lo largo de dos horas justas. El público no se aburrió con los ritmos funk, tecno, pop y soul, incluso con las baladas. Hubo lugar para «Communication», «True», «Through The Barricades», incluso «Gold» dos veces, para solaz del público, numeroso, ecléctico y entregado. La primera en acústico, un momento simbólico en el que Gary Kemp abandonó el escenario principal, donde perfectamente alineados permanecían John Keeble a la batería, Martin -el pequeño de los Kemp- al bajo y Steve Norman al saxo y percusiones, y se fue entre el público junto a Tony Hadley apareciendo por sorpresa en frente del escenario. Y con «Gold» se marcharon, por la puerta grande, volviendo a ser héroes por un día.

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